La lista de espera de trasplante hepático para pacientes con hepatitis C baja en un 75%

La lista de espera de trasplante hepático para pacientes con hepatitis C baja en un 75%

La lista de espera de trasplante hepático para los pacientes con hepatitis C ha caído en España un 75% en los últimos nueve años gracias a la extensión de los tratamientos antivirales que curan la infección, ha informado la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas.

En 2014 había 744 pacientes con hepatitis C en lista de espera para trasplante de hígado, mientras que en la actualidad solo suman 184, y 135 personas con hepatitis C fueron trasplantadas en 2022 frente a las 345 de 2015, lo que supone una reducción del 60%.

De esta manera, los casos de hepatitis C representan hoy apenas el 11% de los trasplantes de hígado, frente al 31% de 2014.

Actualmente, las causas de cirrosis más frecuentes, y por las que más pacientes tienen que recibir un trasplante, son el abuso de alcohol, la enfermedad hepática metabólica grasa debido a obesidad y diabetes y una combinación de ambas.

La lista de espera para trasplante hepático alcanzó su pico en 2015, con 2.175 pacientes.

Desde entonces, la disminución de pacientes con hepatitis C necesitados de trasplante ha permitido rebajar en un 25% la lista de espera total, que en 2022 se situó en 1.627 personas.

La Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas, que reúne a las sociedades científicas y asociaciones de pacientes, y la Asociación Española para el Estudio del Hígado opinan que el avance en la eliminación de la hepatitis C debe permitir dedicar en el futuro más recursos para el abordaje de otras enfermedades hepáticas que van ganando terreno en los últimos años, como la enfermedad hepática alcohólica y el hígado graso.

España es el país del mundo que más pacientes de hepatitis C ha tratado y curado por millón de habitantes -por encima de 165.000-, lo que ha permitido situar la prevalencia de la infección en niveles muy bajos: 0,85% y 0,22%, respectivamente, de positividad de anticuerpos e infección activa en 2019, con tasas más altas en varones mayores de 50 años y mujeres mayores de 70.

 

Fuente: lavanguardia.com

Javier García Samaniego: “Comencé mi carrera cuando la hepatitis C era un problema y la terminaré con la solución”

Javier García Samaniego: “Comencé mi carrera cuando la hepatitis C era un problema y la terminaré con la solución”

El coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España estima que hay unas 50.000 personas sin diagnosticar, frente a los más de 160.000 pacientes curados desde 2015.

Cuando el doctor Javier García Samaniego comenzó su residencia en el Hospital de la Princesa de Madrid, los hepatólogos estaban preocupados por una forma de hepatitis que contaminaba los bancos de sangre y, a la larga, producía cirrosis y cáncer de hígado. La llamaban “no A, no B”, las dos conocidas en aquel momento. El año que terminó su especialidad, en 1989, un grupo de investigadores dieron con el virus de la hepatitis C e identificaron su transmisibilidad a través de la sangre. En España, que está en una posición privilegiada para eliminar la infección, se estima que hay entre 25.000 y 50.000 personas sin diagnosticar de un mal que ya tiene cura.

“Comencé mi vida profesional cuando la hepatitis C era un problema y la terminaré prácticamente con la solución”, dice el doctor desde un luminoso despacho del Hospital Universitario La Paz, donde es jefe de sección de hepatología. Con decenas de trabajos a sus espaldas y un compromiso férreo con el fin de la infección, admite haber puesto su “granito de arena, no en las grandes contribuciones, pero sí en hacer que esto llegue al mayor número de gente y también haciendo lobby con la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España”, de la que es coordinador.

¿Cuánto falta para eliminar la hepatitis C en España?

Estamos cerca. La prevalencia global en España está entre 200.000 y 230.000 personas. Desde que se descubrió el virus, hemos tenido unas medicinas extraordinarias que curan la infección, con tasas que se aproximan al 99%. Como consecuencia afortunada del plan estratégico para el abordaje de la hepatitis C, que se aprobó en 2015, hemos tratado en torno a 165.000 pacientes. La horquilla es amplia, no tanto como la de las encuestas electorales, pero pueden faltar por diagnosticar y tratar entre unas 25.000 y 50.000 personas.

¿En qué situación está el país respecto a otros de nuestro entorno?

España ha hecho muy bien los deberes y está a la cabeza de los indicadores internacionales de eliminación. La OMS puso como objetivo eliminar las hepatitis B y C a nivel global para 2030. Para ello, hay que disminuir la incidencia, los nuevos casos, en un 90% y la morbimortalidad por enfermedad hepática crónica en un 65%. Estamos prácticamente en ese objetivo y hemos tratado más casos por millón de habitantes que ningún otro país. Los modelos matemáticos que predicen cuándo se podrá eliminar la hepatitis C sugieren que España está a la cabeza. El más famoso dice que sería el segundo país después de Islandia pero, con todos los respectos, es demográficamente irrelevante. No es lo mismo eliminar la hepatitis C en un país que tiene 300.000 habitantes, que es como el área sanitaria de un hospital español relativamente pequeño, que en uno que tiene 47 millones. Para que te hagas una idea: el Hospital La Paz atiende a 600.000 personas.

¿Cómo se encuentra un virus con el que convive tan poca gente y que, en la mayoría de casos, permanece agazapado durante años sin presentar síntomas?

El plan de hepatitis C hizo las cosas extraordinariamente bien en cuanto al acceso a los tratamientos y ha permitido tratar a 160.000 pacientes desde el año 2015. El esfuerzo que queda por hacer es la búsqueda activa de aquellas personas que no saben que tienen hepatitis C, que pueden ser hasta un 20% de las que lo tienen en España. Estos pacientes son, seguramente, los más difíciles de encontrar, porque la infección afecta a colectivos vulnerables, que están más alejados del sistema sanitario: a usuarios de drogas, a personas sin hogar o que vienen a a trabajar de otros países donde hay una prevalencia mayor. Además la pandemia ha retrasado todo los programas de eliminación.

Desde que los antivirales de acción directa se comercializaron en España en 2014, las muertes se han reducido en casi un 50%, hasta las 435 en 2021. ¿Alguna infección ha experimentado esta mejora en tan poco tiempo?

Ninguna. Es macro e incluso micro. Vas por la sala de gastro del hospital (La Paz), o por la del 12 de Octubre, o en el Ramón y Cajal y ya no ingresan pacientes por descompensación de la enfermedad hepática. Ingresan las producidas por enfermedad hepática alcohólica, por ejemplo, y las que son un poco más raras, pero las producidas por virus, incluida la B, han desaparecido.

Esos tratamientos curan la infección, pero ¿revierten el daño hepático que ha provocado hasta entonces?

Si tienes una infección por el virus C y te tomas los antivirales, te curas la infección. Otra cosa es que el daño que ya ha hecho el virus sea irreversible en su totalidad. El hígado es un órgano que tiene una capacidad de regeneración estupenda, pero los enfermos de cirrosis tienen un riesgo de evolución maligna de cáncer de hígado. Si les curamos la infección, les compensamos y la enfermedad mejora, el riesgo disminuirá, pero no va a desaparecer, así que habría que incluirlos en programas sistémicos de cribado.

¿Qué supuso el retraso de la inclusión de Sovaldi en la cartera básica de servicios?

Prefiero hablar en positivo. Visto en perspectiva, que decenas de miles de personas se hayan podido tratar supuso una revolución. Para una persona enferma, una semana es mucho tiempo, pero no diría que, en comparación con países de nuestro entorno, hubiera un gran retraso. La presión de los pacientes hizo mucho, más que la de los hepatólogos, que también exigíamos esos tratamientos. Fueron momentos dramáticos. Han pasado apenas 10 años desde que los pacientes se manifestaban en el Ministerio y es como si hubieran pasado 100. Alguno de los responsables de buscar las partidas presupuestarias me contaba que al llegar al Consejo de Ministros, si el ministro de Hacienda decía que cómo se iban a gastar 1.500 millones de euros en pacientes de hepatitis C le decían que sí, que era mucho, pero que se curaban.

Si yo tuviera que calificar la actuación de las administraciones públicas, del Gobierno central y de las comunidades, en lo que se refiere al abordaje del tratamiento, diría que fue notable alto, cuando no sobresaliente. La prueba es que ningún país de Europa ha tenido el éxito terapéutico ni ha tratado a tantas personas por millón de habitante como España.

¿Quedan algunos de aquellos pacientes que recibieron transfusiones de sangre antes de 1990 sin testear?

Puede quedar algún rezagado, pero el 99,9% están diagnosticadas, tratadas y curadas. El otro problema fue el auge de la drogadicción intravenosa que se produjo en España a finales de los años 80 y en los 90. Es gente de mi generación, los veinteañeros de ahora no vivieron el boom del VIH y de la hepatitis. La encuesta de seroprevalencia del Ministerio nos dice que no hay hepatitis C en las personas de menos de 30 años que van a atención primaria; entre los 30 y los 40 sale muy poco; y ya hay cifras significativas a partir de los 40 años. Muchas de estas personas pueden estar en centros comunitarios, de atención a drogodependientes, en albergues, en comedores sociales… Ahí es donde hay que actuar.

¿La hepatitis C será la primera infección que se erradique sin vacuna?

Me gusta más la palabra ‘eliminar’. Solo hay un virus erradicado de la faz de la Tierra, que es el de la viruela. Para erradicar necesitas que haya incidencia cero en todo el planeta y para eso tiene que haber una vacuna. Para la hepatitis C tenemos medicamentos que pueden comportarse mejor que una vacuna, en términos de lo que curan, pero no llegan a todos los países. De hecho, hay un porcentaje de pacientes que no se inmunizan contra la hepatitis B tras vacunarse, de en torno al 3%, que probablemente sea superior al riesgo de fracaso terapéutico por hepatitis C.

¿Por qué no se ha encontrado esa vacuna?

El virus ha sido tradicionalmente esquivo, porque tiene una tasa alta de mutación intraindividuo. Aunque ha habido modelos que han estado cerca de conseguir una vacuna que produjese anticuerpos, han fallado en cuanto a la reproducibilidad. Si a eso le unes que la hepatitis C tiene un tratamiento estupendo, a lo mejor esto ha hecho que algunos grupos de investigación levantaran un poco el pie.

Galicia ha implementado un sistema pionero que nació de la COVID-19, el pooling. ¿En qué consiste?

Algunas comunidades están haciendo cribados oportunistas, favoreciendo que las personas que se acercan al sistema sanitario, a su médico de familia, y no tienen la prueba hecha, se la hagan, fundamentalmente en algunas franjas de edad. Es una enfermedad que en el 75-80% de los casos se da en personas mayores de 45 años. El pooling sirve para hacer cribado en poblaciones de bajo riesgo. ‘Pool’ significa mezcla en inglés y la técnica consiste en realizar una PCR a agrupaciones de cien muestras. Si da positivo, puedes hacer poolings inferiores, pero la mayoría de las pruebas son negativas, así que ganan tiempo, esfuerzos y recursos.

¿Qué papel juegan las ciudades en la erradicación de la hepatitis C?

En la Alianza tenemos un programa en el que hemos estado trabajando intensamente. Las ciudades no tienen competencias sanitarias, pero atienden a colectivos vulnerables en albergues, comedores sociales, etc. Haciendo cribado con pruebas rápidas de diagnóstico, igual que las hay de COVID-19, puedes buscar pacientes en estos grupos y, si diagnosticas algún caso, remitirlo al sistema sanitario. Sevilla ha hecho un trabajo estupendo y ha encontrado, entre programas de cribado en población general y vulnerable, entre 50 y 80 pacientes. En Madrid también tenemos un programa ambicioso, en todos los centros de atención a personas drogodependientes.

Cuando se elimine la hepatitis vírica, ¿a qué se van a dedicar los esfuerzos?

La hepatología se concentra cada vez más en los casos de enfermedad hepática metabólica, porque los de vírica son absolutamente anecdóticos. Con el aumento de la epidemia de obesidad que hay en muchos países occidentales y de la esperanza de vida, aparecen trastornos metabólicos, diabetes, dislipemia, hipercolesterolemia y obesidad. Esto condiciona un depósito difuso de grasa en el hígado, que desencadena una serie de mecanismos que pueden dar lugar a inflamación y a la enfermedad hepática progresiva.

 

Fuente: eldiario.es

Día Mundial contra la Hepatitis: La lucha contra la hepatitis C arroja esperanza en España con 165.000 pacientes curados

Día Mundial contra la Hepatitis: La lucha contra la hepatitis C arroja esperanza en España con 165.000 pacientes curados

Las hepatitis causadas por los virus B y C provocan más de un millón de muertes en el mundo, según la OMS. El 80% de pacientes a nivel global no disponen de los recursos suficientes para prevenir, detectar y tratar la enfermedad.

Pilar Martínez, voluntaria y paciente experta de la Asociación Catalana de Pacientes Hepáticos (ASSCAT), fue diagnosticada de hepatitis C a los 56 años. Me notaba muy cansada y al principio no le di importancia, cuenta a RTVE.es. Al igual que Pilar, Juan Francisco Durán notó que además del agotamiento, adelgazaba mucho y su piel comenzaba a estar de color más amarillo.

Aunque la enfermedad les ha dejado alguna secuela, ambos a día de hoy están curados de la hepatitis C. Como ellos, un total de 165.000 pacientes se han curado en el Sistema Nacional de Salud desde que se aprobó el Plan Nacional de Hepatitis en España en 2015, explica Javier García-Samaniego, jefe de sección de Hepatología del Hospital Universitario La Paz y coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE).

España se acerca a los objetivos de la OMS

Este éxito de curación en España se enmarca dentro del objetivo principal que mantiene la Organización Mundial de la Salud, el de tratar de erradicar las hepatitis víricas en todos los países del mundo para 2030. Este propósito está a punto de alcanzarlo España, ya que cada vez está más cerca de eliminar la hepatitis C, según confirma Manuel Romero, presidente de la AEEH.

Aunque el futuro de España con la hepatitis C es esperanzador, las hepatitis virales, fundamentalmente causadas por los virus B y C, provocan más de un millón de muertes en el mundo y más de tres millones de nuevas infecciones al año, según cifras de la OMS. Por ello, y con motivo del Día Mundial contra la Hepatitis, las asociaciones ponen el foco en el tratamiento y diagnóstico de las personas que la padecen pero no lo saben, y en el colectivo más vulnerable.

Diferentes curas y tratamientos para cada virus

Existen cinco virus principales que causan la hepatitis, una enfermedad que produce infección e inflamación en el hígado. Se los clasifica en A, B, C, D y E.

Los virus de la hepatitis B, C y D son los que producen enfermedad hepática crónica y son aquellos en los que debemos poner más el foco, señala el especialista García-Samaniego.

En el caso de la hepatitis A, esta no cronifica y existe una vacuna eficaz implantada de forma universal. No sucede lo mismo con el virus B, ya que para este si existe un tratamiento eficaz para inhibir el virus y se están desarrollando nuevos medicamentos, pero el virus es tan complejo que “se necesitarán años de investigación para encontrar una cura”, explica Sabela Lens, investigadora del IDIBAPS y CIBERehd, y hepatóloga del Hospital Clínic de Barcelona.

El futuro para este virus es ambicioso ya que, según explica el doctor García-Samaniego, entre los objetivos de la OMS para 2030 se pretende que el 90% de los recién nacidos estén vacunados.

La hepatitis C, según explica García-Samaniego, no tiene vacuna, pero sí cura, a través de los medicamentos de acción directa, y en el caso del virus D solo aparece en los pacientes que tienen la hepatitis B. Para los pacientes de este tipo si existe un medicamento pero aún no ha sido aprobado en España. Por ello, según sostiene Lens se deben destinar “todas las labores de detección y tenerlo controlado hasta que llegue el fármaco”.

Pero todavía queda mucho camino por recorrer, ya que según detalla la OMS, hoy en día el 80% de personas con hepatitis en el mundo no pueden obtener los servicios que necesitan para prevenir, detectar y tratar la enfermedad. Una realidad que es distinta en muchos países, mientras unos avanzan en su tratamiento y cura, otros se estancan.

 

Fuente: rtve.es

Recomendaciones para el diagnóstico integral de las hepatitis víricas crónicas en una única extracción analítica

Recomendaciones para el diagnóstico integral de las hepatitis víricas crónicas en una única extracción analítica

La Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), la Sociedad Española de Infecciones y Microbiología Clínica (SEIMC) y su Grupo de Estudio de Hepatitis Víricas (GEHEP), y con el aval de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE), han consensuado un documento para realizar un diagnóstico integral de las hepatitis víricas (B, C y D), a partir de una única extracción analítica; es decir el diagnóstico integral, en el centro hospitalario y/o en el punto de atención al paciente.

Proponemos un algoritmo, de manera que el resultado positivo en serología frente a los virus de la hepatitis (B, C y D), así como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), activaría el análisis del resto de virus, incluyendo la carga viral cuando sea preciso, a partir de la misma extracción sanguínea. Además, se hacen dos recomendaciones adicionales. Por un lado, la necesidad de descartar una infección previa por el virus de la hepatitis A (VHA), para proceder a la vacunación en los casos en que las comprobaciones de tipo IgG frente a este virus sean negativas y la vacuna esté indicada. Y, por otro lado, la determinación de la serología del VIH. En caso de un resultado positivo para cualquiera de los virus analizados se deben emitir alertas automatizadas y activar la monitorización epidemiológica.

Introducción

Las hepatitis virales causadas por los virus de la hepatitis B, C y D (VHB, VHC y VHD) representan una amenaza importante para la salud pública por su elevada morbimortalidad y transmisibilidad. Se estima que hay alrededor de 354 millones de personas con hepatitis B o C crónica en el mundo (296 millones con hepatitis B y 58 millones con hepatitis C), y se estima que un 5% de las que presentan infección por el VHB tienen infección por hepatitis D. La mortalidad global atribuible a las hepatitis víricas se sitúa en 1,4 millones de muertes cada año, siendo la asociada a las hepatitis B y C crónicas las más significativas. En España, la prevalencia de positividad del HBsAg es del 0,6% y las personas portadoras del anti-HBc+ son el 8,2%, estos resultados no han variado en los últimos años, mientras que las últimas cifras publicadas sobre la hepatitis C presentan datos de seroprevalencia (1,0-1,4%) e infección virémica (0,2 – 0,3%) inferiores a los años anteriores. Estas cifras aumentan en poblaciones de riesgo o en las personas que forman parte de algún colectivo vulnerable, como las personas que consumen drogas, los internos en centros penitenciarios, los hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y los inmigrantes procedentes de países de alta prevalencia, puesto que es donde se concentran el mayor número de casos. La morbimortalidad asociada a las hepatitis víricas está ligada a la persistencia de la replicación viral con progresión de la fibrosis a cirrosis y desarrollo de complicaciones hepáticas a largo plazo. Este daño, puede agravarse si existe coinfección por distintos virus, y más aún por la presencia del VHD. Se estima que 1 de cada 6 casos de cirrosis que ocurren en pacientes con VHB son atribuibles a la coinfección por el VHD.

La hepatitis B se puede prevenir mediante la vacunación, que es altamente eficaz, mientras que la enfermedad activa se trata con análogos de nucleós(t)idos que son efectivos para controlar la replicación viral. Los antivirales de acción directa (AADs) frente al VHC alcanzan tasas de respuesta viral sostenida (RVS) elevadas que generan la curación de la infección en la mayoría de los pacientes. El tratamiento de las hepatitis víricas previene el desarrollo de cirrosis, disminuye el riesgo de carcinoma hepatocelular y de necesidad de trasplante hepático y mejora la supervivencia. Además, el tratamiento de la hepatitis C ha demostrado ser rentable, incluso reduce la carga social de la enfermedad. Un estudio reciente muestra un descenso muy significativo de las hospitalizaciones por cirrosis por VHC desde la introducción de los AAD, pudiendo ser una causa marginal de ingresos en un futuro. Asimismo, el tratamiento favorece el control de la transmisión del virus lo que se ha visto reflejado en un descenso significativo en la prevalencia de la infección tras la introducción de los AAD en los últimos años. En el caso de la hepatitis D, un fármaco aprobado condicionalmente por la EMA, la bulevirtida, consigue normalizar los valores de ALT y disminuir en 2 log o a niveles indetectables los valores del ARN-VHD en un porcentaje significativo de casos.

Los avances en el tratamiento motivaron que la OMS acordara, en el año 2016, unos objetivos centrados en reducir la incidencia de la hepatitis B y C en un 90% y la mortalidad en un 65%, con el fin de conseguir su eliminación en el año 2030. Durante estos últimos años, la mayoría de los países han establecido medidas dirigidas a cumplir con estos objetivos consiguiendo una disminución estimada de las infecciones en 6,8 millones con respecto al 2015. En España, gracias a los esfuerzos colectivos para implantar acciones dirigidas, entre otras, establecer estrategias de cribado y búsqueda de pacientes con infección no conocida, se han detectado y tratado un número elevado de personas, con hepatitis C y se encuentra en el camino de su eliminación. Pero estos esfuerzos, se han visto frenados por la pandemia del COVID-19, que ha afectado gravemente a los servicios sanitarios provocando que la mayor parte de los recursos sanitarios, especialmente los servicios de microbiología. El cierre de centros de salud y hospitalarios junto con las restricciones de acceso ha provocado retrasos importantes en el diagnóstico y el inicio del tratamiento. Además, esta situación se ha agravado en los colectivos más vulnerables que acuden a centros comunitarios, tales como las unidades de reducción de daños. La paralización de los programas de microeliminación ha generado un descenso brusco en los diagnósticos del 25% en los centros sanitarios y del 56% en los comunitarios. Estos retrasos provocarán el diagnóstico tardío de la enfermedad con la consiguiente pérdida de oportunidad de curación en fases precoces de la misma. Estudios recientes muestran que la ausencia de una atención adecuada en los pacientes con hepatitis C como consecuencia de la pandemia provocará incrementos significativos en la morbimortalidad asociada y su coste. Por tanto, para minimizar el impacto de la pandemia por SARS-CoV-2 y seguir en línea con los objetivos de eliminación, es necesario adoptar medidas que refuercen los programas de cribado, restablezcan la cascada de atención de las hepatitis víricas y permitan un tratamiento temprano. También es necesario enfatizar y seguir promoviendo las medidas efectivas ya existentes dirigidas a la simplificación diagnóstica, como el diagnóstico en un solo paso (DUSP) y el diagnóstico en el punto de atención (Point-of-Care, PoC) junto con sistemas de alerta de laboratorios de microbiología, y continuar con estrategias de microeliminación dirigidas a poblaciones de riesgo y/o colectivos vulnerables.

En este documento se presenta una serie de recomendaciones realizadas por profesionales expertos en el diagnóstico y manejo de las hepatitis víricas y avaladas por sociedades científicas, que permiten el diagnóstico integral de las hepatitis víricas crónicas (B, C y D) en una única extracción analítica . Asimismo, se refuerzan recomendaciones dirigidas a profesionales, servicios y programas en salud, con el fin de prevenir infecciones, facilitar el diagnóstico precoz, garantizar el seguimiento y acceso al tratamiento, así como, la difusión de la información sobre las hepatitis y, finalmente, facilitar la mejora continua de los modelos de salud.

Justificación para el diagnóstico integral de las hepatitis virales

El cribado de las infecciones por el VHB y el VHC se basa principalmente en la edad y en factores de riesgo de adquisición de la infección. Las guías clínicas de la AEEH y EASL, recomiendan la detección del VHD en todos los pacientes infectados por el VHB. En España, al igual que en otros países europeos, la tasa de cribado del VHD en pacientes con infección crónica por VHB es deficiente. Se ha observado un repunte en la prevalencia de infección por VHD en especial en la población migrante y actualmente se sitúa en torno al 5%.

La evaluación de la infección por el VHC y VHD se realiza de inmediato con la detección de pruebas frente a estos virus y, en el caso del VHB, mediante la detección del HBsAg. En los primeros, la confirmación de la infección activa precisa técnicas moleculares para detectar el ARN. En el caso del VHB, la presencia de HBsAg es la que determina la existencia de infección activa y se completa la evaluación con los marcadores de replicación viral determinando el Ag e del VHB y el ADN del VHB. Generalmente, el diagnóstico se realiza de forma independiente para cada infección, es decir, si el sujeto es positivo en alguna de ellas, el especialista solicita la repetición de la extracción para determinar otras hepatitis u otros virus relacionados, haciendo que el paciente acuda de nuevo a otra extracción de sangre.

El alto grado de similitud en la epidemiología que existe entre las infecciones virales, dado que los afectados comparten riesgos y vías de transmisión, hace que el riesgo de coinfección por VHB, VHC y VHD, incluso por VIH, en sus diferentes combinaciones sea elevado. La coinfección provoca una mayor morbimortalidad hepática y, en este sentido, simplificar el diagnóstico de las hepatitis víricas es aconsejable y en línea con los objetivos marcados por la OMS. Realizar un diagnóstico integral de las hepatitis víricas, es decir, en una única extracción analítica, tiene muchas ventajas. Ayuda a identificar nuevas infecciones y detectar coinfecciones siendo, además, una herramienta asistencial para disminuir los costes adicionales ocasionados por repeticiones de extracciones y visitas necesarias. Algunos estudios que evalúan el diagnóstico integral para el VHB y el VHC muestran resultados positivos en la detección y en el diagnóstico temprano, además de detectar a pacientes coinfectados con otros virus como el VIH. Igualmente, dado el alto riesgo de contraer infecciones víricas crónicas y para mejorar la asistencia sanitaria de la población de riesgo o colectivos vulnerables, la realización del diagnóstico integral en los centros comunitarios ha demostrado ser viable, factible y efectivo, consiguiendo minimizar posibles pruebas perdidas, su cobertura y mostrar los resultados positivos de una forma segura.

Conclusiones

El diagnostico de la infección por los virus de las hepatitis B, C y D sigue siendo un reto de Salud Pública. Un elevado número de personas desconocen aún su estado de infección. Establecer el diagnóstico y la vinculación al tratamiento son claves para lograr el objetivo de la OMS para 2030 a nivel mundial. El diagnóstico integral de las hepatitis víricas (B, C y D) en una única extracción analítica permite un diagnóstico más rápido, disminuyendo el número de visitas al centro médico, evita pérdidas de seguimiento, y facilita el acceso a un tratamiento eficaz. Asimismo, la descentralización del diagnóstico en el centro comunitario permite a los colectivos más vulnerables acceder al diagnóstico y a la derivación a la atención médica y el tratamiento. Por último, es esencial la colaboración entre los diferentes procesos implicados en la búsqueda, diagnóstico y tratamiento de las personas con hepatitis víricas, y en especial, en las poblaciones de riesgo y en los colectivos vulnerables, si se desea conseguir su eliminación en un futuro cercano

 

Fuente: Gastroenterología y Hepatología

Referencia: https://doi.org/doi:10.1016/j.gastrohep.2022.09.009

Artículo traducido y adaptado por ASSCAT

Informe: “Perfil nacional de eliminación de hepatitis. España puede eliminar la hepatitis”

Informe: “Perfil nacional de eliminación de hepatitis. España puede eliminar la hepatitis”

Este Perfil Nacional de Eliminación de la Hepatitis (N-HEP) fue desarrollado por la Coalición para la Eliminación Global de la Hepatitis. La financiación de este N-HEP fue proporcionada por Gilead Sciences. La Coalición para la Eliminación Global de la Hepatitis tuvo el control final sobre el contenido.

La Coalición agradece a AEHVE, especialmente a Javier García-Samaniego, ISGlobal en el Barcelona Institute for Global Health, especialmente a Jeffrey Lazarus y Camila Picchio, Maria Buti y ASSCAT, especialmente a Teresa Casanovas por su revisión y comentarios.

Podéis descargar el informe clicando aquí.