Descenso en el nuevo tratamiento de la hepatitis C en Australia

06/03/2018 | Noticias de prensa

El número de personas que comienzan el tratamiento antiviral de acción directa en Australia ha disminuido de alrededor de 4.000 al mes a alrededor de 1.500 al mes, según Hepatitis Australia.

La asociación de pacientes afirma que no se está haciendo lo suficiente para alentar a las personas a hacerse la prueba de la hepatitis C. En particular, la asociación explica que los médicos de cabecera tienen un papel fundamental que desempeñar para identificar a las personas que deben someterse a la prueba. Las enzimas hepáticas elevadas deben provocar una prueba de hepatitis C en todos los pacientes.

El gobierno federal de Australia está financiando esfuerzos para tratar y curar a la mayor cantidad posible de personas con hepatitis C para 2020, aprovechando grandes descuentos en precios de antivirales de acción directa y un acuerdo con compañías farmacéuticas para gastar 1.000 millones de dólares australianos en medicamentos para 2020, pero con ninguna restricción en el número de personas tratadas durante ese período.

Aproximadamente 43.000 personas fueron tratadas en junio de 2017, pero otras 200.000 personas no conocen los nuevos tratamientos o no se les recomienda buscar tratamiento por el estigma que rodea a la hepatitis C. Alrededor del 75% de las personas con hepatitis C en Australia se estima que ya han sido diagnosticadas. La eliminación de la hepatitis C en Australia requerirá esfuerzos mucho más intensos para promover el tratamiento de la hepatitis C.

Situación de las hepatitis C y B en Australia (datos de la Word Hepatitis Alliance en noviembre de 2017)

Actualmente, Australia está en camino de eliminar la hepatitis C para el año 2030, pero persisten los desafíos para la hepatitis B.

Nuevos datos publicados en la Cumbre Mundial de la Hepatitis celebrada en 2017 en São Paulo, Brasil (1-3 de noviembre) muestran que en la actualidad Australia está en camino de eliminar la hepatitis C gracias a sus enormes esfuerzos para permitir el acceso de toda la población al tratamiento. Sin embargo, el desafío será mantener un número anual de tratamientos lo suficientemente alto como para eliminar el virus para el año 2030. Para la hepatitis B, el progreso es más lento y persisten más desafíos.

La última estimación del Observatorio Polaris (Center for Disease Analysis Foundation, Lafayette, EEUU), que ha sido verificada por expertos australianos, muestra que Australia tenía unas 202.000 personas que vivían con infección crónica por hepatitis C a finales de 2016. Gracias a un acuerdo pionero de riesgo entre el Gobierno australiano y las compañías farmacéuticas para los nuevos medicamentos antivirales de acción directa (AADs), a partir de marzo de 2016, todos los adultos australianos pueden acceder a un tratamiento financiado por el gobierno. Se cree que más de 32.000 pacientes accedieron al tratamiento desde marzo de 2016 hasta diciembre de 2016, alrededor de 1 de cada 7 de la población total infectada a nivel nacional.

Después de este acuerdo, un gran número de personas se presentaron para recibir tratamiento inmediatamente (unas 5.000 en marzo de 2016). Sin embargo, el número tratado cada mes ha disminuido constantemente, de más de 5.000 en marzo de 2016 a menos de 2.500 en marzo de 2017, con señales de que el número disminuirá aún más. La estimación de Polaris muestra que Australia debe tratar a alrededor de 20.000 pacientes con hepatitis C por año para alcanzar el objetivo de eliminación de la OMS (una reducción de nuevas infecciones de hepatitis B y C en un 90% y de la mortalidad en un 65% para 2030). Polaris predice que el número de tratamientos anuales para el VHC podría caer a 14.000 para 2018.

“Australia comenzó a un ritmo acelerado en el camino hacia la eliminación de la hepatitis C debido a nuestro acceso irrestricto y fácil al tratamiento”, explica Helen Tyrell, directora ejecutiva de Hepatitis Australia. “A partir de marzo de 2016, cuando los tratamientos estuvieron disponibles, hasta diciembre de ese año, alrededor del 14% de las personas que vivían con hepatitis C comenzaron el tratamiento. Sin embargo, el ritmo se ha reducido drásticamente con el tiempo”.

Tyrell añade: “Preocupantemente, las últimas estimaciones del Observatorio Polaris deben tomarse como una advertencia clara de que la eliminación de la hepatitis C es poco probable que se logre para el año 2030 si continuamos ‘como hasta ahora’. Lo que necesitamos ahora es una escala rápida de un conjunto de programas para ayudar a conectar a todas las personas con hepatitis C con los nuevos tratamientos mientras se sigue priorizando la prevención basada en la evidencia. Australia siempre invierte en este trabajo y mantiene un fuerte enfoque de asociación en el gobierno, la comunidad, clínicos e investigadores. Podemos alcanzar el objetivo de eliminación de la hepatitis C para 2030”.

Australia tiene una tasa de diagnóstico muy alta (tres cuartas partes de las personas con hepatitis C saben que están infectadas, en comparación con el 44% en los países ricos en general y 1 de cada 5 a nivel mundial). Por lo tanto, es esencial que se intensifiquen los esfuerzos para que los que se sabe que están infectados reciban atención y tratamiento. Sin embargo, a muchas personas se les diagnosticó la hepatitis años o, a veces, décadas atrás, y en ese momento se les dijo que se fueran a casa y “no se preocuparan” debido a la falta de opciones de tratamiento. Como todos los países, Australia se enfrenta a desafíos para encontrar de nuevo a muchos de estos pacientes.

Hay signos de progreso en poblaciones clave: gracias a la disponibilidad de AADs, la proporción de pacientes que se inyectan drogas que acceden a la atención de la hepatitis C aumentó del 1-3% en 2012-2015 al 22% en 2016. La mayoría de los estados y territorios están desarrollando programas para nuevos tratamientos de acceso a servicios de drogas y alcohol, y prisiones, donde se cree que alrededor de uno de cada tres presos en todo el país está infectado por el VHC.

Además, recientemente se han puesto a disposición nuevos AADs que son efectivos en todos los genotipos de la hepatitis C en el Esquema de Beneficios Farmacéuticos de Australia, lo que facilita aún más el tratamiento prescrito por personas que no son especialistas, incluidos los médicos de cabecera que ahora escriben alrededor de un tercio de todas las prescripciones de AADs.

“Australia se ha adentrado fantásticamente en su epidemia de la hepatitis C, pero el desafío es garantizar que todas las personas con hepatitis C crónica sean diagnosticadas y vinculadas a la atención médica. Se necesitarán diferentes enfoques y modelos de atención para que diferentes grupos de población logren esto y que ningún grupo queda atrás”, concluye Tyrrell.

Para la hepatitis B, los desafíos son muy importantes, ya que la respuesta nacional no es tan avanzada como la de la hepatitis C. La primera Estrategia Nacional de Hepatitis B se lanzó en 2010, unos diez años después de la primera Estrategia Nacional de Hepatitis C. Australia está logrando cambiar el curso de las nuevas infecciones entre los jóvenes menores de 25 años debido a un efectivo programa de vacunación contra la hepatitis B para lactantes y adolescentes. Sin embargo, con una de cada tres personas que se estima que viven con hepatitis B crónica aún no diagnosticada y con monitorización subóptima (sólo uno de cada seis pacientes controlados por progresión de la enfermedad cuando todos deberían estarlo) y tasas de tratamiento (6% tratado versus el objetivo nacional del 15%) está claro que se requerirá un compromiso significativo para alcanzar los objetivos de eliminación para 2030.

“La hepatitis B va claramente por detrás de la hepatitis C en la actualidad y Australia debe acelerar los esfuerzos en general”, dice Tyrrell. “Esperamos que la Tercera Estrategia Nacional de Hepatitis B, actualmente en desarrollo, sea el catalizador para articular e invertir en una gama de acciones prioritarias que se necesitan urgentemente para llevar la hepatitis B hacia la eliminación para 2030. Mejorar el conocimiento y diagnóstico comunitario de aquellos en poblaciones de mayor riesgo es una prioridad principal combinada con evaluaciones hepáticas regulares para todas las personas con hepatitis B crónica para ayudar a detener la progresión a enfermedad hepática grave, cáncer de hígado y muertes evitables por esta infección a menudo silenciosa”.

Fuentes: infohep.org (febrero 2018) / hepatitisaustralia.com (noviembre 2017)
Noticia traducida por ASSCAT

06/03/2018

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