Nuevos tratamientos versus antiguos tratamientos para la hepatitis C
Antes de la década de 1990, no existían tratamientos para las personas con el virus de la hepatitis C crónica (VHC). Luego, apareció la combinación del fármaco interferón (inyección subcutánea) y ribavirina (comprimidos).
Estos medicamentos tenían serios efectos secundarios y debían administrarse durante un año o más. Muchas personas sufrieron efectos secundarios tan debilitantes, que se describían similares a la quimioterapia.
Además de estas dificultades, sólo se curaban alrededor del 40% de las personas que recibían el tratamiento con interferón y ribavirina y muchos pacientes portadores del virus de la hepatitis C (VHC) tenían contraindicación y no podían recibir dicha combinación para superar su infección. Ésta fue la única terapia disponible durante casi 15 años.
A partir de 2011, se introdujo la primera generación de una nueva clase de medicamentos, llamados antivirales de acción directa (AADs) y cada año, desde 2011, se han ido lanzando hasta 2017 nuevas y mejores moléculas de AADs, todas con diferentes características a la hora de atacar el virus de la hepatitis C.
Algunos de estos medicamentos son más efectivos para un genotipo del virus que otros, algunos pueden ser tolerados por aquellos que también están infectados con el VIH, mientras que otros son mejores para aquellos que se han vuelto a infectar, han fallado a un tratamiento estándar inicial, son portadores de trasplantes, o tienen una insuficiencia renal o una enfermedad hepática con daño significativo.
Los nuevos tratamientos con AADs tienen tasas de curación altas, con una RVS mayor del 95%, se toman durante menos tiempo (8-12 semanas) y tienen pocos efectos secundarios. El medicamento que le recetará su médico dependerá del tipo de virus de VHC que tenga (genotipo 1-6, aunque actualmente ya existen tratamientos pangenotípicos), la fase en que se encuentre su hígado en cuanto a la fibrosis, puede que ya tenga cirrosis y si tiene otras complicaciones, como daño renal, VIH, etc.
Los inhibidores de la proteasa NS3/4A se introdujeron en 2011 como las primeras opciones para una terapia con interferón y con una tasa mejor de RVS. Estos medicamentos se llaman así porque se dirigen a la enzima proteasa NS3/4A que detiene la reproducción del virus. Estos primeros inhibidores de la proteasa NS3/4A funcionaron sólo para personas con la cepa más común del virus, el genotipo 1 del VHC. Las tasas de respuesta virológica sostenida (RVS) en estos tratamientos oscilan entre el 64% y el 75%, un gran avance sobre los fármacos basados en interferón.
El primer inhibidor de NS3/4A, Victrelis™ (boceprevir), se tomaba por vía oral en combinación con peginterferón y ribavirina, lo que hacía que el régimen de dosificación fuese complejo. Algunas personas presentaron problemas por los efectos secundarios como: anemia, fatiga y lesiones cutáneas.
Entre 2011 y 2017, se descubrieron otras opciones de tratamiento eficaces para atacar el VHC. Los fabricantes de medicamentos continuaron creando nuevos inhibidores de NS3/4A, pero también introdujeron otras dos clases de medicamentos, los llamados inhibidores de NS5A e inhibidores de NS5B. La NS5A es una proteína, y la NS5B es una enzima que el virus necesita para reproducirse. Ambos inhibidores hacen que el virus desaparezca.
Tratamientos combinados en un solo comprimido
Hoy en día, muchos fabricantes generalmente combinan dos o más de estos medicamentos en una sola píldora para atacar el virus. Ello hace que la dosificación sea mucho más simple, ya que actualmente el tratamiento combinado requiere que las personas tomen sólo una, dos o tres píldoras al día.
Dependiendo de la terapia de combinación utilizada, el tratamiento con AADs puede durar sólo 8 semanas y las tasas de curación alcanzan el 90-95%. Los efectos secundarios, si los hay, tienden a ser leves, lo cual facilita que los pacientes sigan su plan de tratamiento.
Fuente: hepatitisc.net
Noticia traducida por ASSCAT