Un informe de hepatólogos europeos, en el que han participado profesionales del hospital Clínic-Idibaps, subrayan la importancia de una buena alimentación para evitar padecer patologías hepáticas graves.

La obesidad puede generar graves problemas de salud, incluso puede desembocar en enfermedades hepáticas graves. Es por ello que expertos en hepatología advierten de que los niños de 8 años con obesidad pueden desarrollar una cirrosis, una patología hepática grave, a los 30 años.

Esta advertencia queda recogida en el informe, creado por una comisión sobre la situación de las enfermedades del hígado en Europa impulsada por la revista The Lancet y la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (EASL), que fue presentado ayer en Bruselas y que cuenta con la participación de profesionales del hospital Clínic-Idibaps.

Un problema de salud pública

Los investigadores recuerdan que estas patologías, hasta ahora estigmatizadas por su asociación con el alcoholismo, cada vez afectan a más personas a causa de la obesidad y la diabetes. Y los niños no son ajenos a ellas.

“Es posible que niños de ocho años con obesidad tengan cirrosis a los 30”, explica el doctor Pere Ginés, jefe del servicio de hepatología del Hospital Clínic de Barcelona y miembro de la comisión que ha elaborado el estudio.

Una pandemia mundial

Ginés relata que la epidemia de obesidad lleva ritmos distintos en función del país. Esgrime que en Estados Unidos y en Canadá, sobre todo en el primero, empezó ya en los años 80 y 90 afectando a ciertos segmentos de la población. “Ahora se encuentran con personas que hace ya 30 años que son obesas”.

Sin embargo, en países como España –prosigue- esta epidemia empezó más tarde, impactando inicialmente en la población adulta y poco a poco afectando a niños y adolescentes también con el cambio de la dieta, ingiriendo más productos procesados que contienen azúcares y generan muchas calorías. “Eso hace que la obesidad infantil ya sea un problema actualmente aquí”, advierte.

En el mundo occidental la causa más frecuente de enfermedad hepática crónica es la obesidad

“Si una persona empieza a ser obesa a los 30 años, como las enfermedades hepáticas tardan tiempo en convertirse en una patología grave del hígado (unos 20 o 25 años), pues a los 50 o 55 años es cuando se le puede manifestar la enfermedad. Pero si un niño empieza a ser obeso a los 8 años, le puede aparecer la enfermedad a los 30”, indica.

En la actualidad, la causa más frecuente de enfermedad hepática crónica, al menos en el mundo occidental (en algunos países orientales siguen siendo muy frecuentes los virus de la hepatitis B), es la relacionada con una patología metabólica que normalmente suele ser la obesidad o la diabetes, por delante del consumo de alcohol.

En los estadios iniciales, lo que ocurre en primer lugar es la producción de grasa en el hígado, “que ya es de por sí una enfermedad hepática, pero no suele ser problemática”. La dificultad más importante surge cuando la grasa persiste mucho tiempo y el factor que determina su presencia, en este caso la obesidad, perdura.

“La grasa que hay en el hígado, con el paso de los años, va inflamando el órgano. Esta inflamación genera unas cicatrices y la persona puede acabar, no todo el mundo, sufriendo una cirrosis hepática”, arguye este hepatólogo.

Las enfermedades del hígado constituyen una de las diez primeras causas de muerte en el mundo

Las enfermedades del hígado constituyen una de las diez primeras causas de muerte en el mundo y, en Europa, son la segunda causa de años de vida laboral perdidos, sólo por detrás de las enfermedades cardiovasculares.

En la actualidad, en Europa y España, la enfermedad hepática más frecuente es la esteatohepatitis no alcohólica, o hígado graso no alcohólico, que se asocia a la obesidad y la diabetes de tipo 2 y se estima que afecta a un 30% de la población. La previsión es que en los próximos años esta incidencia aumente a causa de la epidemia de obesidad.

“Seguir una buena dieta alimentaria es tremendamente relevante para evitar enfermedades hepáticas”, defiende Ginés. Si uno excluye las hepatitis por los virus B y C –continúa-, los otros dos factores de riesgo de tener una enfermedad hepática importante (una cirrosis hepática o un cáncer de hígado) son la obesidad y el consumo de alcohol.

“Cuando hablamos de consumo de alcohol, nos referimos a un consumo en cantidades que la gente podría considerar pequeño”, advierte este doctor. “Uno no necesita emborracharse semanalmente para que el alcohol le haga daño a su hígado”, subraya.

Obesidad y alcohol

“En estos momentos sabemos que tomar dos unidades de bebida (una copa de vino y un quinto, por ejemplo) cada día de la semana durante más de 10 años, genera un riesgo en las mujeres bastante aumentado de enfermedad hepática. En hombres es algo más, unas tres unidades de bebida al día”, añade.

Beber poco durante la semana pero ingerir mucho alcohol los sábados y los domingos tampoco es una buena fórmula. “El cómputo global de la semana puede ser similar”, agrega Ginés.

Gravar más los productos potencialmente dañinos

También hay casos en los que los dos factores se suman: personas obesas y que beben. “Este colectivo tiene más riesgo de desarrollar una enfermedad hepática grave ya que suman dos factores que actúan negativamente sobre el hígado”.

El informe propone que los gobiernos realicen acciones relacionadas con el marketing, el aumento de precios y de impuestos sobre determinados productos alimentarios que no son saludables. “El Ejecutivo español elaboró una ley hace poco, pero son leyes tímidas”, reflexiona Ginés. También propone gravar más el alcohol. “Hay una clara relación entre el precio del alcohol y la mortalidad por enfermedad hepática”, subraya.

“Estamos en un país donde te cuesta lo mismo una botella de vino que un cortado. Y puedes comprar una hamburguesa gigante, que te comporta 1.000 calorías al día, por un precio similar a lo que cuesta un café con leche. Luego están también los productos de bollería industrial, que están muy diseminados entre la juventud y también entre la gente mayor”, esgrime Ginés.

Este hepatólogo recuerda que son las capas menos pudientes de la sociedad las más vulnerables. “Comer saludable en general es más caro”, señala. Y entre este colectivo más vulnerable también incluye a los niños, “porque es muy fácil, cuando salen del colegio, comprarles unas magdalenas para merendar, y eso cada día”.

Hay otro elemento que destaca el informe: el estigma. Las enfermedades hepáticas están muy estigmatizadas, sobre todo porque se relacionan con el alcohol. “Queremos eliminar el estigma porque afecta a los pacientes, se sienten avergonzados, incluso de la obesidad”, defiende Ginés.

“La enfermedad hepática es algo que nunca ha sonado muy bien. No se habla mucho de ella, tampoco en los medios, porque hay un cierto estigma. Y la mejor manera de acabar con él es explicar qué son estas patologías, cómo se originan, qué las produce y qué se puede hacer para combatirlas”, agrega.

Diagnóstico precoz

También se hace necesario hacer un diagnóstico precoz. Como las enfermedades se desarrollan durante 15, 20 o 30 años, lo primordial es diagnosticarlas antes de que se conviertan en un problema grave. “En este momento contamos con herramientas para empezar a hacer este diagnóstico precoz”, recuerda Ginés.

En la comisión que ha elaborado el informe han participado un total de 27 comisionados de diferentes países europeos entre los que se encuentran, además del doctor Ginés, la doctora María Buti, hepatóloga del Hospital Vall d’Hebron, y el doctor Bruno Sangro, de la Clínica Universitaria de Navarra.

 

Fuente: lavanguardia.com

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