El cáncer de hígado es un tumor que sigue siendo desconocido para muchos. Apenas provoca síntomas en las primeras fases y, cuando aparece, suele ser en un estudio avanzado de la enfermedad.

Es uno de los tumores con mayor mortalidad asociada y, a pesar de que en muchos casos es un cáncer prevenible, el número de nuevos diagnósticos no ha dejado de crecer en los últimos años. Hablamos del cáncer de hígado, un tipo de tumor no muy conocido que puede tener un buen pronóstico si se diagnostica precozmente.

¿Qué es el cáncer de hígado?

El hígado es el órgano interno más grande de nuestro cuerpo y desarrolla funciones vitales, como convertir los alimentos en energía, filtrar y limpiar nuestra sangre o secretar bilis. En condiciones normales, el hígado tiene la capacidad de regenerarse y renovar sus células (hepatocitos), bien como parte del proceso fisiológico de mantenimiento del órgano, bien como consecuencia de algún daño. Pero, en ocasiones, se produce un error en este proceso y es entonces cuando se produce un cáncer de hígado. Es entonces cuando se produce un cáncer de hígado.

No es un tipo de tumor poco común: con más de 900.000 nuevos diagnósticos al año, es el sexto cáncer más diagnosticado en el mundo. En España, más de 6.500 personas (varones en su gran mayoría) reciben anualmente este diagnóstico. Es, además, la tercera causa principal de muerte por cáncer en el mundo, y la sexta en nuestro país. Aun así, su conocimiento sigue siendo una asignatura pendiente para buena parte de la sociedad.

No debemos confundir el cáncer de hígado primario con el secundario o metastásico. En el primero, el tumor se origina en el propio hígado; en el segundo, el origen del cáncer es otro órgano -mama, pulmón, páncreas, colon o estómago son los más habituales-, pero las células cancerosas han llegado hasta el hígado, se han acumulado allí y han dado origen a ese cáncer hepático secundario.

¿Por qué se produce?

Detrás de este tumor hay múltiples causas, pero un concepto debe quedarnos claro: en la mayoría de los casos su aparición está estrechamente ligada a la presencia de la enfermedad hepática crónica. Y esta enfermedad puede estar producida por diferentes factores:

  • Hepatitis: la hepatitis viral es el principal factor de riesgo para desarrollar un cáncer de hígado.
  • Alcohol: el consumo excesivo de alcohol puede dañar a las células hepáticas y es otro importante factor de riesgo del cáncer de hígado.
  • Acumulación de grasa: un importante factor de riesgo, que cada día va en aumento, es la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NASH, por sus siglas en inglés). Se trata de una patología caracterizada por la acumulación excesiva de grasa en el hígado, y se relaciona con enfermedades como la diabetes o la obesidad, así como con el consumo de comidas ricas en grasas.
  • Hemocromatosis hereditaria: se trata de una enfermedad por la que el organismo absorbe y acumula en el hígado demasiado hierro, lo que provoca un daño hepático.

 Al cáncer de hígado no se llega de la noche a la mañana. Se trata de un proceso que se inicia cuando los hepatocitos se dañan por alguna de las causas que hemos mencionado antes (infección vírica, consumo de tóxicos, hígado graso, hemocromatosis…) y se genera una lesión. Cuando los daños se repiten en el tiempo, la cicatriz va creciendo y dando lugar a una fibrosis. Puede llegar un momento en el que la fibrosis progrese a cirrosis debido a que las células hepáticas están ya irremediablemente dañadas y no se pueden generar.

  • La mayoría de los hepatocarcinomas, entre el 60 y el 90%, se producen a partir de una cirrosis.
  • Vigilar la enfermedad hepática crónica y frenar su evolución es la mejor forma de prevenir el cáncer de hígado.
  • Para facilitar un diagnóstico precoz, los pacientes con cirrosis hepática de cualquier etiología deben ser considerados para participar en programas de cribado. Las recomendaciones sugieren una ecografía abdominal cada seis meses.

¿Qué síntomas produce?

Al inicio del artículo nos referíamos al cáncer de hígado como un tumor que no da señales o síntomas concretos. Y es así porque suele permanecer silente hasta que se encuentra en una fase avanzada. En los estadios iniciales, los síntomas son inespecíficos y pueden confundirse con los de otras enfermedades, por lo que son difíciles de identificar. Hay que tener en cuenta que el interior del hígado ‘no duele’, y además, al estar en su mayor parte cubierto por la caja torácica, no resulta fácil su detección mediante palpación en un examen torácico.

Entre los síntomas generales que nos pueden alertar de un posible tumor hepático tenemos: pérdida de peso involuntaria, dolor en el abdomen, fatiga y debilidad general, náuseas o vómitos, pérdida de apetito y saciedad temprana, y heces blanquecinas. Pero estos signos suelen presentarse en etapas avanzadas, cuando el abordaje de la enfermedad es ya muy difícil. Por eso son tan importantes la prevención y el diagnóstico precoz.

La prevención, clave en la lucha contra el cáncer de hígado

Si analizamos estas pinceladas que hemos dado sobre el cáncer de hígado, nos encontramos con una paradoja: se trata de un cáncer que en muchos casos es prevenible; aun así, es la tercera causa principal de muerte por cáncer y es uno de los cánceres en los que la mortalidad va aumentando. ¿Qué está fallando?

“Está fallando la prevención”, explica Eva Pérez Bech, presidenta de la Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados Hepáticos (FNETH). “Es crucial atajar el impacto de las enfermedades hepáticas. Y no se trata sólo de las hepatitis virales: parece que no se le está prestando suficiente atención al hígado graso no alcohólico, que no deja de crecer debido a unos hábitos de vida poco saludables: obesidad, consumo de comidas grasas, sedentarismo…”.

Trasplantada de hígado en 1995, Pérez Bech conoce en primera persona el cáncer de hígado y sus consecuencias, tanto físicas como psicológicas y sociales. “Uno de los problemas es el de la invisibilidad. Yo siempre digo que de lo que no se habla, parece que no existe, y del cáncer de hígado rara vez se habla. Ni en público ni en privado. Porque en torno a esta enfermedad, asegura, se ha creado un estigma que favorece su ocultación. “Lleva toda la vida el estigma del mal vivir, como si fuera una enfermedad de personas con hábitos poco recomendables”. Acostumbrada al trato con los pacientes, explica que hay muchos que “ocultan que tienen cáncer de hígado. Prefieren decir que tienen cáncer de estómago y lo hablan sólo con el entorno más cercano”.

La vida con cáncer de hígado no es sencilla, reconoce, “sobre todo, cuando lo unimos a ese mal pronóstico que hemos tenido hasta hace muy poco tiempo. Ahora parece que comienza a haber una pequeña luz con los nuevos tratamientos, parece que podemos empezar a tener más esperanzas”. Pero lo crucial es, asegura, luchar para evitar llegar a ese punto en el que el tratamiento y la curación se hacen tan difíciles: “Es necesario un plan de actuación y prevención en cáncer de hígado, de forma que se llegue al diagnóstico precoz”.

El diagnóstico precoz es, precisamente, el caballo de batalla en la lucha contra este cáncer. Si se detecta a tiempo, se consigue un alto incremento en las tasas de supervivencia de los pacientes a cinco años. Hay que estar encima de todas las enfermedades hepáticas crónicas”. Es la petición que hacen desde la FNETH, así como la importancia de la equidad en el acceso a los medicamentos y a los tratamientos más avanzados. “Que tu código postal no determine la calidad de tu atención”.

¿Cómo se trata?

Sobre la invisibilidad y los estigmas también nos habla Beatriz Pérez Sanz, directora médica de Roche: “Frente a otros más conocidos como el de mama o el de pulmón, el cáncer de hígado pasa un poco desapercibido para la población, pese a que es una de las principales causas de muerte por cáncer y uno de los tumores cuya mortalidad va en aumento. Además, cuenta con el estigma de estar muy asociado al consumo de alcohol y a otros malos hábitos de vida”.

También ella incide en la importancia de la prevención y la detección precoz: “Si se diagnostica de forma temprana, es posible incluso eliminar completamente el tumor. Por ello es tan importante fomentar los programas de prevención y concienciar sobre la importancia de una dieta adecuada y de la práctica de ejercicio físico”.

Es fundamental este esfuerzo, dado que, en fases avanzadas, las opciones de tratamiento son más limitadas.

 

Fuente: elconfidencial.com

Related Post