La detección del abuso de alcohol en todas las personas que ingresan por urgencias es factible e identifica a pacientes con alto riesgo de enfermedad hepática. Experiencia de Portsmouth, Inglaterra

19/12/2018 | Artículos, Artículos científicos

El consumo de alcohol representa una elevada carga de la atención médica en todo el mundo. La enfermedad hepática asociada con el alcohol (ALD, en sus siglas en inglés) es una causa creciente de cirrosis hepática en especial en el norte de Europa y en el Reino Unido.

En 2014, la revista médica The Lancet encargó una revisión extensa de la enfermedad hepática en el Reino Unido y se encontraron que existían grandes dificultades en la detección de la enfermedad hepática asociada con el alcohol. En respuesta a estos hallazgos, Westwood et al. llevaron a cabo un estudio para evaluar la viabilidad de un programa de detección del daño por alcohol en los pacientes hospitalizados e identificar aquellos que tienen un mayor riesgo de ALD.

El estudio observacional retrospectivo de Westwood et al. se llevó a cabo en un solo hospital de enfermos agudos en Portsmouth, Inglaterra, un área del Reino Unido con los peores resultados de la nación por daños médicos relacionados con el alcohol y las tasas más altas de muertes por ALD. El estudio se realizó a lo largo de 3 años y dio como resultado la detección de un poco más de 50.000 pacientes, de los cuales el 91% completó la evaluación de abuso de alcohol. Los autores utilizaron un test para la evaluación del consumo de alcohol, prueba de alcohol de Paddington. El personal de enfermería que realizó la admisión recogió información sobre el tipo de alcohol consumido, la frecuencia y la cantidad máxima diaria, si la admisión se consideró relacionada con el alcohol y cualquier signo de privación de alcohol. La evaluación electrónica del test produjo una puntuación que dividió a los pacientes según el riesgo, en riesgo bajo, creciente y alto de sufrir complicaciones relacionadas con el alcohol. Los pacientes en la categoría de bajo riesgo no tuvieron ninguna otra intervención. Los pacientes en la categoría de riesgo creciente fueron referidos a un equipo de intervención de alcohol de la comunidad para una intervención breve y de apoyo. Los pacientes en las categorías de mayor riesgo fueron remitidos automáticamente a un servicio de enfermería especializado en alcohol, compuesto por cinco enfermeras a tiempo completo, 8 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año.

Los resultados indicaron que el enfoque utilizado fue factible. Aquellos que no fueron evaluados tendían a estar más enfermos, con una tasa de mortalidad más alta y un estado mental más deficiente, y fueron dados de alta el mismo día o ingresados ​​en el hospital. Los pacientes que obtuvieron puntuaciones más altas en la evaluación del riesgo de alcohol también sufrieron más ingresos en urgencias y hospitalarios que los pacientes de menor riesgo. Es importante destacar que la proporción de admisiones atribuibles a las complicaciones relacionadas con el alcohol fue sustancialmente mayor, del 22% para aquellos en la categoría de alto riesgo en comparación con menos del 3% para aquellos en la categoría de menor riesgo. Aproximadamente el 73% de todos los pacientes con una evaluación inicial de alto riesgo de alcohol completaron las visitas de referencia para pacientes ambulatorios. Una comparación de los cambios en el consumo de alcohol después de la intervención para el grupo de alto riesgo mostró una disminución tanto en los visitados como en los no visitados por el equipo de enfermería. Se observó una diferencia en el consumo de alcohol entre los grupos de sólo 3 unidades de alcohol que se consideró un efecto pequeño y no estadísticamente significativo debido al tamaño de la muestra.

Este estudio es impactante por varias razones. Primero, demuestra que la detección universal del abuso de alcohol en un hospital de urgencias médicas no sólo es factible, sino que también identifica con precisión a los pacientes con diferentes niveles de riesgo de complicaciones relacionadas con el alcohol. La estratificación de la evaluación del uso de alcohol fue particularmente útil porque los autores también estratificaron su intervención en función de los resultados obtenidos en el test inicial, alejándose de un modelo de tratamiento de alcohol de talla única, realizando una intervención a medida según la gravedad. Esto no sólo demuestra la viabilidad de la detección, donde el 90% pudo ser examinado, sino que también demuestra la efectividad de dicho programa de detección para conectar con un tratamiento ambulatorio a los pacientes en riesgo por consumo de alcohol. En segundo lugar, un número sorprendentemente alto de pacientes (73%) en el grupo de mayor riesgo completó la evaluación ambulatoria. Este porcentaje de casos es mucho más alto que las tasas informadas de acceso al tratamiento por abuso de sustancias que oscilan entre el 7% y el 8%.

El mecanismo que favoreció la elevada tasa de captación de los pacientes en riesgo no está claro. En tercer lugar, los autores ofrecieron un breve vistazo a la efectividad de la intervención, informando que el consumo total de alcohol disminuyó en aquellos que fueron atendidos por el equipo de recuperación ambulatoria de alcohol, aunque los resultados no fueron significativos entre los grupos debido al tamaño de la muestra. El estudio se vio limitado por la escasa descripción del contenido de la intervención, puesto que es necesario determinar por qué, y a pesar de la aparente buena aceptación de la derivación, hubo un efecto de tratamiento atenuado. Además, algunos pacientes con puntuaciones del test correspondiendo al grupo de riesgo creciente también fueron atendidos por el equipo de enfermería y esta clasificación no se explicó completamente.

Finalmente, si se busca y se diagnostica un consumo perjudicial de alcohol, se debe estar preparado para ayudar a los pacientes a manejar el uso problemático cuando se le encuentre. Por lo tanto, para que los programas universales de detección sean efectivos, se requiere implantar una sólida infraestructura tanto para pacientes hospitalizados como ambulatorios para control y tratamiento de los pacientes una vez que se identifican. Los autores proporcionan un programa útil sobre cómo esto se podría lograr en base a tres componentes:

(1) Protocolos de detección precisos y eficientes integrados electrónicamente en el sistema de salud y en el flujo de trabajo.

(2) La estratificación del consumo de alcohol en riesgo bajo, medio y alto con referencias específicas ya validadas y basadas en la estratificación del riesgo.

(3) Equipos de intervención dedicados a los pacientes ambulatorios que adaptan las intervenciones al nivel de riesgo del paciente.

Se necesitan más estudios para determinar qué tipos de intervenciones de reducción y de abandono del alcohol podrían ser más efectivas en el ámbito ambulatorio para diversos tipos de pacientes y cómo mejorar la selección y la clasificación para el tratamiento del daño por alcohol en diversos sistemas de prestación de servicios de salud.

 

Referencia: Jessica L. Mellinger, Clinical Liver Disease, Vol 12, nº3, págs. 83-84, septiembre 2018

Artículo traducido y adaptado por ASSCAT

19/12/2018

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