Un estudio identifica un desencadenante de la enfermedad hepática más común del mundo.
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Virginia (Estados Unidos) han descubierto un desencadenante clave de la hepatopatía grasa no alcohólica, una misteriosa enfermedad que provoca la acumulación de grasa en el hígado sin motivo aparente.
Estos nuevos hallazgos, publicados en la revista científica Genome Research, ayudan a explicar la afección en personas jóvenes y podrían conducir al primer tratamiento para la enfermedad hepática más común del mundo.
El culpable es la formación de arrugas en el compartimento celular que contiene nuestro ADN. Investigaciones anteriores de estos científicos sugerían que estos núcleos celulares arrugados podrían estar implicados en enfermedades metabólicas comunes como la diabetes y la enfermedad del hígado graso, e incluso en el propio envejecimiento.
Estos nuevos resultados refuerzan estos hallazgos y podrían conducir a tratamientos dirigidos a las arrugas para detener la enfermedad del hígado graso y, posiblemente, ralentizar o revertir el envejecimiento.
“Hemos hallado un mecanismo común en el que intervienen el núcleo y la lámina nuclear y que conduce a la acumulación de grasa en el hígado en individuos de edad avanzada y en personas jóvenes con hígado graso no alcohólico. Nuestros hallazgos podrían conducir a tratamientos novedosos dirigidos a restaurar la función de la lámina nuclear para controlar los genes aberrantes y revertir el hígado graso en pacientes jóvenes con enfermedad de hígado graso no alcohólico o en individuos de edad avanzada”, ha explicado la investigadora principal, Irina M. Bochkis.
La enfermedad del hígado graso es común entre las personas que consumen grandes cantidades de alcohol: el almacenamiento excesivo de grasa en el hígado es una señal de alarma de que una persona bebe en exceso.
Sin embargo, la enfermedad del hígado graso no alcohólico afecta a personas que beben poco o nada, sobre todo a las personas mayores y a las que padecen diabetes tipo 2. Aproximadamente el 40% de las personas mayores de 70 años padecen esta enfermedad.
Para muchas personas, la enfermedad del hígado graso es asintomática. Puede que ni siquiera sean conscientes de que la padecen. Pero a otras puede causarles debilidad, fatiga y dolor abdominal, mermando su calidad de vida. Por desgracia, no existe tratamiento.
Disfunción celular
Los médicos se han esforzado por comprender qué desencadena la enfermedad del hígado graso no alcohólico, pero este nuevo descubrimiento sugiere que puede estar causada, al menos en parte, por un mal funcionamiento de los ‘discos duros’ que contienen las instrucciones de funcionamiento de nuestras células.
Estos cambios comienzan en el núcleo celular, donde se almacenan nuestros cromosomas, y alteran la actividad de ciertos genes, lo que en última instancia conduce a la acumulación de grasa en el hígado.
La investigación sugiere que el fallo comienza en una porción del núcleo denominada lámina. La lámina actúa como anclaje entre la membrana nuclear y el material genético que contiene, denominado cromatina.
Según Bochkis y su equipo, la formación de arrugas en la lámina afecta a la actividad de los genes que controlan el almacenamiento de grasas. Cuando estos genes se vuelven hiperactivos, el hígado se llena de grasas en exceso, lo que provoca la enfermedad del hígado graso no alcohólico.
Para verificar sus hallazgos, los investigadores analizaron células hepáticas obtenidas de pacientes humanos jóvenes, de entre 21 y 51 años, con hígado graso no alcohólico.
Los científicos encontraron exactamente lo que esperaban: una lámina arrugada. Esto ayuda a explicar por qué la enfermedad puede afectar a personas de cualquier edad, afirman los investigadores, y debería ser útil para identificar a las personas de riesgo.
Si se atacan los cambios nocivos de la lámina, los investigadores podrían desarrollar formas de tratar o incluso prevenir la enfermedad del hígado graso no alcohólico (y posiblemente otras enfermedades metabólicas e incluso el envejecimiento).
Por ejemplo, Bochkis ha señalado que los científicos podrían utilizar virus a medida para administrar diferentes proteínas laminares al hígado con el fin de alisar las superficies de las membranas y restablecer el correcto funcionamiento de las células.
“En la actualidad no existe ningún tratamiento para el hígado graso no alcohólico ni ningún método para estratificar a los pacientes. Nuestros hallazgos podrían conducir a una estratificación mejorada y a un tratamiento novedoso sin efectos secundarios en el que el restablecimiento de la función de la lámina devuelva a la célula a un estado saludable con la expresión génica adecuada”, ha concluido Bochkis.
Fuente: elmedicointeractivo.com