Peculiaridades de la cirrosis por esteatohepatitis no alcohólica (NASH, en sus siglas en inglés)

17/06/2020 | Artículos científicos

La prevalencia de la cirrosis debida a la esteatohepatitis no alcohólica (NASH) ha aumentado 2,5 veces en los Estados Unidos en la última década.

Este grupo de pacientes plantean a los hepatólogos diversos retos, dada su edad más avanzada y que con mayor frecuencia sufren enfermedades metabólicas coexistentes como la obesidad y la diabetes en comparación con otras causas de enfermedad hepática.

Además, los pacientes con cirrosis por NASH tienen un mayor riesgo de enfermedad renal y cardiovascular, y estas comorbilidades extrahepáticas tienen un impacto negativo en los resultados de salud y en la supervivencia. Esta revisión describe cómo la cirrosis por NASH es diferente que la cirrosis por otras causas. También son particulares su historia natural, el diagnóstico no invasivo y el manejo de las complicaciones de la cirrosis descompensada, como la encefalopatía hepática y el carcinoma hepatocelular. Se discuten la evaluación nutricional y el impacto de la obesidad y la fragilidad por sarcopenia (atrofia muscular) en esta población, y las estrategias para abordar esta última. Esta revisión también aborda el trasplante de hígado en pacientes con cirrosis por NASH, las dificultades inherentes a la evaluación pretrasplante y a la atención postrasplante.

Introducción

La enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA) abarca un espectro de manifestaciones que van desde el hígado graso no alcohólico simple hasta la esteatohepatitis no alcohólica (NASH) con el desarrollo de fibrosis progresiva y, en última instancia, cirrosis, en una pequeña proporción de pacientes. Los datos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición, en los Estados Unidos, sugieren que ha habido un aumento entre 2 y 2,5 veces en la prevalencia general de fibrosis avanzada y cirrosis asociada a NAFLD, en la última década y la necesidad de trasplante de hígado para la cirrosis NASH también se ha multiplicado por 10 en el mismo período de tiempo.

Sin embargo, estos pacientes plantean nuevos retos en el campo de la hepatología en comparación con otras enfermedades hepáticas más establecidas. Estos retos se basan en que es una enfermedad heterogénea con una historia natural variable, escasas herramientas de diagnóstico, falta de terapias farmacológicas y presencia en una alta frecuencia de enfermedades metabólicas coexistentes (es decir, diabetes, obesidad). Cuando la obesidad y la diabetes son más graves (es decir, con retinopatía / nefropatía diabética; Índice de Masa Corporal [IMC] >40 kg/m2), no sólo limita la precisión de la evaluación radiológica (es decir, elastografía transitoria [ET] y la vigilancia del cáncer por ultrasonidos), sino también cuestiona la aptitud de los pacientes para los procedimientos quirúrgicos y el trasplante de hígado.

Esta revisión resume aspectos específicos de la cirrosis debido a NASH y sus diferencias de otras etiologías de la cirrosis, incluyendo la historia natural, la evaluación no invasiva y el manejo de las complicaciones de la cirrosis, las comorbilidades extrahepáticas y el trasplante de hígado.

Conclusión

Los pacientes con cirrosis NASH requieren un enfoque multidisciplinario para su manejo con una estrecha participación de nutricionistas clínicos, fisioterapeutas del ejercicio, especialistas en metabolismo / endocrinología y hepatólogos / gastroenterólogos. Esto se logra mejor en entornos especializados que abordan no sólo el manejo de la enfermedad hepática, sino también sus factores de riesgo metabólico de modo amplio, dado el mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y desarrollo de cáncer (digestivo y no digestivo) en estos grupos de pacientes.

Ya no es la mejor práctica simplemente monitorear la progresión de la enfermedad hepática sola. Los pacientes con cirrosis NASH deben considerarse para ser derivados precozmente para ser evaluados para un posible trasplante de hígado, especialmente si presentan signos tempranos de hipertensión portal clínicamente significativa (varices o ascitis) o descompensación, ya que los resultados después del trasplante de hígado son equiparables a los obtenidos por pacientes con otras formas de enfermedad hepática.

 

Fuente: Semin Liver Dis 2020;40:1–10.

Referencia: https://doi.org/10.1055/s-0039-1697616

Artículo traducido y adaptado por ASSCAT

17/06/2020

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