Hepatitis C

Generalidades acerca de la hepatitis C

La hepatitis es una inflamación del hígado (‘itis’ significa inflamación en griego clásico y ‘hepato’, perteneciente o relativo al hígado). Puede tener varias causas diferentes, como infecciones (virus, bacterias, hongos y parásitos), medicamentos y productos químicos. Una forma frecuente de hepatitis se debe a un consumo excesivo de alcohol durante un período prolongado, lo que se conoce como ‘hepatitis alcohólica’.

Los virus son la causa más frecuente de hepatitis por infección. El período inmediatamente posterior a la infección por un virus de hepatitis se denomina ‘fase aguda’ y, cuando la infección por un virus de la hepatitis persiste durante más de seis meses seguidos, se denomina ‘fase crónica’ de la infección.

Hay diversos virus que causan hepatitis víricas (virus A, B, C, D y E), pero solo los de las hepatitis B, C y D pueden provocar una hepatitis crónica.

 

Causas de la hepatitis C

Una hepatitis C aguda a causa de la infección por el virus de la hepatitis C (VHC) puede tardar entre 50-150 días en desarrollarse. La mayoría de las personas que resultan infectadas por el virus de la hepatitis C no manifiestan síntomas. Sin embargo, en torno al 20% sí presentará síntomas, a menudo en forma de una enfermedad ‘seudo gripal’ breve.

 

Los síntomas de la hepatitis C aguda pueden ser:

  • Astenia (cansancio extremo)
  • Náuseas (ganas de vomitar)
  • Ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos)
  • Orina oscura
  • Fiebre

En el 70%–90% de las personas, el virus permanece en el organismo más allá de la fase aguda de la infección. Se habla entonces de una infección crónica. No se sabe por qué algunas personas combaten el virus con éxito, mientras que la mayoría se mantienen infectadas de forma crónica, a menos que se aplique un tratamiento antiviral que elimine el VHC.

La mayor parte de las personas con hepatitis C crónica (definida como una enfermedad continua sin mejoría durante al menos seis meses) no tiene síntomas. Cuando aparecen síntomas, pueden ser parecidos a los que se experimentan durante la hepatitis C aguda, pero sin ictericia. A excepción de la astenia, los síntomas de la hepatitis C crónica suelen ser menos numerosos e intensos que los que se observan durante una infección aguda.

La hepatitis C es la segunda hepatitis más frecuente después de la hepatitis B  y se sabe que está causada por el VHC, virus que fue identificado en 1989. Antes de ese momento, los médicos sólo eran conscientes de la existencia de una enfermedad infecciosa desconocida de transmisión hemática, es decir, contacto sanguíneo directo con otra sangre infectada, que llamaban ‘hepatitis no A, no B’. Esta enfermedad se denominó así porque causaba inflamación hepática, pero era diferente de los virus de la hepatitis A y B que ya se conocían.

Con frecuencia, la hepatitis C es una enfermedad crónica, lo que significa que puede seguir produciendo daño hepático durante un período prolongado de tiempo (décadas). Puede estar presente durante muchos años sin ocasionar ningún síntoma, por lo que a menudo se denomina ‘epidemia silenciosa’. En algunos casos, el enfermo de hepatitis C permanece asintomático aun cuando se haya producido un daño hepático importante.

Puede pasar que cuando aparecen los síntomas una persona con hepatitis C ya tenga una afectación hepática avanzada. La rapidez con la que se produce el daño hepático depende de varios factores que no están determinados con exactitud pero que en general dependen de la edad en el momento de infección, la raza, el modo de vida, la presencia de otras infecciones y la recepción de tratamiento. Desde el descubrimiento del virus, se han producido numerosos avances en la investigación de la hepatitis C. Ahora se sabe que existen diferentes tipos de virus de la hepatitis C, en función de las variaciones genéticas, así como que las infecciones por algunos de ellos son distintas en cuanto a la respuesta al tratamiento. Los diferentes tipos genéticos se denominan genotipos (por ejemplo, genotipo 1) y cada genotipo también puede contener varios subtipos (por ejemplo, genotipo 1, subtipo a).

La infección por el VHC es un problema de salud pública global. Se estima que en el conjunto de la población mundial la prevalencia global de anticuerpos frente al VHC (anti-VHC) en adultos es del 2,0 % y del 1,6 % en todas las edades. La prevalencia de la infección virémica es del 1,4 % (1,2-1,7 %) en adultos y del 1,1 % (0,9-1,4 %) en todas las edades. Todo ello supone unas cifras de entre 92 y 150 millones de personas con anti-VHC y entre 64 y 103 millones de personas con infección virémica.

No en todos los países existe el mismo porcentaje de personas afectadas por  la hepatitis C. Egipto es el país del mundo con el mayor número comunicado de casos de hepatitis C, de modo que se considera que el 15%–20% de su población se encuentra infectada. En cambio, se cree que el 1%–1,9% de la población sufre hepatitis C en los países desarrollados, como Estados Unidos, Japón y Australia. En Europa, la población infectada se calcula que está en torno al 0,5%–2% de la población1, aunque las cifras varían a lo largo del continente; el norte de Europa cuenta con el número más bajo de casos de hepatitis C comunicados de todo el mundo (afecta al 0,1%–1% de la población), mientras que el este de Europa se encuentra entre los más afectados (hasta el 6% de la población), junto con algunas regiones de Asia y el norte de África.

También hay diferencias en la distribución de los genotipos del virus de la hepatitis C. De los principales genotipos, el 1a y el 1b son los más frecuentes y aparecen normalmente en Europa, Estados Unidos y Japón. Los genotipos 2 y 3 se encuentran distribuidos por todo el mundo, el genotipo 4 es habitual en Oriente Medio y África central, el genotipo 5 es frecuente en Sudáfrica y el genotipo 6 se encuentra principalmente en Asia.

Cuando se diagnostica y trata con tiempo suficiente, puede reducirse sustancialmente o evitarse el daño hepático causado por la hepatitis C. Sin embargo, cuando se deja que la hepatitis C evolucione durante períodos prolongados (a menudo, décadas) sin tratamiento, puede causar fibrosis (formación de cicatrices) y cirrosis (alteración estructural por cicatrización) del hígado, así como una forma de cáncer de hígado denominada hepatocarcinoma.

Algunas personas con hepatitis C que presentan una hepatopatía terminal necesitan un trasplante de hígado. Hoy día, la hepatitis C constituye la primera causa de trasplante de hígado en Europa y Estados Unidos.

17/03/2018

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