Tras la curación de la hepatitis C, ¿cuáles son las enfermedades hepáticas que más frecuentemente ve en sus pacientes?

Las enfermedades hepáticas que actualmente atendemos con mayor frecuencia son las derivadas del consumo excesivo de alcohol, la enfermedad hepática por grasa no alcohólica y la hepatitis B crónica en personas procedentes de países con elevada prevalencia de hepatitis B.

¿Usted puede informar sobre los riesgos de transmisión de la hepatitis B y vacunar a las personas que estén en riesgo de contraer esta infección?

Sí, desde luego lo hacemos. He de decir que cuando la persona ya tiene hepatitis B hemos llegado tarde a la vacuna, pero lo que se hace es vacunar a los que no están protegidos entre sus familiares y contactos.

A raíz de la pandemia por COVID-19 no se han podido realizar todos los controles presenciales habituales para el screening del cáncer hepático y, además, los pacientes también tienen miedo de ir al hospital. ¿Han notado que hayan aumentado los casos de hepatocarcinoma en los últimos meses?

Aquí en concreto no se ha notado. Hemos intentado estar en contacto directo con los pacientes vía telefónica y de una forma periódica les hemos realizado ecografía abdominal. No ha sido exactamente cada 6 meses, pero los hemos ido atendiendo, al menos en nuestra área.

La adicción más frecuente es el consumo excesivo y dañino de alcohol que puede producir daño hepático, ¿por qué cree que se habla tan poco de esta adicción?

Estoy de acuerdo. Socialmente, el consumo de alcohol está bien aceptado, no se considera dañino ni tan patológico. Se habla poco de este hábito y, además, en general, no está penalizado. En jóvenes vemos que se vuelve a incrementar esta costumbre y actualmente se sigue aceptando. También se ve en algunas familias, en determinados ámbitos, por ejemplo, en el ambiente rural donde se ha bebido siempre alcohol y se considera normal.

En la prensa reciente aparecen noticias sobre “el botellón” y con la pandemia se ha visto un aumento del consumo de alcohol. ¿Cree que se debería trabajar este tema a nivel de las escuelas / universidades con los jóvenes?

Efectivamente, la educación debería hacerse a nivel escolar para evitar llegar a situaciones de riesgo. Es importante que tomen conciencia desde bien jóvenes y que reconozcan que es por su propia salud.

¿Qué más se debería hacer para prevenir las enfermedades hepáticas en nuestro entorno?

En mi opinión se debería hablar de hábitos y estilo de vida. En particular, lo que hemos comentado sobre el alcohol y también a nivel del hígado graso, para informar a las personas de todas las edades sobre el consumo responsable de alcohol y hablar de la cantidad de alcohol que podría ser aceptable, si la persona está sana. Se deberían hacer campañas sobre la necesidad de una dieta saludable, mediterránea, y también añadir programas de ejercicio, al menos caminar, como mínimo, unas 3 horas por semana. Estos consejos cubrirían bastante dos de las enfermedades más frecuentes.

En general, ¿cómo ha afectado la pandemia a los pacientes hepáticos? ¿Cómo y cuándo vislumbra que se recuperará la actividad habitual?

La pandemia ha afectado a los pacientes hepáticos de una manera general y de forma similar al resto de la población. Se ha visto que hay un incremento de ansiedad y estrés y otros traumas psicológicos. En algunos pacientes hepáticos que tenían previamente alguna adicción existe el riesgo de incrementar dicha adicción por la situación pandémica. Además, se ha comprobado un aumento de los trastornos alimentarios. Hemos comprobado una tendencia a comer peor, y a consumir un exceso de calorías, lo que se explica en relación con la ansiedad. En resumen, las patologías hepáticas han aumentado. Sobre cómo creo que se recuperará no me atrevo a realizar una predicción, ya que tendremos que ver la evolución.

 

Entrevista publicada en la revista asscatinform@ nº23.