Los riesgos de una epidemia que cambia de nombre

07/07/2020 | Noticias de prensa

La enfermedad de hígado graso, que cambia de nomenclatura, afecta ya a más de 115 millones de pacientes en el mundo.

Un panel de 22 expertos acaba de publicar en la ‘European Association for the Study of the Liver’’ un artículo en el que se propone el cambio de nomenclatura y empezar a denominar a la enfermedad conocida como ‘Hígado Graso No Alcohólico’ como ‘Hígado Graso Asociado a Disfunción Metabólica’ o MAFLD, en sus siglas en inglés.

Se trata de una patología que está en aumento en los últimos años, aunque todavía es muy desconocida entre la población general, siendo su forma más avanzada, la ‘esteatohepatitis no alcohólica’ o ‘NASH’, por sus siglas en inglés, la que está provocando otra epidemia en el mundo, ya que afecta a más de 115 millones de personas.

Según recuerda la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, el hígado es el órgano más grande dentro del cuerpo, y es el encargado de digerir los alimentos, almacenar la energía, así como de eliminar las toxinas. Por esta patología se puede acumular grasa en el hígado y la hay de dos tipos: la enfermedad de ‘hígado graso no alcohólico’ que tratamos en este artículo, y aquella producida por el consumo de alcohol en sí, también llamada ‘esteatosis hepática alcohólica’.

En el caso concreto de la Esteatosis hepática no alcohólica, o ahora ‘MAFLD’, existe inflamación y daños en las células del hígado, así como una acumulación de grasa (esteatosis). “La inflamación y el daño de las células del hígado pueden causar fibrosis o cicatrización del hígado. La esteatosis puede causar cirrosis o cáncer de hígado”, advierte la institución.

“Hasta hace poco esta enfermedad se definía por lo que no era. No era una patología asociada al consumo de alcohol y se llegaba a su diagnóstico descartando otras afecciones, lo que motivaba su retraso durante mucho tiempo, y con las implicaciones para la salud del paciente derivadas de esto”, lamenta José Altamirano, hepatólogo y facultativo del Servicio de Medicina Interna del Hospital Quirónsalud Barcelona.

Nuevos criterios para su diagnóstico

Por eso, este panel de 22 expertos en la materia también ha planteado una serie de nuevos criterios positivos para su diagnóstico, lo que supone un giro completo en la forma de abordar la enfermedad en sus primeros compases y previsiblemente evitará ese retraso en el diagnóstico. A este respecto, Altamirano recuerda que el disponer de una diagnosis precoz es fundamental para empezar cuanto antes con medidas que eviten la progresión de la enfermedad, así como a la hora de intensificar el seguimiento de estos pacientes.

“No se puede obviar que quienes empiezan a fibrosar o a presentar una progresión en su enfermedad tienen más riesgo de desarrollar eventos cardiovasculares, así como complicaciones a largo plazo, como cirrosis hepática y hepatocarcinoma (cáncer de hígado), por lo que es necesario tenerlos mucho más vigilados”, valora el experto.

De hecho, el hepatólogo celebra que en su hospital se está realizando un estudio de investigación multicéntrico para la evaluación integral del riesgo cardiovascular que pueden tener agregado los pacientes con MAFLD, mediante técnicas no invasivas de diagnóstico; un trabajo científico que no ha corrido peligro pese a la pandemia de COVID-19 entre otros puntos porque el Hospital Quirónsalud Barcelona cuenta con la certificación ‘Applus + Protocolo Seguro frente al COVID-19’, al ser un espacio protegido con los estándares más exigentes de desinfección frente a la pandemia de coronavirus.

Así, es importante estudiar este riesgo cardiovascular, según añade el especialista, ya que una de las principales implicaciones de la MAFLD cuando presenta una fibrosis significativa, es decir, que el hígado graso se encuentra en una fase avanzada, es que esta patología se asocia con un mayor desarrollo de otras patologías. “Los datos demuestran que al cabo de 5 años hay un 14% más de pacientes con esta enfermedad que han desarrollado diabetes, y un 17% hipertensión”, precisa el facultativo.

De hecho, advierte de que, si estas personas tienen además obesidad, la incidencia anual de desarrollo de diabetes e hipertensión es de aproximadamente de 7 casos por cada 100 personas al año. “Por ello es de especial importancia la vigilancia de estos pacientes y su detección precoz. Sólo así evitaremos que se agrave su condición con la adición de estas comorbilidades, que harán más complejo y difícil su manejo”.

Beneficios de la nueva definición

En concreto, Altamirano cita que la nueva definición de la patología es “integral y simple”, así como independiente de otras enfermedades hepáticas, basándose además los criterios para su diagnóstico en la evidencia de esteatosis hepática y en la presencia de fibrosis en el hígado. “Esto puede hacerse bien mediante evidencia histológica con una biopsia, a través de técnicas de imagen, o por biomarcadores sanguíneos que indiquen la acumulación de grasa en el hígado”, según detalla Altamirano.

Para la detección de esteatosis en el hígado (acumulación de grasa), el hepatólogo de Quirónsalud Barcelona apunta que la ecografía es la modalidad de diagnóstico más utilizada, “siendo por tanto la que se recomienda”.

“La medición del parámetro de atenuación controlada usando la elastografía transitoria controlada por vibración o FibroScan® (técnica ultrasonográfica) es la que más se realiza en la práctica clínica, dado que, además de la esteatosis, evalúa la fibrosis en el hígado con un alto grado de fiabilidad. Así lo hacemos también desde la puesta en marcha hace un año y medio en nuestro hospital de esta tecnología, que nos ha permitido atender ya a más de 700 pacientes”, resalta.

En último lugar, y para el diagnóstico de la MAFLD los 22 expertos del panel señalan que será necesaria la presencia de al menos uno de estos tres criterios: obesidad o sobrepeso, diabetes mellitus tipo 2, o evidencia de desregulación metabólica.

“Hasta ahora se definía esta patología como la presencia de esteatosis (acumulación de grasa) en más de un 5% de los hepatocitos, y en ausencia de un consumo significativo o reciente de alcohol, y de otras causas conocidas de enfermedad hepática. Con estos nuevos criterios será posible el diagnóstico independientemente del consumo de alcohol u otras enfermedades hepáticas concomitantes”, sentencia el doctor José Altamirano, hepatólogo y facultativo del Servicio de Medicina Interna del Hospital Quirónsalud Barcelona.

 

Fuente: lavanguardia.com

07/07/2020

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