Investigadores del HUC (Hospital Universitario de Canarias) avanzan en la erradicación de la enfermedad con un método menos invasivo que permite llegar a la población susceptible de portar este virus transmisible.

Un simple pinchazo en el dedo ha permitido avanzar en la senda de la erradicación mundial de la hepatitis C. Con una gota de sangre seca, los médicos del Servicio Canario de la Salud (SCS) han conseguido ahora ampliar su radio de acción entre la población canaria, logrando diagnosticar a los pacientes que hasta el momento se les escapaban.

Este nuevo abordaje diagnóstico, que nace como iniciativa de un grupo multidisciplinar de investigadores del Hospital Universitario de Canarias (HUC), es pionero en España y se ha convertido en la baza principal del Servicio Canario de la Salud (SCS) para conseguir llegar a más población infectada.

El virus de la hepatitis C se puede combatir fácilmente. La efectividad de los fármacos antivíricos ha sido tal que la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha planteado la posibilidad de erradicar totalmente la enfermedad con vistas al año 2030. Se estima que hay en el mundo 71 millones de personas con infección crónica por el virus de la hepatitis C y que cada año mueren unas 399.000 personas debido al virus, sobre todo por cirrosis y carcinoma hepatocelular.

Para conseguir que el mundo pueda llegar a las recomendaciones de la OMS (alcanzar el 90% de diagnóstico, el 80% de tratamiento y el 90% de cura), al contrario de lo que sucede con las enfermedades que cuentan con una vacuna, se debe intentar curar a toda la población afectada para evitar nuevas infecciones. La tarea podría parecer sencilla, pero se complica al conocer que la infección no tiene por qué tener asociada sintomatología. Esto quiere decir que mucha gente desconoce que tiene la enfermedad, a pesar de tener el poder de transmitirla.

La erradicación, por tanto, se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza para los profesionales sanitarios, hasta el punto de plantear que “el diagnóstico estaba agotado”, como alegó el médico de aparato digestivo del HUC, Manuel Hernández-Guerra. “Mientras el tratamiento es muy sencillo, el circuito diagnóstico ha sido poco eficaz para cumplir estos objetivos”, afirmó el farmacéutico y jefe de la Unidad de Investigación del HUC, Fernando Gutiérrez.

El reto, por tanto, ya no reside en el tratamiento, sino en “hacer que llegue al total del 1% de la población prevalente”, constató Hernández-Guerra, que afirmó que muchas personas susceptibles de padecer la enfermedad no acuden al sistema público de salud, ya sea por desconocimiento como por miedo. Sabiendo esto, el médico especialista, junto al equipo de farmacología de la Unidad de Investigación del HUC, se puso manos a la obra para hallar un método de cribado que pudiera acercar el tratamiento a más población. Entre las alternativas se encontró realizar cribados masivos a toda la población o focalizar los esfuerzos en los nichos de población de alta prevalencia, como los centros penitenciarios, los comedores sociales o los centros de atención al drogodependiente (CAD). Esta última línea fue elegida finalmente por los médicos, ya que se estima que de los 12.000 canarios que se encuentran en CAD, el 70% pueden contener dicha carga vírica.

“Son personas que tienen aversión a la extracción de sangre intravenosa, por lo que tuvimos que hallar un método menos invasivo para que accedieran a hacerse el test”, explicó Gutiérrez. La respuesta vino en una eficiente prueba (barata y que no requiere de venopunción) que ya hace años que realiza el grupo de investigación que lidera Gutiérrez: el test de gota de sangre seca en papel (GSSP).

Con un simple pinchazo en el dedo, los investigadores son capaces de conocer si las células del paciente contienen carga viral directa en su ácido ribonucleico (ARN), es decir, si están infectados y deben ser tratados.

Pero las bondades del proyecto no solo se limitan en la democratización de la cura; a largo plazo, este cribado sale más barato. Hasta la fecha, el cribado se ha realizado mediante un protocolo “en dos pasos”. La primera, llamada coloquialmente prueba de anticuerpos (también llamada anti-VHC) identifica el estado serológico del paciente. Esta prueba cuesta aproximadamente 5,5 euros. Posteriormente, se identifica la carga viral por aproximadamente 11,2 euros.

En este sentido, un cribado que realice directamente la segunda prueba a un grupo de riesgo (donde ya se sabe que el estado serológico de aproximadamente el 70% de los individuos es positivo), como propone esta investigación aplicada, repercute tanto en el factor económico (tan sólo gasta 11,2 euros, en lugar de 16,7) como en la simplificación del proceso de diagnóstico.

Los investigadores empezaron a fraguar este nuevo método de diagnóstico en 2016 y los primeros pacientes se empezaron a tratar en 2017. Desde entonces, más de mil canarios se han beneficiado del test de la gota de sangre seca y ya conocen su estado respecto a la enfermedad. La estrategia, que pronto fue adaptada para que pudieran utilizarla todos los profesionales del SCS, ha tenido gran repercusión a nivel nacional.

Por esta razón, los precursores de la iniciativa decidieron coordinar la I Jornada Nacional de Eliminación de la infección por VHC desde Canarias en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Tenerife. En ella se abrió un espacio de debate en el que, entre otras cosas, se presentó el Programa C Canarias, que ya está implantado en el HUC, el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria y pronto saltará la frontera hacia los centros hospitalarios de la provincia vecina.

 

Fuente: eldia.es

20/09/2019

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