Beber alcohol hasta morir: el rostro cambiante en el origen de la enfermedad hepática

17/10/2018 | Artículos, Artículos científicos

Según un estudio reciente, las muertes anuales por cirrosis hepática en EEUU aumentaron en un 65% entre 1999 y 2016, y las muertes por carcinoma hepatocelular se duplicaron durante el mismo período.

Los investigadores observaron un punto de inflexión en 2009, particularmente en personas de 25 a 34 años, en las que vieron un aumento anual promedio en la mortalidad relacionada con la cirrosis de un 10,5% entre 2009 y 2016. Sorprendentemente, este aumento fue impulsado completamente por la enfermedad hepática relacionada con el alcohol (ARLD, en sus siglas en inglés).

Generalmente se piensa que la enfermedad hepática relacionada con el alcohol progresa durante muchos años, por lo que la aparición de una enfermedad hepática avanzada en adultos entre los 20 y los 30 años es particularmente alarmante e implica un cambio drástico en la forma en que las personas consumen alcohol. Los autores del estudio estadounidense plantean la hipótesis de que la crisis económica de 2008 y el subsiguiente aumento del desempleo podrían estar detrás del cambio.

Sin embargo, otros han culpado a los cambios en los patrones de consumo, incluido el consumo excesivo de alcohol, combinando la creciente popularidad de las bebidas con alto contenido de alcohol, como son la cerveza artesanal y los cócteles. Tampoco está claro si podrían estar agravando el problema, acelerando la progresión de la enfermedad hepática a un ritmo sin precedentes las alteraciones genéticas con el aumento de la obesidad y NAFLD.

En el otro extremo del espectro, el consumo bajo y moderado de alcohol, se consideró durante mucho tiempo que producía beneficios para la salud, pero que cada vez más se asocia a una mayor mortalidad. El 23 de agosto, los GBD Alcohol Collaborators informaron que, a nivel mundial, el consumo de alcohol provocó 2,8 millones de muertes en 2016 y que fue el principal factor de riesgo de muerte prematura y discapacidad entre las personas de 15 a 49 años. El informe de los GBD se hace eco de la recomendación de que no hay un nivel de consumo de alcohol beneficioso, o incluso seguro.

El alcohol se está manifestando como un problema de salud pública comparable al de fumar en las generaciones anteriores. Y, como con el tabaco, las actitudes hacia el alcohol no cambiarán sin un cambio de política. El aumento de los impuestos y el control de la disponibilidad física y de la publicidad de los productos alcohólicos probablemente tendrían efectos protectores. Los datos de Escocia, donde se introdujo el precio unitario mínimo en mayo de 2018, se esperan con impaciencia.

Más allá de esto, las pautas deben actualizarse para reflejar la evidencia actual. Debido a que las razones que hay detrás de esta epidemia silenciosa aún no están claras, se necesita más investigación para definir la etiología y la historia natural de la enfermedad hepática relacionada con el alcohol en adultos jóvenes, para revertir las tendencias actuales en las generaciones futuras.

 

Fuente: The Lancet Gastroenterology & Hepatology (octubre 2018)

Artículo traducido por ASSCAT

17/10/2018

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