El nuevo presidente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), el hepatólogo Manuel Romero, ha llegado al cargo con “enorme satisfacción” y se ha planteado varias líneas de acción con el fin de visibilizar que las enfermedades del hígado “se están transformando en un problema de salud de primera magnitud por su prevalencia”.

Nacido en 1967, Romero es jefe de la Sección de Hígado y Gastroenterología del Hospital Universitario Virgen del Rocío, catedrático de Medicina de la Universidad de Sevilla y acumula una intensa trayectoria clínica, investigadora y académica sobre las enfermedades del hígado.

“Me hace mucha ilusión. Uno en la vida va haciendo cosas y teniendo responsabilidades pero ser presidente es una posición que me genera una enorme satisfacción”, asegura Romero en una entrevista con EFESalud.

La salud hepática

Para los próximos dos años que estará en la presidencia, el hepatólogo se ha marcado el objetivo principal de “intentar colocar la salud hepática como un problema real de la sociedad española”.

Para ello, la AEEH trabaja en una estrategia nacional con el fin de conocer “cuáles son las debilidades, las fortalezas, las oportunidades y las amenazas que tenemos” en este campo.

“Lo que sí es verdad es que la medicina va cambiando delante de nuestras narices y sin darnos cuenta, cosas que uno creía que no pasaban están pasando, y cosas que estaban pasando y uno no veía ahora las ve con absoluta nitidez y las enfermedades hepáticas se están transformando en un problema de salud de primera magnitud por su prevalencia”, reflexiona Romero. 

En este sentido incide fundamentalmente en la enfermedad del hígado graso “un problema tremendo”, que afecta a uno de cada tres españoles, actúa como catalizadora para el desarrollo de complicaciones y está muy relacionada con las alteraciones metabólicas como la hipertensión, la diabetes y la obesidad.

El hígado graso se caracteriza por la acumulación de ácidos grasos y triglicéridos en las células hepáticas y puede causar inflamación del órgano, con la posibilidad de desarrollar fibrosis y derivar en daño hepático crónico o cirrosis.

La importancia de la prevención

Por eso, Romero aboga por concienciar sobre la importancia de implementar estrategias para la prevención, pero no sólo de ésta sino también para otras patologías del hígado como las hepatitis o la enfermedad hepática alcohólica.

“Si detectamos a un paciente una hepatitis B, le podemos poner un tratamiento; o una hepatitis C, le ponemos en tratamiento y le curamos en el cien por cien de los casos; si detectamos a una persona que toma alcohol y tiene daño en el hígado y conseguimos que deje de tomarlo, el daño revierte y desaparece”, subraya el hepatólogo sobre la importancia de la prevención y la detección precoz de las enfermedades del hígado.

Mejorar la formación en hepatología

Romero se ha marcado una segunda línea de actuación para estos dos años con el fin de mejorar el papel de la hepatología en la formación del médico español. Así, la AEEH quiere trabajar “de la mano del Ministerio de Sanidad” para la creación de un área de capacitación específica.

“Hay que mejorarla porque la hepatología pertenece a la especialidad de aparato digestivo, que está muy bien así, pero es verdad que se ha desarrollado una complejidad en el manejo tanto por métodos diagnósticos, de la medicina de precisión (…) que en cuatro años de residencia no da tiempo a formarse para sentirse cómodo a la hora de hacer, por ejemplo, biopsias hepáticas o endoscopias de la hipertensión portal”, sostiene Romero.

Por ello, considera que sería muy “interesante” crear ese área de capacitación para que el residente “termine de formarse como hepatólogo experto”.

A juicio del presidente de la AEEH, aumentaría aún más el nivel de los hepatólogos en España.

Medicina de precisión en hepatología

Y una tercera línea que se ha marcado Romero es trabajar con Sanidad, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y los hospitales en todo el desarrollo de la medicina de precisión en hepatología.

“Por ejemplo, la del hígado graso está claro que es una enfermedad, pero la medicina de precisión nos va a permitir estratificar a los pacientes de manera correcta y vamos a encontrar al menos seis, siete grupos diferentes”, abunda el presidente de la AEEH. Desde la Asociación, se pondrán en marcha programas formativos en esta materia.

Otras enfermedades del hígado que preocupan

Romero ve un horizonte muy esperanzador para la hepatitis C tras el hallazgo de tratamientos “súper eficaces” que apuntan hacia la eliminación de esta enfermedad.

“Estamos muy cerca, estamos cribando y hay programas de cribado que no detectan ya ningún paciente virémico. Es algo maravilloso. Nos queda el último empujón”, augura.

Con la hepatitis C en una situación inimaginable hace no tantos años, el hígado graso es de las patologías que más preocupan, tal y como ya ha comentado el doctor, pero hay otras, como la hepatitis B, que sigue dando trabajo.

“Y la pareja de baile del hígado graso es el alcohol”, apunta Romero porque una persona que consume esta sustancia y tiene un hígado que no está sano se “transforma en una píldora explosiva”.

Por eso, el hepatólogo defiende una política de salud pública sobre el consumo de alcohol.

El silencio de las enfermedades del hígado

Uno de los problemas fundamentales en torno a las enfermedades del hígado es el silencio con el que actúan.

Según Romero, dos de cada tres pacientes que ingresan en el hospital con una descompensación de una enfermedad hepática no tenían idea alguna de que padecieran una patología en el hígado.

“Todo se produce de manera muy silenciosa, vas por la vida y no tienes sensación de enfermedad porque el hígado no duele, entonces tenemos siempre que investigar para hacer el diagnóstico lo antes posible porque si no, vamos a llegar tarde”, sentencia el hepatólogo.

Sobre ello, Romero indica que cuando una enfermedad hepática grave se manifiesta es porque ya se han pasado todas las barreras y de lo poco que queda es el trasplante “y no hay para todos”.

Lo mejor para detectar enfermedades del hígado es la ecografía y los análisis de sangre, en los que hay que observar las transaminasas, las plaquetas y la edad del paciente.

Con estas dos herramientas podemos separar a la población española en dos: los que tienen enfermedad hepática que potencialmente pudiera ser importante y los que no. “Son marcadores de gran poder, baratos y muy fáciles de usar”, concluye el presidente de la AEEH.

 

Fuente: efesalud.com

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