El impacto de la crisis climática en la salud: de lo global a lo específico del hígado

Se está reconociendo que la crisis climática es una de las mayores amenazas para la salud mundial del siglo XXI, porque el cambio climático se asocia a enfermedades.

Ya estamos viendo el impacto negativo en la salud mundial debido al aumento de la temperatura y la contaminación del aire. Un episodio notable fue la ola de calor extremo en Europa en el verano de 2003, que produjo un exceso de fallecimientos. Se estima que fueron 70.000 muertes de más en toda Europa, de las cuales el 20% en Londres y el 70% en París, atribuidas al cambio climático inducido por el hombre o antropogénico.

El cambio climático también afecta los determinantes sociales y ambientales de la salud, como el agua y la seguridad alimentaria, el estado mental y un fácil acceso a la atención médica asequible, el ejercicio y otras actividades físicas, la falta de los cuales se asocian a cambios negativos que tienen efectos nocivos en la salud a nivel mundial.

En particular y desde la perspectiva de la hepatología, la enfermedad hepática causa aproximadamente 2 millones de muertes por año en todo el mundo, y esta cifra de pacientes de enfermedad hepática continúa creciendo. Los factores que causan el cambio climático y el deterioro de la salud mundial en general también pueden desempeñar un papel importante en el desarrollo de una serie de enfermedades hepáticas, la mayoría de las cuales (quizás todas) son prevenibles. Esta explicación puede contribuir a la observación de que, entre 1990 y 2017, casi todos los países del mundo informaron del aumento en la prevalencia de la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés). Ésta es una enfermedad hepática que tiene efectos climáticos y ecológicos adversos.

Aunque se requiere más investigación para comprender la conexión entre el cambio climático y la enfermedad hepática, este comentario se enfoca en dos puntos: 1) el efecto del cambio climático en la enfermedad hepática y viceversa, y 2) cómo idear soluciones desde la hepatología sostenibles que puedan abordar los retos planteados. Ésta es una estrategia global considerando las especialidades relacionadas con la hepatología: gastroenterología y endoscopia así como una perspectiva global de los sistemas de salud.

Reflexiones sobre posibles soluciones de Hepatología Sostenible frente al reto de las interacciones recíprocas entre el cambio climático y la enfermedad hepática

Vemos una clara necesidad de educarnos a nosotros mismos, a nuestros pacientes, al público y a las autoridades sanitarias sobre la relación entre el cambio climático y la prevalencia y la atención a la enfermedad hepática. Debemos avanzar urgentemente hacia un modelo de atención más sostenible en la enfermedad hepática, destacando sus beneficios potenciales para los pacientes y los sistemas de atención médica, tanto en relación con las finanzas individuales como institucionales, y no menos importante para la salud del planeta.

Como enfoque general, se puede razonar que las mismas intervenciones podrían mejorar tanto el cambio climático como la enfermedad hepática, por ejemplo, fomentando la actividad física, como caminar e ir en bicicleta en lugar del transporte motorizado. Aunque es intuitivo que existe un impacto de la práctica de la hepatología clínica en el medio ambiente y una asociación entre la enfermedad hepática y el clima.

Al mismo tiempo y junto con la hepatología, se desarrolla el concepto de un futuro más sostenible para la endoscopia, el cual ha sido bien promovido por el “Grupo de Endoscopia Verde”, motivado por la observación negativa de que la endoscopia es la tercera fuente de desperdicio en un hospital típico.

Aquí se presentan algunas soluciones que podrían reducir tanto el cambio climático como las enfermedades hepáticas.

1) Guía para la Hepatología Sostenible

El abordaje de los factores que se sabe favorecen el cambio climático, es vital para restaurar y mantener la salud del hígado humano y un medio ambiente saludable. Por ejemplo, las dietas basadas en plantas (a diferencia de la carne roja y los alimentos ultraprocesados) tienen una huella de carbono más baja que una dieta occidental típica, y se estima que están asociadas con una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de hasta un 84% y un menor riesgo de NAFLD.

El ejercicio regular reduce la incidencia de hígado graso y, por lo tanto, debe promoverse para reducir la obesidad. Ello se relaciona con la dependencia del transporte motorizado. Si la persona cambiara un viaje al día en coche por uno en bicicleta, esto reduciría la huella de carbono de esa persona en aproximadamente 0,5 toneladas durante un año. Necesitamos reformular la obesidad y la NAFLD como problemas sociales, en lugar de centrarnos únicamente en la responsabilidad individual; necesitamos hacer campaña para instaurar medidas públicas (promoción de viajes activos, reducción de la contaminación del aire y dietas más saludables) que beneficiarán a nuestros pacientes, y a todos y también al medio ambiente.

2) Servicios de hepatología sostenibles

La práctica clínica sostenible se han de aplicar a todas las especialidades médicas y no son específicas de la hepatología, sino que deben adaptarse para satisfacer las circunstancias de cada especialidad. La industria de la salud es una fuente importante de gases de efecto invernadero a nivel mundial; en los Estados Unidos, por ejemplo, el sector de la salud representa aproximadamente el 8,5% de las emisiones nacionales de carbono. El coste estimado de los desechos en el sistema de atención de la salud de los EEUU es aproximadamente el 25% del gasto total en atención de la salud. El sector asistencial debe responsabilizarse de su contribución al cambio climático y prestar urgentemente servicios sostenibles, incluida la atención responsable a pacientes con enfermedades hepáticas. Los objetivos de la atención médica sostenible son la prevención, el empoderamiento y el autocuidado del paciente, la prestación de servicios eficientes y la provisión de alternativas bajas en carbono.

Al simplificar la práctica clínica, como repetición de pruebas y visitas clínicas innecesarias, esperaríamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que resultan de la eliminación de materiales desechables utilizados y del transporte motorizado no necesario, mejorando así la salud del planeta. Se deben idear soluciones creativas que minimicen los costes relacionados con los desechos y los impactos ambientales negativos al mismo tiempo que se preservan la atención al paciente y los avances científicos. En este contexto, debemos desarrollar pautas y criterios para determinar si el seguimiento de los pacientes debe ser presencial o en determinados casos mediante alguna forma de contacto remoto, y con qué frecuencia. De manera similar, necesitamos datos sobre el valor de las pruebas no invasivas para evaluar la progresión de la enfermedad e indicar la necesidad de pruebas invasivas.

3) Se debe enfatizar la prevención primaria en Hepatología

Prevenir en lugar de curar es un tema clave de sostenibilidad descrito por el Centro para la Atención de la Salud Sostenible del Reino Unido, que también fue abordado recientemente por la Comisión EASL-Lancet. En el último comentario no se discutió específicamente un vínculo con el cambio climático, quizás destacando un falta de conciencia en la comunidad de hepatología. La Comisión EASL-Lancet, que se centró en proteger a la próxima generación de las complicaciones y la mortalidad prematura por enfermedad hepática, ha propuesto enfocar la prevención y el diagnóstico precoz en el tratamiento de las enfermedades hepáticas, objetivos fundamentales de la Hepatología para el futuro próximo. Este cambio conceptual también podría reducir el impacto climático negativo del sector salud.

4) Ejemplos de servicios sostenibles en Hepatología (es decir, prestación de servicios y alternativas bajas en carbono)

La pandemia de COVID-19 ha precipitado una reevaluación de la prestación de servicios médicos. Incluso antes de la pandemia de COVID-19, se habló sobre una mayor prestación de servicios sostenibles dentro de la Hepatología. Ha habido un movimiento hacia la reducción del uso de pruebas invasivas mediante el uso de biomarcadores serológicos y algoritmos para diagnóstico diferencial clínico y bioquímico. Una endoscopia ambulatoria, sin sedación, se puede realizar durante una visita clínica de rutina, ahorrando un viaje adicional del paciente para la endoscopia y la necesidad de acompañamiento, y además los materiales desechables utilizados para la sedación. Se habían informado avances con la telemedicina antes de que este servicio se generalizara, y fue adoptado, por ejemplo, en la entrega de tratamiento de la hepatitis C a los reclusos encarcelados en prisiones del Reino Unido.

La era de la COVID-19 ha obligado a los equipos de Hepatología de todo el mundo a explorar diferentes formas de trabajar; muchas de estas vías novedosas cumplen los criterios para una atención sanitaria sostenible. En una unidad de trasplante de hígado del Reino Unido, se adoptó una vía de evaluación de trasplante virtual, lo que resultó en una reducción significativa de los viajes de pacientes. Las consultas por teléfono y vídeo (“virtuales”) se han adoptado ampliamente y podrían suponer ahorros significativos de carbono (principalmente al evitar los viajes de los pacientes). Los datos de hepatología ambulatoria del Royal Cornwall Hospital en el Reino Unido demuestran que desde el comienzo de la pandemia, se han ahorrado más de 120.000 millas de pacientes, gracias a las consultas virtuales, con un ahorro de emisiones de CO2 equivalente a 97 viajes en avión de Londres a Nueva York (W Stableforth, comunicación personal, enero de 2022). Sin embargo, el entusiasmo por la telemedicina debe acogerse con cautela porque falta más información. La Hepatología ambulatoria virtual es atractiva, pero puede no ser necesariamente la panacea para un servicio de Hepatología Sostenible.

La mejora de los servicios de Hepatología con una calidad sostenible será obligatoria en la práctica clínica habitual, incluida la reducción de los residuos y las visitas no necesarias al hospital en un amplio espectro de enfermedades hepáticas, como en pacientes estables y bien compensados con cirrosis, hepatitis autoinmune, colangitis biliar primaria, y NAFLD, para quienes las pruebas no invasivas, la telemedicina y la detección de varices pueden ser suficientes.

Una llamada a la acción a actualizarse

La acción decisiva dentro de la comunidad de Hepatología con respecto a la crisis climática está atrasada; y no se puede continuar con “como siempre”. Las sociedades de especialistas en hepatología, junto con la ciudadanía, los pacientes, los políticos y los investigadores (que representan tanto a la ciencia como a la industria) deben trabajar juntos para abordar las amenazas vinculadas con el cambio climático y la enfermedad hepática. Aquellas personas que son conscientes de estas conexiones clima-hepatología deben estar a la vanguardia para trabajar en estos conceptos dentro de sus organizaciones. Uno de los objetivos del comentario actual es crear conciencia dentro de los ámbitos de la hepatología sobre el vínculo entre el cambio climático y la enfermedad hepática. Las medidas prácticas deben ser tomadas por médicos individuales, departamentos, organizaciones de atención médica y sociedades profesionales. En consecuencia, los objetivos más amplios de los hepatólogos han de ser:

  • Crear conciencia sobre el vínculo recíproco entre el cambio climático y la enfermedad hepática, que incluye la formación pre-graduada en la facultad de medicina y la formación especializada.
  • Facilitar la investigación sobre el impacto del clima en el hígado y la atención médica relacionada con el hígado.
  • Promover la conciencia de cómo las formas de vida pueden tener un impacto positivo en la prevención de enfermedades hepáticas y la crisis climática, y abogar por tales cambios de comportamiento y estilo de vida.
  • Reducir los contactos de atención médica de bajo valor en Hepatología, por ejemplo, reducir las visitas y procedimientos presenciales que no sean necesarios.
  • Promover servicios de hepatología sostenibles y buenas prácticas entre colegas, principalmente a través de conferencias virtuales, simposios y reuniones interactivas de grupos pequeños intercaladas con reuniones sociales, educativas y presenciales.
  • Desarrollar conjuntos estandarizados de métricas (protocolos) de sostenibilidad específicas para Hepatología.
  • Abogar por inversiones gubernamentales, por ejemplo, políticas para reducir el impacto nocivo del alcohol, prohibir la comercialización de comida basura, promover alimentos saludables y hacer que el ejercicio sea gratuito y accesible para todos.

Resumen

Debe reconocerse la asociación entre el cambio climático y la salud y la enfermedad hepática y la necesidad de Servicios de Hepatología Sostenibles. Como dijo el presidente Barack Obama en la Cumbre sobre el Cambio Climático de la ONU en 2014: “Somos la primera generación en sentir el impacto del cambio climático y la última generación que puede hacer algo al respecto”. Como hepatólogos, ahora hemos de tener en cuenta este mensaje y trabajar juntos por la salud de nuestros pacientes y del planeta proporcionando una Hepatología Sostenible desde el punto de vista medioambiental.

 

Fuente: journal-of-hepatology.eu

Referencia: https://doi.org/10.1016/j.jhep.2022.02.012

Artículo traducido y adaptado por ASSCAT

 

Related Post