“Ganaremos tiempo y dinero al detectar a pacientes con VHC”
Entrevista con Rafael Esteban, Jefe del Servicio de Medicina Interna Hepatología del Hospital Universitario Vall d’Hebron.
Una vez que los nuevos tratamientos han permitido la curación de la mayoría de los pacientes diagnosticados con hepatitis C, los hepatólogos insisten en la necesidad de instaurar el cribado poblacional, como pone de manifiesto Rafael Esteban, jefe de Servicio de Medicina Interna Hepatología del Vall d’Hebron.
Pregunta. ¿Dónde estamos en la eliminación del VHC?
Respuesta. En este momento tenemos herramientas fantásticas para el tratamiento del virus C, de tal manera que con los medicamentos actuales conseguimos curar el 97% o el 98% de los pacientes. España lo ha hecho muy bien porque ha tratado más de 100.000 pacientes en los últimos años gracias al Plan Nacional que tuvo una grandísima proyección. ¿Dónde está el problema ahora? Hay que identificar a los pacientes. Muchos de ellos no están diagnosticados porque no saben que tienen la infección y no han acudido a los médicos. Es muy importante hacer cribado poblacional, es decir, identificar entre la población general a los que tienen la infección, porque los podemos curar y porque es coste-efectivo. Hay estudios que demuestran que supone un retorno económico en muy poco tiempo. Ganaremos tiempo y dinero si identificamos a los pacientes lo antes posible.
P. ¿Cuál es el retorno económico?
R. Ha habido un retorno por encima de los 400 millones de euros en términos de económica respecto al número de pacientes con cirrosis descompensadas y el número de trasplantes hepáticos y las muertes prevenibles. Hay un tema que es básico para entenderlo. Los pacientes en lista de espera para trasplante hepático han disminuido un 70% desde que tenemos estos medicamentos. Esto significa que estamos ahorrando dinero y que se pueden aprovechar pacientes con otras enfermedades porque las listas de espera están mejorando. No sólo es un retorno en términos absolutos sino que además beneficiamos a otros pacientes. Este retorno se ha conseguido con los 100.000 pacientes que hemos tratado. Si consiguiéramos identificar a más pacientes, el retorno aumentaría.
P. Existen dos estudios sobre cribado poblacional, ¿qué rango de edad sería más adecuado
R. Lo lógico sería a partir de los 20. Hay dos picos. Uno en gente joven que está vinculado a la utilización de drogas por vía parenteral y hay otro pico a partir de los 45 o 50 que son por lo general pacientes que habían recibido hace años transfusiones o que habían tenido prácticas de riesgo cuando eran jóvenes.
P. ¿Qué ahorros se podrían generar con este cribado poblacional?
R. No está calculado, pero basándonos en el ahorro conseguido con los 100.000 pacientes tratados, probablemente podría ser de las mismas características o cantidad, pero tenemos que esperar a tener más datos para decirlo con absoluto rigor.
P. Hay otra población que es la de riesgo, ¿cuál debe ser la estrategia?
R. En las personas con conductas de riesgo, la situación es completamente distinta, hay que ir a por ellos. Hay que ir a todos los centros que tratan patología dual, a los que dan sustitutos de los opiáceos, todas las clínicas de enfermedades de transmisión sexual… Hay que ir uno a por uno a todos los centros en los que están los grupos de riesgo, que básicamente son las personas que consumen drogas por vía intravenosa y los homosexuales masculinos con comportamiento de alto riesgo. Una vez identificados, los hepatólogos debemos ir a los centros y tratarlos in situ, porque si tienen que pasar al médico general, después al especialista digestivo y después al centro, no llegan nunca. Se pierden en el laberinto del sistema. Nosotros tenemos que ir donde están ellos y tratarlos allí. Hay distintas iniciativas en España muy interesantes. Se han hecho estudios en la Prisión de El Dueso en Cantabria o en la Cañada Real en Madrid.
P. ¿Qué requisitos son necesarios para implantar esta estrategia de cribado?
R. Una de las conclusiones de estas jornadas es que debemos estar juntos. Tiene que jugar un papel la industria farmacéutica, los hepatólogos, los médicos de familia y las administraciones públicas. Tenemos que interactuar todos y si lo hacemos juntos creo que podemos conseguirlo. Si sólo es una iniciativa local de un grupo está condenado al fracaso.
P. ¿Se están compartiendo las experiencias entre comunidades autónomas?
R. Ha habido comunidades más valientes que otras, más avanzadas que otras y hay comunidades en donde han sentado esa estrategia de una manera clara. Y otras en que está todo por hacer. Tiene que haber una interacción entre los expertos, la industria y la administración pública. El sistema sanitario español está básicamente organizado por las comunidades.
P. ¿Y en el caso de las prisiones?
R. Cataluña y País Vasco dependen de los sistemas de salud. En el resto, del Ministerio del Interior. Una de las conclusiones de la reunión, es que la situación varía mucho de la beligerancia del médico de cada centro. Hay comunidades en los que el médico ha sido muy valiente y han tratado a un número importante de reclusos. En cambio, otras comunidades no se han tratado a casi ninguno. El médico tiene que ser el primer actor en la película, tiene que conseguir que la administración pública se ponga de su lado y a partir de ese momento tratar a los pacientes in situ. El otro problema de las instituciones penitenciarias es que en contra de lo que la gente se cree hay puertas de entrada y salida. Hay muchos internos que están poco tiempo y salen y otros que vuelven a entrar. Es decir, hay una población que entra y sale y, por tanto, son más difíciles de diagnosticar y de tratar.
P. El papel de primaria es fundamental, pero también es cierto que se encuentra desbordada por los ajustes…
R. Es un problema y asumimos que siempre es un reto, pero te diría que en este momento en que se ha constituido la Alianza, que es un proyecto que cabalga entre los hepatólogos y la asistencia primaria. En este momento hay una entente cordial para tomar actuaciones conjuntas en este aspecto. Me parece que la interrelación con la primaria es básica para identificar a los pacientes infectados.