La hepatitis no puede esperar. Tenemos herramientas para detectar, prevenir y tratar la enfermedad, pero con demasiada frecuencia la descubrimos demasiado tarde. No tiene por qué ser así.

Como profesional de la salud responsable del diagnóstico de hepatitis viral e investigador, veo el impacto devastador de la hepatitis viral en pacientes, familias y comunidades.

La hepatitis causa inflamación del hígado y se la conoce como un asesino silencioso; muchas veces hay pocos o ningún signo y síntoma temprano. Aproximadamente 350 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por la hepatitis, y la enfermedad mata aproximadamente a 1,4 millones de personas cada año, más que el VIH / SIDA.

Hay mucho estigma en torno a la hepatitis y cómo se contrae. Algunas personas piensan que es sólo una enfermedad de ciertos grupos de riesgo, especialmente de quienes se inyectan drogas. Esa es una forma en que la hepatitis se puede propagar, pero hay muchas otras, incluido el contacto con alimentos o agua contaminados, a través del sexo, de madre a hijo o por contacto subcutáneo, intravenoso o intramuscular con fluidos corporales de una persona infectada.

Las hepatitis A, B, C, D y E son causadas por cinco virus diferentes que probablemente han afectado a los seres humanos durante miles de años. Las hepatitis B y C tienen el mayor impacto en todo el mundo; la hepatitis B está directamente asociada con más del 50% de todos los cánceres de hígado y la hepatitis C es la principal causa de trasplante de hígado.

El diagnóstico precoz equivale al tratamiento precoz

El diagnóstico temprano es fundamental para el tratamiento oportuno y detener la replicación viral de la hepatitis, y es el pilar de las intervenciones de salud mundial. Debido a que los signos o síntomas de la enfermedad hepática a menudo no son evidentes hasta que el hígado está gravemente dañado, es necesario un mejor conocimiento de los riesgos de infección por hepatitis y las formas de infección entre la población en general e incluso con los médicos.

Los grandes avances de la ciencia y la medicina han ayudado. De hecho, hay vacunas (90% de efectividad) disponibles para las hepatitis A y B, y los tratamientos antivirales altamente efectivos pueden detener la replicación viral en las hepatitis B y C.

¿La clave? Estos tratamientos deben aplicarse lo antes posible para evitar la progresión silenciosa de la enfermedad. Por lo tanto, el tratamiento temprano requiere un diagnóstico precoz y una mayor conciencia mundial sobre la hepatitis.

Conocemos el virus responsable de la hepatitis B desde la década de 1960, gracias al trabajo del Dr. Baruch Blumberg, cuyo cumpleaños, el 28 de julio, fue elegido para conmemorar el Día Mundial de la Hepatitis cada año. El Dr. Blumberg obtuvo la primera vacuna contra este virus y fue galardonado con el Premio Nobel en 1976.

Según la Organización Mundial de la Salud, u OMS, la hepatitis B ha infectado a casi un tercio de la población mundial y alrededor de 250 millones de personas están infectadas, especialmente en Asia y África. Este virus es la principal causa de cáncer de hígado en todo el mundo, y los países de ingresos bajos y medios son los más afectados.

Aproximadamente 70 millones de personas están infectadas por hepatitis C, con un riesgo muy alto de desarrollar lesiones hepáticas graves, como cirrosis (cicatrización) o hepatocarcinoma (cáncer de hígado). La infección primaria puede volverse crónica en más del 50% de los casos. Desafortunadamente, no se ha desarrollado una vacuna. Sin embargo, las píldoras de tratamiento oral (antivirales de acción directa o AADs), fáciles de administrar, pueden curar esta infección en menos de tres meses en más del 95% de los pacientes tratados, previniendo la progresión a cirrosis hepática o incluso cáncer de hígado.

Formas simplificadas de detectar la hepatitis

Es esencial el compromiso de hacer que el diagnóstico de la hepatitis sea fácilmente accesible y esté disponible. Contamos con sistemas analíticos de alta sensibilidad capaces de procesar miles de muestras en una sola jornada laboral. Incluso en lugares remotos donde estas tecnologías no están disponibles, tenemos sistemas para obtener muestras y enviarlas a laboratorios centrales. Por ejemplo, podemos usar sangre capilar seca fijada en tarjetas de papel después de un pinchazo en el dedo, o incluso pruebas serológicas de diagnóstico rápido (anticuerpos) para detectar la presencia de antígenos o anticuerpos virales en sangre.

Gracias a avances como estos, el diagnóstico de hepatitis se ha simplificado enormemente, permitiendo el diagnóstico y tratamiento de miles de personas infectadas que no habrían sido detectadas con los procedimientos clásicos. Pero para la gran mayoría de quienes padecen hepatitis B o C, el acceso al diagnóstico sigue estando fuera de su alcance. Según la OMS, el 80% de las personas con hepatitis no pueden obtener los servicios que necesitan para prevenir, detectar y tratar la enfermedad.

Al invertir ahora en pruebas de diagnóstico y medicamentos para tratar la hepatitis B y C, millones de seres humanos pueden salvarse y también reducir los costes relacionados con la atención a largo plazo para las complicaciones graves de estas infecciones como la cirrosis y el cáncer de hígado.

El 28 de julio es el Día Mundial contra la Hepatitis. Con una persona que muere cada 30 segundos por una enfermedad relacionada con la hepatitis, incluso en la actual crisis de COVID-19, estamos ansiosos por actuar contra la hepatitis viral.

 

Fuente: roche.com

Autor: Francisco Rodríguez-Frías. Departamento de Bioquímica Clínica (Laboratorios Clínicos). Hospital Universitario Vall d’Hebron, Barcelona

Artículo traducido por ASSCAT y publicado en ‘Voices’: Perspectivas personales sobre ciencia, salud y vida

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