La fibrosis avanzada en personas con NAFLD aumenta el riesgo de complicaciones hepáticas

La fibrosis avanzada en personas con NAFLD aumenta el riesgo de complicaciones hepáticas

La fibrosis hepática avanzada en personas con enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, en sus siglas en inglés) se asoció con un mayor riesgo de complicaciones relacionadas con el hígado, según un estudio prospectivo en los Estados Unidos.

La acumulación de grasa en el hígado, o enfermedad del hígado graso no alcohólico, afecta hasta una cuarta parte de la población a nivel mundial. La acumulación de grasa puede provocar inflamación (esteatohepatitis no alcohólica o NASH) y cicatrización del hígado (fibrosis). A medida que la fibrosis se vuelve más extensa, la función hepática normal disminuye, lo que eventualmente conduce a insuficiencia hepática o descompensación.

El impacto de la fibrosis en la salud de las personas con NAFLD no ha sido claro. Para comprender la relación entre el daño hepático, las complicaciones hepáticas y otros resultados de salud graves, la Red de Investigación Clínica NASH en los Estados Unidos estudió una cohorte de personas con NAFLD a quienes siguieron durante al menos 48 semanas.

La cohorte consistió en 1.773 adultos que tenían NAFLD confirmada por biopsia y al menos 48 semanas de seguimiento. La población del estudio incluyó a 162 personas que habían completado un estudio de 72 semanas de ácido obeticólico o placebo como tratamiento para NASH. Los participantes fueron seguidos durante una media de cuatro años.

La población del estudio fue 64% femenina, 85% blanca y 12% hispana. El 55% tenía EHNA, el 20% tenía esteatohepatitis límite y el resto tenía enfermedad de hígado graso sin EHNA. El treinta por ciento tenía fibrosis F3 o cirrosis (fibrosis F4). Casi todos los participantes con fibrosis F3 o F4 tenían EHNA (97% y 93% respectivamente).

Las comorbilidades fueron comunes en los participantes del estudio. El 61% tenía hipertensión y el 42% tenía diabetes. El 6% tenía enfermedad renal crónica y el 6% había experimentado al menos un evento cardíaco. Estas afecciones subyacentes fueron más comunes al inicio del estudio en personas con cirrosis en comparación con aquellas con fibrosis F0 a F2.

La mortalidad se asoció con el estadio de fibrosis al inicio del estudio. En las personas con fibrosis F0 a F2 al inicio del estudio, la tasa de muerte fue de 0,32 muertes por 100 personas-año de seguimiento, en comparación con 1,76 muertes por 100 personas-año en personas con fibrosis F4 (cirrosis). Las personas con fibrosis F4 tenían casi cuatro veces más probabilidades de morir durante el seguimiento en comparación con las personas con fibrosis F0-F2 (índice de riesgo 3,9; intervalo de confianza del 95%: 1,8-8,4).

La mortalidad relacionada con el hígado y la descompensación hepática también fueron más frecuentes en las personas con fibrosis F4, que tenían más de 12 veces más probabilidades de morir por una causa relacionada con el hígado durante el seguimiento en comparación con las personas con fibrosis F0-F2 (HR 12,7, 95% CI 1.8-88.6). Un total de 37 pacientes tuvieron un nuevo evento de descompensación durante el seguimiento y la incidencia de descompensación aumentó con el estadio de fibrosis, de 0,05 por 100 personas-año en personas con fibrosis F0-F2 a 2,69 por 100 personas-año en personas con fibrosis F4.

En un estudio anterior, la Red de Investigación Clínica NASH informó que el 14% de los participantes progresó de fibrosis F0-F2 a fibrosis F3 y el 2% progresó a fibrosis F4 durante un período de seguimiento medio de 4,5 años.

Los investigadores del estudio dicen que los agentes experimentales para el tratamiento de la EHNA deben evaluarse de acuerdo con su eficacia para prevenir la progresión a la cirrosis hepática. Los estudios también deben investigar si los tratamientos que dan como resultado la regresión de la fibrosis hepática también conducen a una reducción de la descompensación hepática en personas con NASH.

Pero en estudios a corto plazo, la resolución de NASH o una reducción de 2 puntos en la puntuación de actividad de NAFLD pueden ser marcadores apropiados para ensayos clínicos de tratamientos de NASH.

 

Fuente: infohep.org

Referencia: Sanyal A et al. Prospective study of outcomes in adults with nonalcoholic fatty liver disease. New England Journal of Medicine, 385 (17): 1559-1569, 2021.

Noticia traducida por ASSCAT

Las personas con fibrosis hepática avanzada presentan unas respuestas más débiles con las vacunas frente a la COVID-19

Las personas con fibrosis hepática avanzada presentan unas respuestas más débiles con las vacunas frente a la COVID-19

Entre el grupo de personas con esteatosis hepática no alcohólica (NAFLD, en sus siglas en inglés), aquellas que presentaban un grado de fibrosis hepática más avanzado no respondieron tan bien a la vacuna frente a la COVID-19 de Pfizer-BioNTech, según los resultados de un estudio presentados en el Congreso Internacional del Hígado 2021.

Estos y otros resultados procedentes de personas receptoras de trasplantes de hígado plantean la cuestión de si una tercera dosis de refuerzo podría mejorar su respuesta inmunitaria.

Estudios anteriores habían demostrado que las personas con enfermedades hepáticas (incluyendo cirrosis avanzada o enfermedad hepática alcohólica) eran más propensas a desarrollar un cuadro grave de COVID-19 y a morir por esta causa. Los hallazgos de otro estudio revelaron que la enfermedad del hígado graso (esteatosis hepática) puede ayudar a explicar por qué las personas obesas presentan una mayor probabilidad de desarrollar un caso grave de COVID-19.

El profesor Rifaat Safadi, del Centro Médico Universitario Hadassah (Jerusalén, Israel), junto a un equipo de colaboradores, analizó las respuestas generadas por la vacuna en dos cohortes de personas. La primera estaba compuesta por 511 personas vacunadas y se disponía de resultados de análisis de sangre para calcular las puntuaciones en la escala FIB-4. En esta cohorte, diez personas no desarrollaron respuestas de anticuerpos adecuadas tras la vacunación. Las respuestas fuertes de anticuerpos fueron menos frecuentes en aquellas personas con una puntuación FIB-4 superior a 2.

La segunda cohorte consistió en 140 personas con esteatosis hepática no alcohólica que se sometieron a biopsias del hígado. “Las personas con un grado más avanzado de fibrosis no respondieron tan bien a la vacunación”, afirmó Safadi. Entre las personas con fibrosis leve (estadio F1), el 39% presentó una respuesta excelente, mientras que el 28% tuvo una respuesta más débil. Sin embargo, entre las personas con fibrosis avanzada (estadio F3), solamente el 14% generó una respuesta excelente y el 17% una respuesta más débil. En el caso de los pacientes con cirrosis (estadio F4), las cifras correspondientes fueron del 8% y el 23%, de forma respectiva.

“Tener una mayor edad y un estado avanzado de fibrosis con esteatosis reducida constituyen factores de riesgo de que la persona genere una peor respuesta con la vacuna BNT162b2 de Pfizer”, concluyó el equipo de investigadores, que insta a que “en futuros ensayos se evalúe el uso de una tercera dosis de refuerzo de la vacuna en esas poblaciones con factores de riesgo”.

 

Fuente: infohep.org

Las mujeres que sufren el síndrome de ovario poliquístico presentan con mayor frecuencia NASH (esteatohepatitis no alcohólica) con fibrosis hepática avanzada

Las mujeres que sufren el síndrome de ovario poliquístico presentan con mayor frecuencia NASH (esteatohepatitis no alcohólica) con fibrosis hepática avanzada

Introducción

El síndrome de ovario poliquístico es una enfermedad endocrina relativamente común que afecta aproximadamente al 10% de las mujeres en edad reproductiva. La mayoría de las mujeres con ovario poliquístico tienen resistencia a la insulina y niveles altos de testosterona. También son relativamente frecuentes en estas mujeres, la dislipemia y la obesidad.

Las alteraciones hormonales y metabólicas se presentan junto a la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD), que ocurre en el 40-50% de las mujeres con ovario poliquístico y actualmente se reconoce como un grupo de riesgo para NAFLD/NASH.

No está claro si el síndrome de ovario poliquístico también está asociado con manifestaciones clínicamente más avanzadas de NAFLD, como la esteatohepatitis no alcohólica (NASH) y la fibrosis asociada a NASH. Por lo tanto, el objetivo del estudio fue evaluar si el síndrome de ovario poliquístico se asociaba a una lesión hepática asociada a la NAFLD más grave en comparación con las mujeres en edad reproductiva sin el síndrome de ovario poliquístico. Por lo que se aconseja que al diagnosticar síndrome de ovario poliquístico se realizara una ecografía abdominal y al revés, o sea se debería sospechar síndrome de ovario poliquístico en mujeres jóvenes que presentan NAFLD, así como evaluar la enfermedad hepática que podría ser más grave en esta población joven. Tales hallazgos también respaldarían los esfuerzos para evaluar los tratamientos de NASH en este grupo de riesgo distinto hormonal y metabólicamente.

Resumen

El síndrome de ovario poliquístico afecta al 10% de las mujeres en edad reproductiva y está marcado por menstruaciones irregulares y andrógenos altos. Es un factor de riesgo conocido para la esteatosis hepática confirmada por imagen, y el objetivo fue evaluar si el síndrome de ovario poliquístico influía en la gravedad histológica de la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

Métodos

Estudio retrospectivo de mujeres de 18 a 45 años con NAFLD confirmado por biopsia hepática entre 2008-2019. Se recogió si tenían comorbilidades metabólicas. Las características histológicas de la esteatohepatitis no alcohólica (NASH, en sus siglas en inglés) fueron evaluadas independientemente por dos patólogos que desconocían el diagnóstico de síndrome de ovario poliquístico.

Resultados

Entre 102 mujeres que cumplían los criterios del estudio, 36% (n = 37) tenían síndrome de ovario poliquístico; la media de edad fue de 35 años. Las mujeres con síndrome de ovario poliquístico tenían elevación de colesterol LDL (123 vs 101 mg/dL, p = 0,02), así como del IMC (38 vs 33 kg/cm2, p <0,01). NASH estuvo presente en el 76% de las mujeres con síndrome de ovario poliquístico vs 66% sin síndrome de ovario poliquístico (p = 0,3), y las pacientes con síndrome de ovario poliquístico tuvieron en mayor proporción balonización de los hepatocitos (32 vs 13%, p = 0,02), y presencia de fibrosis leve (84 vs 66%, p = 0,06) y fibrosis avanzada (16 vs 6%, p = 0,10). Ajustado por edad e IMC, el síndrome de ovario poliquístico se mantuvo asociado con balonización de los hepatocitos (OR 3,4, IC 95% 1,1-10,6, p = 0,03) y fibrosis avanzada (OR 7,1, IC 95% 1,3- 39, p = 0,02). Entre las mujeres con fibrosis avanzada, la media de edad fue 5 años menor en aquellas con síndrome de ovario poliquístico (40 frente a 45 años, p = 0,02).

Conclusión

El síndrome de ovario poliquístico se asocia independientemente con NASH más grave, incluida la fibrosis avanzada.

 

Referencia: Liver Int. 2019 Oct 18. doi: 10.1111/LIV.14279

Artículo traducido y adaptado por ASSCAT

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Regresión de la fibrosis hepática avanzada tras un tratamiento eficaz frente a la hepatitis C

Regresión de la fibrosis hepática avanzada tras un tratamiento eficaz frente a la hepatitis C

Aunque la fibrosis avanzada mejora en la mayoría de los pacientes tras la curación de la infección por el VHC, en una cuarta parte, la fibrosis todavía persiste.

De acuerdo con los resultados de un estudio sueco publicado en la edición de febrero de la revista Journal of Viral Hepatitis, las personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C (VHC) mejoran de forma significativa la fibrosis hepática avanzada tras lograr eliminar el VHC gracias al tratamiento. Este buen resultado se ve ensombrecido por el hecho de que la persistencia de la fibrosis avanzada se registre en una cuarta parte de los pacientes y empeore en un pequeño grupo de estos, lo que subraya la necesidad de seguir controlando de manera regular a estos pacientes tras la curación del VHC. Entre los factores de riesgo de fibrosis avanzada persistente se incluye tener cirrosis hepática antes de recibir tratamiento, edad avanzada y un elevado índice de masa corporal.

Es bien sabido que el riesgo de morbimortalidad en pacientes con infección crónica por el VHC está relacionado con el estadio de fibrosis. Por lo tanto, el diagnóstico preciso del estadio de fibrosis resulta crucial en el tratamiento de los pacientes con hepatitis C.

El estándar actual del tratamiento frente al VHC consiste en la combinación de antivirales de acción directa (DAA, en sus siglas en inglés) que permiten curar la infección a una amplia mayoría de los pacientes, con una buena tolerabilidad y con un curso corto de tratamiento. El objetivo del tratamiento es conseguir una respuesta virológica sostenida (RVS), es decir, que el ARN del VHC esté indetectable 12 semanas después de finalizar el tratamiento, lo que es sinónimo de la curación de la infección por el VHC. Sin embargo, muchas personas fueron tratadas de la hepatitis C en el pasado con una combinación ya en desuso formada por interferón y ribavirina.

Con el fin de arrojar más luz sobre los efectos a largo plazo de la eliminación del VHC sobre la enfermedad hepática, un grupo de investigadores suecos evaluaron a pacientes que tenían fibrosis avanzada antes de iniciar un tratamiento frente a la hepatitis C basado en interferón. Además, los investigadores quisieron determinar los factores de riesgo asociados con la persistencia de la fibrosis hepática avanzada tras obtener RVS al tratamiento.

Los expertos diseñaron un estudio de corte transversal en el que participaron 269 personas con infección crónica por el VHC que lograron una RVS al tratamiento. Todos ellos tenían fibrosis avanzada (F3) o cirrosis (F4) antes del inicio de la terapia. No se incluyeron en el estudio pacientes con cáncer hepático ni coinfectados por el VIH.

Para medir el estadio de fibrosis tras la curación de la infección por el VHC se utilizó la elastografía transitoria (también conocida con el nombre comercial FibroScan®), un método diagnóstico no invasivo que permite estimar la rigidez hepática, es decir, el daño producido en el hígado en pacientes con enfermedades hepáticas. Una rigidez hepática de 9,5 kPa es indicativa de fibrosis avanzada y una de 12,5 kPa o superior muestra la presencia de cirrosis. Se obtuvo información demográfica y datos clínicos de los historiales médicos de los pacientes. Todos los pacientes incluidos en el estudio habían sido tratados con regímenes que incluían interferón.

El estadio de fibrosis anterior al tratamiento fue determinado por medio de biopsia hepática en 181 pacientes, por elastografía transitoria en 81 participantes y por un diagnóstico clínico de cirrosis en siete pacientes. En total, un 44% de los pacientes tenían cirrosis antes del tratamiento. Un 59% de los participantes fueron hombres y la mediana de edad en el momento de lograr la respuesta virológica sostenida fue de 53 años.

La duración mediana del seguimiento clínico fue de 7,7 años, aunque esta cifra varió de forma considerable. El tiempo de seguimiento se situó por debajo de los 5 años en 115 pacientes, entre 5 y 10 años en 70 participantes y por encima de los 10 años en 84 personas.

La media del índice de masa corporal en el seguimiento fue de 26 kg/m2 –un valor que indicaría sobrepeso– y un 17% tuvieron un valor de IMC superior a 30 kg/m2, lo que indicaría obesidad. La diabetes se diagnosticó en un 13% de los participantes de los cuales alrededor de una quinta parte la desarrolló tras conseguir curarse de la hepatitis C. La mediana de rigidez hepática a nivel basal fue de 13,9 kPa, pero descendió a 6,6 kPa durante el seguimiento. Los pacientes que tenían cirrosis antes del tratamiento tuvieron de forma significativa una rigidez hepática mayor después de curarse (mediana de 8,5 kPa) que los pacientes que tenían fibrosis avanzada antes del tratamiento (mediada de 6 kPa).

La mayoría (87%) de los pacientes con fibrosis avanzada antes del tratamiento experimentaron una mejora de la rigidez hepática tras la curación. De forma similar, la rigidez hepática mejoró tras la curación en el 83% de los pacientes con cirrosis antes de recibir el tratamiento. La rigidez hepática pareció disminuir con el paso del tiempo en los pacientes con cirrosis antes del tratamiento: si un 48% de los pacientes con menos de 5 años de seguimiento todavía tenían una medición de rigidez hepática por encima de los 9,5 kPa, este porcentaje disminuyó hasta un 21% en aquellos pacientes que fueron seguidos durante 10 años o más.

Sin embargo, no se observó una regresión de la fibrosis en un 17% de los pacientes que tenían fibrosis avanzada antes de recibir el tratamiento. Tampoco se observó una mejora de la enfermedad hepática en un 13% de los pacientes con cirrosis antes del empezar el tratamiento. Además, en un 5% de los participantes, el estadio de fibrosis empeoró tras conseguir curarse.

En general, 64 participantes (24%) tuvieron unos valores medios de rigidez hepática de, como mínimo, 9,5 kPa tras la curación, lo que indica la persistencia de fibrosis avanzada. Aproximadamente, tres cuartas partes de estos tenían cirrosis antes de empezar el tratamiento. La persistencia de fibrosis avanzada tras la curación se asoció con tener cirrosis antes del tratamiento (cociente de probabilidades [CP]= 3,9; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 2,0 – 7,2), tener 55 años o más de edad (CP= 2,3; IC 95%: 1,2 – 4,3) y un índice de masa corporal por encima de 25 kg/m2 (CP = 2,3; IC 95%: 1,1 – 4,6). Siete pacientes con fibrosis avanzada antes del tratamiento progresaron a cirrosis después de haberse curado. Todos ellos tenían más probabilidades de tener diabetes que los que no progresaron a cirrosis (p = 0,02).

En sus conclusiones los investigadores sugieren que a los pacientes con sobrepeso se les debería recomendar adelgazar antes de empezar el tratamiento frente a la hepatitis C y apoyarlos para lograr este objetivo.

De acuerdo con los investigadores, aunque su estudio no fue diseñado para evaluar la correlación entre medición de la rigidez hepática y el riesgo de desarrollar hepatocarcinoma celular, en el estudio se registraron casos de pacientes que, incluso habiendo experimentado una mejora de la fibrosis, desarrollaron cáncer de hígado hasta 15 años después de curarse. Este hallazgo subraya la importancia del continuar realizando el cribado del cáncer de hígado incluso en pacientes en los que se ha producido una regresión de la cirrosis tras la curación.

Los autores de esto estudio destacan que la regresión de la fibrosis hepática tras la curación se produjo en la amplia mayoría de los pacientes del estudio tras un largo seguimiento. Además, de acuerdo con sus hallazgos, consideran que la regresión de la fibrosis es un proceso continuo a largo plazo y a lo largo de los años.

Fuente: infohep / gTt-VIH, Juanse Hernández
Referencia: Hedenstierna M, Nangarhari A, El-Sabini A, et al. Cirrhosis, high age and high body mass index are risk factors for persisting advanced fibrosis after sustained virologic response in chronic hepatitis C. J Viral Hep, online edition, 2018.

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