La calidad de vida mejora tras la curación de la hepatitis C
Las personas que se curan de la hepatitis C gracias a un tratamiento con antivirales de acción directa (AAD) mantuvieron unas mejoras sostenidas en su calidad de vida relacionada con la salud, incluyendo parámetros tanto de salud física como mental, según los resultados de un estudio presentado en el Congreso de la Asociación Americana para el Estudio del Hígado (AASLD, por sus siglas en inglés), que tuvo lugar del 20 al 24 de octubre en Washington DC (EEUU).
Estos hallazgos tienen repercusiones importantes en las políticas dirigidas a pacientes, ya que evidencian que “el tratamiento no sólo se limita a un beneficio clínico, sino que también se relaciona con la experiencia del paciente”, afirmó el ponente Zobair Younossi, del Hospital Inova Fairfax en Virginia (EEUU).
La llegada de AADs utilizados en los regímenes sin interferón ha hecho que el tratamiento para la hepatitis C crónica sea más corto, mejor tolerado y mucho más efectivo. Los últimos antivirales de acción directa pueden curar a más del 90% de las personas con todos los genotipos del virus de la hepatitis C (VHC), generalmente en 8 o 12 semanas.
Los ensayos clínicos normalmente se enfocan en evaluar la seguridad y eficacia de nuevas terapias. La respuesta virológica sostenida (RVS), o la carga viral indetectable del VHC a las 12 semanas después del tratamiento (RVS12), se considera una cura. Pero estos ensayos son demasiado cortos para evaluar las mejoras a largo plazo en los resultados de salud y la calidad de vida, aspectos que fueron el objetivo del estudio de Younossi.
Este análisis estudió a las personas con hepatitis C crónica que lograron RVS usando un régimen AAD basado en sofosbuvir en ensayos patrocinados por Gilead Sciences, y que ingresaron en un registro de seguimiento a largo plazo que planea seguir a los participantes del estudio durante 5 años. El estudio (en el que se analizaron los datos de todas las personas curadas de hepatitis C en ensayos clínicos gracias a un tratamiento basado en sofosbuvir) reveló que los participantes experimentaron mejoras significativas en aspectos relacionados con la calidad de vida como dolor, actividad física, vitalidad, salud mental y emocional e interacción social.
La calidad de vida relacionada con la salud se evaluó al inicio del estudio (pretratamiento) y cada 24 semanas durante hasta 144 semanas con el Formulario Abreviado 36 (SF-36). Esta medida estándar incluye ocho aspectos: funcionamiento físico, rol físico, dolor corporal, salud general, vitalidad, funcionamiento social, rol emocional y salud mental. Estos se combinan en puntuaciones resumidas, tanto físicas como mentales.
El análisis incluyó 3.486 participantes en ensayos clínicos. Poco más del 60% eran hombres y la edad media fue de 53 años. La distribución del genotipo fue: 65% de genotipo 1, 10% de genotipo 2, 18% de genotipo 3 y 4% de genotipo 4. La cirrosis hepática estuvo presente en el 16% de los casos, y el 12% tuvo coinfección por VIH/VHC. Un cuarto informó de depresión y el 16% informó sobre ansiedad al inicio del estudio.
En comparación con su calidad de vida relacionada con la salud antes de comenzar el tratamiento, los participantes experimentaron mejoras significativas en todos los aspectos SF-36. Younossi señaló que los aumentos de 4 a 8 puntos en las puntuaciones en los diversos aspectos no sólo fueron estadísticamente significativos, sino también clínicamente relevantes.
La puntuación de resumen físico y mental del SF-36 comenzó a aumentar al final del tratamiento y continuaron aumentando después de alcanzar la RVS, hasta que alcanzaron un nivel estable en torno a los niveles normales para una población general de la misma edad. Los mayores avances se observaron en los aspectos de vitalidad y salud general. Las puntuaciones en las escalas de medición de la calidad de vida empezaron a mejorar durante el tratamiento y siguieron haciéndolo una vez completado este. La mejora en la calidad de vida se mantuvo a lo largo del período de tres años de seguimiento.
La cirrosis, la depresión, la ansiedad y la fatiga fueron predictores independientes de puntuaciones más bajas en la calidad de vida relacionada con la salud en un análisis multivariado. Sin embargo, después de ajustar los niveles basales, las personas con cirrosis, depresión, fatiga, insomnio y diabetes tipo 2 obtuvieron mayores beneficios, lo que sugiere que “las personas con comorbilidades pueden experimentar las mayores mejoras después de lograr la RVS”, explicó Younossi.
Sobre la base de estos hallazgos, los investigadores concluyeron que “estos datos respaldan el beneficio integral y sostenible de la cura del VHC”.