La doctora Ballesteros aclara que la definición de prebiótico “se solapa en parte con el concepto de fibra dietética, aunque añade la selectividad de los prebióticos, que potencian ciertos microorganismos en concreto”.

Aunque tienen nombres muy parecidos y ambos desempeñan una función importante en la salud digestiva, no son lo mismo. Los especialistas nos explican para qué sirven y en qué se diferencian prebióticos y probióticos.

“El intestino humano contiene billones de microorganismos vivos que lo convierten en un verdadero ecosistema, esencial para la absorción eficiente de nutrientes y para el mantenimiento de la salud en general. Estos microorganismos se denominan microbiota”, señala María D. Ballesteros Pomar, coordinadora del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

Triple función

La doctora Ballesteros explica que nuestra microbiota tiene una triple función: protectora, trófica y metabólica.

Ejerce un efecto barrera protector contra otros microorganismos. En su función trófica, controla la proliferación y diferenciación de las células epiteliales del intestino y contribuye al desarrollo y homeostasis del sistema inmune, indica la especialista.

La homeostasis es un mecanismo que permite mantener estables las condiciones internas de un organismo o sistema, a pesar de los cambios que puedan producirse en el exterior.

“Más recientemente se descubrió la función metabólica de la microbiota que incluye la fermentación de residuos no digeribles de la dieta y de moco endógeno (interno)”, detalla la doctora Ballesteros.

La especialista aclara que estos microorganismos incluyen “más de 100 especies diferentes de virus, bacterias y eucariotas (organismos formados por células con núcleo verdadero) en un número que equivaldría a unas 10 veces el de las células que componen una persona adulta”.

Asimismo, precisa que dos personas sanas pueden tener microbiotas muy diferentes entre sí pues cada individuo alberga su propio patrón distintivo de composición bacteriana.

“Además de la predisposición genética, hay otros factores que influyen de forma determinante en la composición de nuestra microbiota, como los patrones dietéticos, el empleo de antibióticos, el estilo de vida o los hábitos de higiene”, apunta.

La doctora Ballesteros indica que los cambios en la microbiota se asocian a muchas enfermedades, como la enfermedad inflamatoria intestinal, el intestino irritable, la esteatosis hepática no alcohólica (hígado graso), el cáncer colorrectal, el carcinoma hepatocelular (cáncer de hígado) y el cáncer gástrico.

Para cuidar nuestra microbiota es esencial llevar una dieta sana y equilibrada con un consumo regular de frutas y verduras.

Descubriendo los prebióticos

Estos alimentos de origen vegetal, especialmente algunos como el ajo, la cebolla, la achicoria, los plátanos o los espárragos, son ricos en prebióticos.

¿Pero qué son los prebióticos? La Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos explica que son sustratos que los microorganismos que viven en nuestro interior utilizan de manera selectiva, lo que proporciona un beneficio para la salud.

A menudo los prebióticos son tipos de fibra que el cuerpo humano no puede digerir y que sirve de alimento a los microorganismos beneficiosos que habitan en el colon”, manifiesta esta entidad.

En este sentido, la doctora Ballesteros aclara que la definición de prebiótico “se solapa en parte con el concepto de fibra dietética, aunque añade la selectividad de los prebióticos, que potencian ciertos microorganismos en concreto”.

Para aclararlo añade: “Es decir, la fibra favorece, en general, que nuestra flora intestinal sea más saludable. Pero cada tipo concreto de prebiótico, que coincide a menudo con distintos tipos de fibra, actuaría sobre un tipo determinado de microorganismos intestinales.

Probióticos, microorganismos vivos

Los probióticos, por su parte, son algo muy distinto, pues se trata de microorganismos vivos.

De hecho son aquellos microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidad adecuada ejercen un efecto beneficioso sobre la salud.

Así, la Asociación Científica Internacional de Probióticos y Prebióticos señala que algunos de los beneficios de los probióticos pueden ser atribuidos a su efecto positivo para conseguir una microbiota intestinal saludable.

No obstante, reconoce que con el conocimiento científico actual no podemos estar seguros de cuál es la composición del microbioma más favorable para la salud.

Los probióticos están presentes en algunos alimentos fermentados como el yogur, el kéfir o el chucrut, pero también están disponibles en comprimidos, cápsulas y otras preparaciones farmacéuticas.

La doctora Ballesteros destaca que, puesto que el conocimiento científico sobre sus beneficios es aún muy limitado, no debemos tomarlos de manera incontrolada.

Recordemos que los probióticos son microorganismos vivos, por lo que también pueden tener riesgos para las personas con problemas en el sistema inmunológico. En aquellas enfermedades en las que existen pruebas de su eficacia, debe ser el médico quien recomiende qué tipo de probiótico y en qué dosis debe tomarse en cada situación clínica y en cada persona”, asegura.

La especialista manifiesta que existen estudios que demuestran un posible efecto beneficioso de prebióticos y probióticos en el tratamiento y/o prevención de la diarrea (aguda, por antibióticos, por radioterapia, etc.), de la enfermedad inflamatoria intestinal, de la salud del colon (estreñimiento, intestino irritable), de enfermedades del hígado, en pacientes de cuidados intensivos, quirúrgicos y sometidos a trasplante hepático.

Por último, la doctora aclara que existen productos denominados simbióticos que contienen tanto probióticos como prebióticos.

 

Fuente: vanguardia.com.mx

10/09/2019

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