El estado nutricional a menudo se ve afectado en personas con enfermedad hepática crónica.

El grado de desnutrición aumenta si la persona tiene descompensación hepática y además afecta la morbilidad y la mortalidad, principalmente en aquellos pacientes con ascitis refractaria, hospitalizaciones múltiples, cirrosis colestásica o abuso crónico persistente de alcohol. No obstante, con la prevalencia creciente de obesidad, diabetes y síndrome metabólico, algunos pacientes con cirrosis pueden tener sobrepeso u obesidad a pesar y estar desnutridos, especialmente en el contexto de la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, en sus siglas en inglés).

¿Qué se debe hacer?

  • Cuidar la desnutrición como se hace con otras complicaciones de las enfermedades crónicas del hígado.
  • Acostumbrarse a realizar una valoración del estado nutricional con métodos sencillos.
  • Informar al paciente sobre la importancia de la nutrición en la enfermedad hepática crónica.
  • Proporcionar mensajes sencillos sobre la ingesta dietética que es necesaria: en personas sin sobrepeso se precisan 30-35 kcal / por Kg y 1,2-1,5 g de proteínas / por Kg. Además, es importante el patrón de comidas (evitar ayunos prolongados tomando un refrigerio por la noche).
  • Enfatizar la importancia que tiene mantener la masa y la función muscular evitando la hipomovilidad.
  • Introducir objetivos fáciles para la actividad física.

¿Qué no se debe hacer? ¿Qué se ha de evitar?

  • Evitar la idea de que la desnutrición es una consecuencia inevitable de la enfermedad (“No se puede hacer nada”).
  • Evitar que el paciente tenga muchas restricciones dietéticas o de estilo de vida injustificadas.
  • Evitar las dietas bajas en proteínas para prevenir o tratar la encefalopatía hepática.
  • Evitar el efecto perjudicial de los períodos prolongados de ayuno.
  • Pasar por alto la relevancia del agotamiento de la masa muscular en el pronóstico en pacientes con cirrosis hepática.

Causas

Existen múltiples factores que contribuyen a la desnutrición en la enfermedad hepática crónica. La insuficiencia hepática da como resultado una disponibilidad de energía reducida y un estado de “ayuno acelerado” donde la energía se deriva del catabolismo de los tejidos adiposos y musculares del propio organismo. De hecho, la sarcopenia, disminución de la masa muscular, con una fuerza muscular baja y/o con un rendimiento físico bajo, se reconoce como la base del deterioro nutricional en la enfermedad hepática crónica.

Se ha sugerido que los factores que participan en la depleción muscular son: la baja testosterona, el aumento de los niveles de endotoxinas, la inflamación crónica, la hiperamoniemia crónica, el aumento de la expresión de miostatina y la disfunción mitocondrial. La hipomovilidad y la inactividad física pueden contribuir aún más en los pacientes con cirrosis descompensada a agravar el déficit nutricional y con frecuencia no recibe la atención médica necesaria.

Consecuencia

La desnutrición en la cirrosis hepática no es simplemente una condición acompañante, sino que empeora aún más el pronóstico de la enfermedad. La desnutrición y la sarcopenia se asocian a mayores tasas de complicaciones en los pacientes cirróticos. Además, en este sentido se observa una mayor mortalidad en pacientes cirróticos hospitalizados y/o en espera de trasplante hepático.

Detección y evaluación de la desnutrición en la cirrosis

Los médicos de pacientes con diagnóstico de enfermedad hepática crónica o cirrosis descompensada siempre deben incluir el estado nutricional del paciente en su evaluación. El primer paso es un cribado nutricional rápido para identificar aquellos pacientes “en riesgo”. Los pacientes en riesgo son aquellos con IMC (Índice de Masa Corporal) bajo (<18), enfermedad hepática avanzada (Child-Pugh C) y RFH-Herramienta de priorización nutricional positiva. Los pacientes en riesgo deben someterse a una evaluación nutricional más completa, incluida la evaluación de la sarcopenia. Se conoce que incluso los pacientes obesos pueden ser sarcopénicos (obesidad sarcopénica) y, por lo tanto, también deben ser examinados. Se recomienda indagar sobre la ingesta dietética y las actitudes y creencias relacionadas con los alimentos. Ello precisa evaluarse más a fondo con la ayuda de un dietista.

Sarcopenia

La masa muscular se evalúa mejor mediante imágenes transversales basadas en TC, ya que sus resultados son un predictor independiente de la morbilidad y la mortalidad del paciente. Con este objetivo, normalmente ya se dispone de una TC abdominal para la evaluación clínica. Otras exploraciones para la evaluación de la sarcopenia como la impedancia bioeléctrica y la ecografía muscular aún requieren una mayor validación. Se ha utilizado una medición de la circunferencia del músculo de la parte media del brazo pero está limitada por la variabilidad intraoperadora. La finalización de la evaluación se produce a través de la evaluación de la función muscular, mediante la prueba de la fuerza manual y otras evaluaciones más completas del rendimiento físico (tiempo para arriba y listo o prueba de distancia de caminata de 6 minutos).

Cómo tratarla

Las guías clínicas han subrayado el enfoque nutricional en pacientes con cirrosis. Los pacientes sin sobrepeso deben recibir una ingesta diaria de 30-35 kcal / kg de peso corporal y una ingesta diaria de proteínas de 1,2-1,5 g / kg de peso corporal. Se utiliza un patrón de alimentación que incluye el desayuno y un refrigerio por la noche para acortar los períodos de ayuno. Los pacientes hospitalizados tienen más riesgo de una ingesta dietética deficiente. Cuando la dieta oral es insuficiente se sugieren suplementos nutricionales orales o nutrición enteral. También debe evaluarse y tratarse la desnutrición por micronutrientes. Los pacientes obesos con cirrosis deben seguir una restricción calórica moderada mientras mantienen una ingesta proteica adecuada o incluso aumentada. Estudios recientes están explorando las posibles ventajas de la ingesta adecuada de proteínas y el ejercicio moderado para mejorar la sarcopenia y la fragilidad.

 

Fuente: Journal of Hepatology

Referencia: https://doi.org/10.1016/j.jhep.2020.07.019.

Artículo traducido y adaptado por ASSCAT

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