“El hígado es un órgano muy resistente. Se necesita más de una toxina, una lesión, un tipo de enfermedad para destruir su capacidad de recuperación”, explica Tom Hemming Karlsen, profesor de Medicina Interna en la Universidad de Oslo, Noruega.

Pero en este momento, el hígado de muchos europeos se enfrenta a una serie de amenazas, incluido el elevado consumo de alcohol y el aumento de la obesidad. La Comisión Lancet del Hígado, organizada conjuntamente con la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (EASL), hace diez recomendaciones prácticas para proteger la salud del hígado y prevenir las enfermedades hepáticas, la mitad de ellas centradas en políticas de salud. “Estamos tratando de enfatizar el poder de las medidas de salud pública”, afirma Karlsen, copresidente de la Comisión del Hígado EASL-Lancet.

Añade que la Comisión es “una síntesis de diferentes especialidades… una micro representación de lo que queremos que suceda en el sector sanitario en el manejo de los pacientes hepáticos… todas las especialidades deben trabajar juntas”. Como consultor sénior de gastroenterología y hepatología en el Departamento de Medicina de Trasplantes y jefe de investigación en la División de Cirugía, Enfermedades Inflamatorias y Trasplantes del Hospital Universitario de Oslo, Karlsen trabaja principalmente en investigación traslacional y de laboratorio. Pero en su firme defensa de la salud pública subraya que los enfoques curativos no son suficientes. Como señala, “con la COVID-19 hemos visto la eficacia de las intervenciones a nivel poblacional”.

El mensaje principal de Karlsen se ha centrado durante años en sus estudios sobre la colangitis esclerosante primaria (CEP). “Fue un interés obvio porque es la indicación más importante para el trasplante de hígado en Noruega y yo trabajo en el único centro de trasplantes en Noruega”, explica. El origen de su interés radica en la fascinación por la biología. “Cuando tenía unos 17 o 18 años pensé que la mejor forma de desarrollar mi interés biológico sería compaginarlo con la salud”, recuerda. De ahí la decisión de estudiar medicina en la Universidad de Bergen, de la que se tituló en 1997 y seguir una después una carrera académica y de investigación. Como él dice, “siempre quise entender, ir a la raíz de los problemas”. El atractivo de la gastroenterología y la hepatología radica en su demanda de habilidades técnicas e intelectuales y también su relación con la inmunología. “Tienes esta enorme superficie [el revestimiento intestinal] en contacto con el medio ambiente … y el hígado está asentado en esta interfaz entre el exterior y el interior”. La CEP, para la que todavía no existe un tratamiento, era un objetivo claro para un hepatólogo preocupado por la resolución de problemas biológicos.

“La CEP es más común en el hemisferio norte y particularmente en Escandinavia”, explica Frank Tacke, Director del Departamento de Hepatología y Gastroenterología del Hospital Universitario Charité, Berlín, Alemania. Tacke conoció a Karlsen cuando ambos eran miembros de la junta directiva de la EASL. “Tom desarrolló un grupo de investigación colaborativo internacional… porque la CEP es una enfermedad minoritaria y se requería un esfuerzo conjunto con otros investigadores”. Cuando Karlsen comenzó a dirigir el Centro de Investigación sobre CEP de Noruega en 2007, tenía un equipo de tres personas; ahora cuenta con unos 30 empleados y es líder en los esfuerzos de investigación en Europa. En 2010, Karlsen cofundó el Grupo de Estudio Internacional de la CEP. “Para reunir un gran grupo de investigadores para trabajar en una enfermedad se necesita a alguien que pueda construir estructuras… Y Tom mira más allá de su propia disciplina para comprender los mecanismos de la enfermedad. Esto lo convierte en un gran científico”, dice Tacke.

El interés de Karlsen se ha expandido para abarcar otra rama de la biología. “Ha hecho una gran contribución para los avances en la comprensión de la genética de la predisposición a la CEP”, afirma Philip Newsome, profesor de Hepatología Experimental, Director del Centro de Investigación del Hígado y Gastrointestinal de la Universidad de Birmingham, Reino Unido, y autor principal de la Comisión. “Es una investigación líder en el mundo”, añade. “Tom es una de las personas más trabajadoras con las que me he encontrado, y un nivel alto de integridad… cuando se trata de investigación, sabes que tienes absoluta confianza en su veracidad”, explica Newsome. Igualmente familiarizado con el trabajo de Karlsen, es el profesor Erlend Smeland, Director de Investigación, Innovación y Educación de la Universidad de Oslo. “En su campo, es un líder de opinión clave que combina la excelencia en la investigación con una mente estratégica”, dice. “Es una de las personas con las que hablo del desarrollo estratégico de la actividad investigadora”. Smeland describe a Karlsen como una persona modesta, simpática, tolerante y que contribuye a tener contactos, pero no obsesionada con el trabajo. Como señala Tacke, “Le gusta estar en el mundo natural. Es capaz de dejar pasar todo lo demás por un tiempo y recargar las pilas”.

En 2020, la investigación de Karlsen cambió temporalmente de dirección cuando se dio cuenta de que la tecnología para estudios genéticos de su laboratorio podría contribuir a la investigación del COVID-19. Una conversación con el empresario multimillonario noruego Stein Erik Hagen ayudó a recaudar fondos para la investigación y, en unos meses, Karlsen y su equipo publicaron un estudio sobre la asociación del genoma de pacientes con insuficiencia respiratoria, que definió los mecanismos moleculares implicados en la COVID-19 grave.

De cara al futuro, Karlsen sabe que las intervenciones de salud pública que defiende la Comisión Lancet en elación con los nuevos enfoques de las enfermedades hepáticas, implican cambios en los impuestos y una regulación más estricta en el etiquetado y la publicidad. “Lo que estamos tratando de hacer aquí es publicar la evidencia científica que muestre, por ejemplo, el impacto de la reformulación de algunos alimentos”, insiste. “Para muchas de estas áreas, es la única forma de avanzar… Hacer estas cosas, salvará vidas… pero requerirá un compromiso político importante”. Hablando de su propio trabajo en CEP, se siente seguro. “Nos está conduciendo lentamente hacia aplicaciones terapéuticas”, indica. “Tenemos las pistas que necesitamos… y nos estamos moviendo hacia el desarrollo de fármacos. Creo que en 5 a 10 años a partir de ahora trataremos a pacientes con CEP”.

 

Fuente: thelancet.com

Referencia: https://doi.org/10.1016/S0140-6736(21)02746-X

Artículo traducido y adaptado por ASSCAT

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