La obesidad es un problema creciente de salud pública: se necesitan urgentemente políticas de salud específicas para prevenir la obesidad

16/10/2018 | Artículos, Artículos científicos

El gran aumento de la obesidad en todo el mundo constituye una importante crisis de salud pública.

La obesidad se ha asociado con varias enfermedades no transmisibles, como diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer, y es una de las principales causas de muerte prematura. Según la OMS, están relacionados con el sobrepeso o la obesidad, a nivel global, al menos 2,8 millones de muertes y más de 35 millones de años de vida ajustados por discapacidad. Además, la obesidad es una causa importante de osteoartritis y de otras discapacidades crónicas. Debido al aumento de la obesidad y al envejecimiento de la población, especialmente en los países de ingresos bajos y medios, se prevé que la carga de la enfermedad relacionada con la obesidad aumentará.

En The Lancet Public Health, Solja Nyberg y sus colegas analizaron datos de diez grandes estudios de cohortes para estimar en qué medida diferentes categorías de índice de masa corporal (IMC) y la obesidad en particular, se asocian con la cantidad de años sin enfermedades importantes. En comparación con el peso normal, la pérdida de años sin enfermedad en los hombres fue de 1,8 (IC del 95%: 1,3 a 4,9) para el peso bajo, 1,1 (0,7 a 1,5) para el sobrepeso, 3,9 (2,9 a 4,9) para los obesos de clase I y 8,5 (7,1 a 9,8) para los obesos de clase II-III; las estimaciones correspondientes para las mujeres fueron 0,0 (–1,4 a 1,4) para el peso inferior al normal, 1,1 (0,6 a 1,5) para el sobrepeso, 2,7 (1,5 a 3,9) para los obesos de clase I, y 7,3 (6,1 a 8,6) para los obesos de clase II-III. La asociación entre la obesidad y la pérdida de años sin enfermedad se observó en todas las categorías de actividad física, tabaquismo y situación socioeconómica. Los investigadores concluyeron que estos resultados “apoyan que la prevención de la obesidad es una estrategia importante para la reducción de la morbilidad”.

¿Cuáles son las verdaderas implicaciones políticas de estos hallazgos?

Una implicación directa es que la prevención de la obesidad disminuiría el número de años vividos con enfermedades. Esta declaración implica una relación de causa-efecto entre la obesidad y estas enfermedades (figura). Aunque esta implicación parece evidente, afirmar que podemos prevenir enfermedades o retrasar su aparición si reducimos la obesidad plantea problemas complejos. Un problema importante es la escasez de pruebas sólidas sobre cómo prevenir la obesidad. La prevención seguramente requiere un enfoque multinivel, ambiental, socioeconómico y sobre el ciclo de vida. Sin embargo, a pesar de que existen gran cantidad de estudios diseñados para abordar las causas de la obesidad y varios programas de promoción de la salud para prevenir la obesidad, todavía no hay intervenciones eficaces, basadas en la evidencia científica, bien definidas y aplicables para prevenir la obesidad.

Figura: Relación simplificada causa-efecto entre obesidad y enfermedad

(A) Un efecto causal directo de la obesidad en la aparición de enfermedades. (B) La dieta, la actividad física y otros factores ambientales y culturales tienen un efecto directo sobre la obesidad y las enfermedades, pero no existe un efecto directo de la obesidad sobre el riesgo de enfermedad. En ambos casos, la obesidad se asocia con una pérdida de años libres de enfermedad.

Un segundo problema importante, y difícil de resolver, es que el impacto de un programa de prevención de la obesidad en la carga por la enfermedad depende del método utilizado para prevenir el aumento de peso. Si hubiera un efecto causal simple y directo de la obesidad en el riesgo de enfermedades (figura), el número de enfermedades prevenidas o retrasadas para una reducción dada del IMC podría predecirse fácilmente utilizando, por ejemplo, los resultados de Nyberg y colegas. Sin embargo, los vínculos causales entre la obesidad y el riesgo de enfermedad no son tan simples. La obesidad se debe a una combinación de factores, como la dieta o la actividad física, incrustados en una red causal de determinantes ambientales y socioeconómicos, que tienen efectos directos y específicos sobre el riesgo de enfermedades relacionadas con la obesidad (figura).

Si tiene como objetivo la actividad física para evitar un IMC alto, es posible que no tenga el mismo efecto sobre la carga de la enfermedad que si se dirige a la dieta, incluso si tiene el mismo efecto en el IMC. Se puede suponer que el IMC no tiene per se un efecto causal directo sobre el riesgo de enfermedad, sólo mecanismos causales relacionados. En esta perspectiva, un IMC alto es simplemente un marcador de riesgo, y como tal, no debe ser el objetivo principal de las estrategias de prevención. Tal perspectiva sobre la obesidad también es clave porque ayuda a lidiar con el hecho de que el IMC óptimo podría aumentar con la edad; la evidencia sugiere que el IMC en el rango de sobrepeso u obesidad I, particularmente en adultos mayores, se asocia con un menor riesgo de mortalidad en comparación con tener un peso normal. Por lo tanto, las políticas destinadas a prevenir el sobrepeso o la obesidad podrían ser, al menos en teoría, perjudiciales en este segmento de la población.

La causalidad es necesaria para definir una política de prevención apropiada porque indica la posibilidad de intervención. Los factores causales modificables, como la dieta o la actividad física, deben ser los objetivos explícitos de los programas de prevención. El estudio de Nyberg y sus colegas es un ejercicio de predicción convincente y muy bien hecho, que nos informa que las personas con obesidad tienen una esperanza de vida reducida, libre de enfermedad. Sin embargo, no hay una consideración causal explícita en este estudio. Aunque este estudio ofrece argumentos para realizar más investigaciones y actividades de prevención relacionadas con la obesidad, no ayuda a informar directamente para diseñar la política de prevención. La investigación para guiar dicha política debe evaluar el efecto de las intervenciones para aumentar la actividad física y/o mejorar la dieta, y también para incidir en sus determinantes, sobre la carga de enfermedad relacionada con la obesidad; esa sería una agenda de investigación de prevención de salud pública verdaderamente importante.

 

Fuente: The Lancet Public Health (2018)

Autor: Arnaud Chiolero

Artículo traducido por ASSCAT

16/10/2018

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