Un tipo de célula reguladora puede controlar la regeneración del hígado

Un tipo de célula reguladora puede controlar la regeneración del hígado

El hígado humano tiene la mayor capacidad regenerativa de cualquier órgano del cuerpo, pudiendo volver a crecer incluso a partir de una amputación del 70%.

El hígado humano tiene la mayor capacidad regenerativa de cualquier órgano del cuerpo, pudiendo volver a crecer incluso a partir de una amputación del 70%, lo que ha permitido trasplantes de donante vivo. Aunque el hígado se regenera completamente después de una lesión, aún se desconocen los mecanismos que regulan cómo activar o detener el proceso y cuándo termina la regeneración.

Investigadores del Instituto Max Planck de Biología Celular Molecular y Genética (MPI-CBG), del Instituto Gurdon y de la Universidad de Cambridge han descubierto que un tipo de célula reguladora, la célula mesenquimatosa, puede activar o detener la regeneración del hígado. Las células mesenquimales lo hacen por el número de contactos que establecen con las células en regeneración (células epiteliales).

Este estudio sugiere que los errores en el proceso de regeneración, que pueden dar lugar a cáncer o enfermedades crónicas del hígado, son causados ​​por un número incorrecto de contactos entre ambas poblaciones.

Los mecanismos moleculares por los que las células hepáticas adultas desencadenan la respuesta regenerativa siguen siendo en gran parte desconocidos. Aproximadamente 29 millones de personas en Europa padecen una enfermedad crónica del hígado, como cirrosis o cáncer de hígado. Son una de las principales causas de morbilidad y mortalidad y las enfermedades hepáticas son responsables de aproximadamente dos millones de muertes al año en todo el mundo. Actualmente, no existe cura y los trasplantes de hígado son el único tratamiento para la insuficiencia hepática. Por lo tanto, los científicos están explorando nuevas opciones sobre cómo activar la capacidad regenerativa del hígado como un medio alternativo para restaurar la función.

Los investigadores estudian los principios biológicos de la regeneración del hígado en adultos. En 2013, Meritxell Huch, junto con el profesor Hans Clevers, desarrollaron los primeros organoides hepáticos: tejidos hepáticos en miniatura generados a partir de células hepáticas de ratón en un plato en el laboratorio. Los investigadores incluso lograron trasplantar el organoide a un ratón, donde pudo realizar funciones hepáticas. En 2015, transfirieron con éxito esta tecnología de organoides hepáticos para cultivar hígado humano en un plato a partir de biopsias de hígado humano y en 2017 desarrollaron un sistema similar a partir del cáncer de hígado humano.

Una observación sorprendente

Las dos células funcionales principales del hígado adulto son los hepatocitos, que realizan muchas de las funciones del hígado, y las células ductales, que forman la red de pequeños conductos que llevan la bilis al intestino. Estos funcionan junto con otras células de soporte, como los vasos sanguíneos o las células mesenquimales. Para la construcción de organoides hepáticos, al principio, los investigadores solo usaban células ductales del conducto biliar.

Para mejorar este modelo y hacerlo más similar al hígado real, la estudiante de doctorado Lucía Cordero-Espinoza y la investigadora postdoctoral Anna Dowbaj planearon construir un organoide hepático más complejo que imite mejor las interacciones celulares y la arquitectura del tejido hepático adulto. Para eso agregaron mesénquima hepático, un tipo de célula reguladora del tejido conectivo, que sostiene la estructura tubular del conducto biliar“Colocamos las células mesenquimales junto al organoide, hecho de las células ductales, en una placa de Petri y vimos que no se tocaban ni conectaban, como sucede en el tejido nativo”, ha señalado Anna Dowbaj. Los investigadores se pusieron en contacto con Florian Hollfelder de la Universidad de Cambridge, quien conocía un método que permite combinar las células en pequeños geles que les permiten encontrarse y establecer contacto.

“Estábamos emocionados de ver cómo nuestro organoide nuevo y más complejo estaba recapitulando la arquitectura del tejido en un plato, así que decidimos estudiar cómo se comportan las células y filmarlas bajo un microscopio. Para nuestra sorpresa, vimos un comportamiento totalmente inesperado: el tejido (organoide) se encogió al tocar las células mesenquimales pero creció en ausencia de contactos. Este comportamiento paradójico fue muy llamativo”, ha comentado Anna Dowbaj.

Menos es más

En un hígado sano, existe un número definido de contactos entre las células ductales y las células mesenquimales, lo que dice a las células ductales que no se hagan más de sí mismas y que permanezcan como están. Una vez que el tejido sufre daño, las células mesenquimales disminuyen su número de contactos con las células ductales, por lo que pueden multiplicarse para reparar el daño.

A partir de su observación, los investigadores concluyeron que, en lugar del número absoluto de ambos tipos de células, es el número de contactos celulares lo que controla cuántas células se producen para reparar el tejido dañado. Demasiados toques por parte de las células mesenquimales significa que se están produciendo menos o ninguna nueva célula ductal, y menos toques significa que se están produciendo más células.

 

Fuente: consalud.es

Un antimicrobiano que se encuentra en algunos jabones podría empeorar la enfermedad del hígado graso

Un antimicrobiano que se encuentra en algunos jabones podría empeorar la enfermedad del hígado graso

El triclosán, un antimicrobiano que se encuentra en muchos jabones y otros artículos de uso doméstico, empeora la enfermedad del hígado graso, según una investigación llevada a cabo por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Diego (Estados Unidos) en ratones alimentados con una dieta alta en grasas; lo que podría arrojar luz sobre el desarrollo de posibles terapias para el hígado graso asociado a los tóxicos.

El estudio, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, también detalla los mecanismos moleculares por los que el triclosán interrumpe el metabolismo y el microbioma intestinal, al tiempo que elimina las protecciones naturales de las células hepáticas.

“El uso cada vez más amplio del triclosán en productos de consumo presenta un riesgo de toxicidad hepática para los seres humanos”, ha manifestado el profesor del Departamento de Farmacología de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego, el doctor Robert H. Tukey. “Nuestro estudio muestra que los factores comunes que encontramos en la vida diaria, como la presencia del triclosán, junto con la prevalencia de un alto consumo de grasa dietética, constituyen una buena receta para el desarrollo de la enfermedad del hígado graso en ratones”, ha añadido.

En un estudio con ratones realizado en 2014, el equipo de Tukey encontró que la exposición al triclosán promovía la formación de tumores en el hígado, al interferir con una proteína responsable de eliminar los químicos extraños en el cuerpo.

Así, en este último estudio, los investigadores alimentaron con una dieta alta en grasas a los ratones con diabetes tipo 1. Tal y como habían demostrado estudios anteriores, la dieta alta en grasas condujo a la enfermedad de hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés). En los humanos, dicha patología es una condición cada vez más común que puede llevar a la cirrosis y al cáncer de hígado; además, la diabetes y la obesidad son factores de riesgo para desarrollar la enfermedad, según advierten los expertos.

En este sentido, algunos de los ratones que participaron en el estudio también fueron alimentados con triclosán, lo que dio lugar a concentraciones en la sangre comparables a las encontradas en estudios con humanos. En comparación con los ratones que sólo fueron alimentados con una dieta alta en grasas, el triclosán aceleró el desarrollo del hígado graso y la fibrosis.

Así las cosas, de acuerdo con el estudio, comer una dieta alta en grasas normalmente “le dice a las células que produzcan más factor de crecimiento de fibroblastos 21, lo que ayuda a proteger las células del hígado de los daños”, ha explicado Tukey. El investigador, junto con su equipo, descubrieron que el triclosán se enreda con dos moléculas, ATF4 y PPARgamma, que las células necesitan para producir el factor de crecimiento protector.

Además, el antimicrobiano también interrumpió una variedad de genes involucrados en el metabolismo. En este sentido, los ratones expuestos al triclosán tenían menos diversidad en sus microbiomas intestinales, esto es, menos tipos de bacterias que vivían en los intestinos y una composición similar a la de los pacientes con enfermedad de hígado graso. La menor diversidad de los microbiomas intestinales se asocia generalmente con una peor salud.

Hasta ahora, estos hallazgos sólo han sido observados en ratones que ingirieron triclosán. Pero dado que estos mismos sistemas moleculares también operan en los seres humanos, la nueva información ayudará a los investigadores a comprender mejor los factores de riesgo de la desarrollar dicha patología hepática, y les dará un nuevo punto de partida para diseñar posibles intervenciones para prevenir y mitigar la condición.

“Este mecanismo subyacente nos da ahora una base sobre la cual desarrollar potenciales terapias para el hígado graso asociado a los tóxicos”, ha manifestado Tukey, quien también es director del Programa del Superfondo del Instituto Nacional de Ciencias de la Salud Ambiental de la UC San Diego.

En 2016, la Administración de Drogas y Alimentos de los Estados Unidos (FDA, en sus siglas en inglés) dictaminó que los productos de lavado de venta libre ya no pueden contener triclosán, dado que no se ha demostrado que sea seguro o más eficaz que el lavado con agua y jabón común. Sin embargo, el antimicrobiano se sigue encontrando en algunos productos de uso doméstico y médico, así como en los ecosistemas acuáticos, incluidas las fuentes de agua potable.

 

Fuente: infosalus.com

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Identifican factores esenciales para la infección crónica por hepatitis B

Identifican factores esenciales para la infección crónica por hepatitis B

Investigadores de la Universidad de Princeton, en Estados Unidos, han identificado un conjunto de proteínas humanas que el virus de la hepatitis B (VHB) utiliza para establecerse de forma permanente dentro de las células hepáticas, según publican en la revista Nature Microbiology.

Este hallazgo podría sugerir nuevas direcciones para las terapias para tratar la infección crónica por el VHB, una enfermedad que aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de hígado y es responsable de casi 900.000 muertes en todo el mundo cada año.

Más de 250 millones de personas están infectadas crónicamente con el VHB

La afección sigue siendo incurable y los pacientes actualmente requieren tratamiento de por vida con medicamentos antivirales que aún los dejan en un mayor riesgo de desarrollar no sólo cáncer de hígado sino también otras enfermedades del hígado, incluida la cirrosis hepática.

Cuando el VHB ingresa por primera vez a las células hepáticas de su huésped, su genoma de ADN contiene varios huecos y otras imperfecciones que deben repararse antes de que el virus pueda establecer una infección permanente.

Para hacer esto, el VHB debe contar con la ayuda de la maquinaria de reparación de ADN de su célula huésped, pero exactamente qué componentes de esta maquinaria necesita el virus sigue siendo un misterio durante décadas.

Para identificar los componentes necesarios para reparar el ADN del VHB, Alexander Ploss, profesor asociado de Biología Molecular en Princeton, y su compañero posdoctoral Lei Wei, recrearon el proceso en un tubo de ensayo.

Los investigadores probaron docenas de factores de reparación de ADN y descubrieron que un conjunto de sólo cinco factores purificados de células humanas era suficiente para el proceso de reparación. Eliminar incluso uno de estos cinco factores evitó que el proceso de reparación se completara con éxito, lo que sugiere que atacar cualquiera de estos cinco factores puede prevenir potencialmente la infección por el VHB.

Uno de los factores de reparación esenciales, una enzima conocida como ADN polimerasa delta, es inhibida por un medicamento llamado aphidicolina. Wei y Ploss descubrieron que el tratamiento con afidicolina puede prevenir la reparación del ADN del VHB, no sólo en el tubo de ensayo sino también en las células hepáticas infectadas por el virus.

Ploss espera que más estudios revelen exactamente cómo los cinco factores de reparación trabajan juntos para reparar el genoma del VHB.

“Nuestro estudio es un excelente punto de partida para responder finalmente la pregunta de hace décadas de cómo se genera la forma estable del ADN del virus. Hasta que comprendamos este proceso, que es crucial para la persistencia del VHB, las terapias clínicas dirigidas que pueden eliminar completamente la infección permanecerán fuera del alcance, destaca Ploss.

 

Fuente: infosalus.com

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¿Qué es la hepatitis autoinmune? Síntomas, causas y cómo tratar la enfermedad

¿Qué es la hepatitis autoinmune? Síntomas, causas y cómo tratar la enfermedad

La hepatitis autoinmune consiste en la inflamación del hígado a causa del ataque por parte del sistema inmunitario hacia las células hepáticas. Si no se trata a tiempo, puede convertirse en cirrosis y, más adelante, en insuficiencia hepática. Si se trata a tiempo, la enfermedad puede corregirse. En caso extremo se recurre a un trasplante de hígado.

Causas de la hepatitis autoinmune

Factores genéticos y ambientales

No se ha averiguado con certeza cuáles son las causas de la hepatitis autoinmune, pero parece evidente que hay factores genéticos y ambientales que tienen relación con esta enfermedad. Este tipo de hepatitis aparece porque el sistema inmunitario ataca al hígado y provoca una inflamación. Se desconocen las causas de este ataque aunque parece que la intervención de unos genes puede estar detrás de esta anomalía, al igual que alguna infección viral.

Hay dos tipos de hepatitis autoinmune. La de tipo 1 es la más habitual y afecta sobre todo a personas que tienen otros problemas del sistema inmunitario. La del tipo 2 afecta especialmente a niños y jóvenes. En general, esta hepatitis tiene más incidencia entre las mujeres.

Si no se trata, puede crear otros problemas como la aparición de cirrosis, varices esofágicas, insuficiencia hepática e incluso cáncer de hígado.

Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer hepatitis autoinmune están:

  • Ser mujer.
  • Antecedentes de ciertas infecciones como: sarampión, herpes simple, el virus de Epstein-Barr o por hepatitis A, B o C.
  • Predisposición genética.
  • Tener una enfermedad autoinmune como: enfermedad celíaca, artritis reumatoide, o enfermedad de la tiroides.

Síntomas de la hepatitis autoinmune

Variedad de síntomas

Los síntomas dependen de cada caso, pero hay algunos que aparecen con frecuencia:

  • Sensación de cansancio.
  • Dolor en el abdomen.
  • Dolor articular.
  • Dolor muscular.
  • Retraso o ausencia de menstruación.

Diagnóstico de la hepatitis autoinmune

Biopsia de hígado

El médico necesita tener los resultados de algunas pruebas para confirmar el diagnóstico. Las dos pruebas necesarias son el análisis de sangre para conocer los anticuerpos; especialmente importantes para el diagnóstico la presencia de anticuerpos antinucleares, antimúsculo liso o antihígado riñón (LKM1). Estos últimos se presentan en el tipo 2 de hepatitis autoinmune que afecta normalmente a niños y que implica un tratamiento crónico. Otra prueba es la biopsia de hígado para evaluar el grado de afectación en este órgano.

Tratamiento de la hepatitis autoinmune

Detener los ataques del sistema inmunitario

El tratamiento persigue frenar el ataque del sistema inmunitario contra su propio hígado. El tratamiento incluye prednisona. Se trata de una medicación que tiene efectos secundarios graves, como diabetes, o presión arterial alta. Por eso hay que graduar su uso. Si la medicación no surge efecto se puede recurrir a un trasplante de hígado.

Prevención de la hepatitis autoinmune

No hay prevención clara

No se puede prevenir, pero es recomendable seguir hábitos saludables de alimentación y de estilo de vida.

 

Fuente: lavanguardia.com

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