El Jefe de Sección de Hígado y Gastroenterología del Hospital Universitario Virgen del Rocío, Manuel Romero-Gómez, acaba de sustituir a José Luis Calleja al frente de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH).

El hepatólogo desgrana en esta entrevista las metas de la nueva legislatura y los objetivos en el abordaje y la prevención de las enfermedades hepáticas en España.

Pregunta. ¿Cuáles son los objetivos para esta nueva legislatura?

Respuesta. Como primer punto, lo importante es plantear la necesidad de situar a la hepatología en la agenda social. Una de las líneas más importantes es el trabajo a raíz de una encomienda que nos hizo el Congreso de los Diputados. El pasado mes de junio, nos reunimos con los portavoces de Sanidad de los diferentes partidos políticos para poner encima de la mesa la necesidad de una estrategia nacional para luchar contra las hepatopatías. Las enfermedades hepáticas son una importante causa de mortalidad y aumentan enormemente los años de vida perdidos cuando la mayoría de estas patologías, si se detectan a tiempo, son prevenibles y, sobre todo, curables. Asimismo, el alto nivel científico de la hepatología española nos permite encontrarnos a la vanguardia mundial y es absolutamente razonable depositar esa confianza en la AEEH.

“Las enfermedades hepáticas son una importante causa de mortalidad y aumentan enormemente los años de vida perdidos cuando la mayoría de estas patologías, si se detectan a tiempo, son prevenibles y, sobre todo, son curables”

P. ¿Algún otro reto a destacar?

Por otro lado, queremos mejorar la formación en hepatología. Solicitamos al ministerio hace dos años la puesta en marcha del área de capacitación en hepatología de forma que pudiéramos diseñar una formación específica en hepatología compleja y en trasplante hepático que ahora mismo no tenemos en España. Por último, el tercer punto es promover la medicina de precisión, tanto para aumentar los diagnósticos en aquellos pacientes que presentan enfermedad hepática de origen desconocido, cómo para mejorar el pronóstico de la patología.

“Tenemos que intentar identificar las personas que están en riesgo de desarrollar una enfermedad hepática y actuar lo antes posible”

P. ¿Cómo se puede mejorar el diagnóstico precoz y la prevención de estas enfermedades?

Hay un elevado número de personas que llegan al hospital ya descompensados con una enfermedad hepática terminal que no sabían que padecían. Por tanto, tenemos que intentar identificar a las personas que están en riesgo de desarrollar una enfermedad hepática y actuar lo antes posible. Por ejemplo, la enfermedad hepática por hígado graso se detecta de una manera bastante sencilla; lo que hace falta es tener concienciación de que esta patología existe. Por supuesto, la hepatitis C debe ser detectada, tratada y curada al cien por cien, y la hepatitis B detectada y controlada.

P. ¿Cómo se pueden detectar a estos ‘perfiles’ de riesgo?

Un análisis rutinario de sangre a pacientes que presenten diabetes, obesidad, hipertensión arterial, dislipemia o una enfermedad inmunomediada puede hallar si se encuentran o no en riesgo de desarrollar fibrosis hepática. Lo mismo ocurre con las personas que consumen alcohol. Según las recomendaciones de la OMS, es necesario descartar enfermedad hepática en aquellos hombres que consuman por encima de 24g al día y por encima de 16g en las mujeres. Si se detiene el consumo de alcohol, se lleva a cabo una dieta saludable, se hace ejercicio y se recibe tratamiento para las hepatitis virales, podemos cambiar completamente el pronóstico. Y es que ahora mismo las enfermedades hepáticas continúan siendo una causa de muerte que va creciendo. Por eso hace falta una estrategia que aúne todos estos criterios. Por un lado, la prevención y, por otro lado, el diagnóstico y la intervención que permita el cambio.

“Como hepatólogo, quiero dejar claro que una persona con enfermedad hepática no debe tomar ni una gota de alcohol. Respecto al resto de la sociedad hay que tener claro que el alcohol es una causa muy importante de enfermedad hepática capaz de producir muchas alteraciones en el organismo”

P. ¿Por qué continúa existiendo en España una fuerte cultura del alcohol?

Tenemos plenamente introducido el alcohol en nuestra cultura y lo utilizamos para todo. Incluso hay mensajes que han trasladado que el alcohol es beneficioso en ciertos aspectos. Hay que cambiar ‘el chip’ de esta sociedad. Como hepatólogo, quiero dejar claro que una persona con enfermedad hepática no debe tomar ni una gota de alcohol. Respecto al resto de la sociedad hay que tener claro que el alcohol es una causa muy importante de enfermedad hepática capaz de producir muchas alteraciones en el organismo. Siempre hay un debate complejo entre salud y economía y en el caso del alcohol así ocurre. Desde el punto de vista de salud hepática, reclamamos que una persona de riesgo debe hacerse una analítica de rutina para conocer si está o no enfermo.

“El problema radica en lo difícil que es asegurar que sólo se toma una única copa del día”

P. Se ha insistido mucho en que una copa de vino al día es buena…

Hay muchos matices. Hay que ver el tamaño de la copa, que realmente sea sólo una… Según algún estudio, en determinadas situaciones podría ser beneficioso. El problema radica en lo difícil que es asegurar que solo se toma una única copa del día… por eso no podemos recomendarlo.

Cuando un paciente con hepatocarcinoma de estadio B o C con un tratamiento de inhibidor de la angiogénesis y un inmunomodulador progresa tenemos que plantearnos cuál es realmente la escalera terapéutica del hepatocarcinoma y asegurar el acceso a esos fármacos”

P. ¿Cuál es la situación actual del cáncer de hígado en España?

El cáncer de hígado sigue creciendo porque estamos inmersos en una pandemia de enfermedades hepáticas que está muy relacionado con el cambio en el estilo de vida, el sedentarismo, la obesidad, con no movernos… Todas las enfermedades hepáticas van a generar daño en el hígado y pueden progresar hasta cirrosis; incluso desembocar en cáncer. Sin embargo, los pacientes también pueden desarrollar cáncer sin padecer cirrosis previamente, lo que dificulta su detección porque hasta hace 10 años los pacientes de riesgo eran los que presentaban cirrosis.

P. ¿Cómo es el abordaje actual de este tumor?

R. Sobre el tratamiento, existe la posibilidad de realizar cirugía para casos reducidos o trasplante hepático, aunque son un porcentaje bajo los que pueden beneficiarse de un trasplante. Las siguientes opciones son las terapias de radiofrecuencia, quimioembolización o radioembolización para llegar finalmente al tratamiento sistémico. Actualmente se está administrando inmunoterapia junto con fármacos antiangiogénicos. Sin embargo, el problema radica en la segunda línea: cuando un paciente con un hepatocarcinoma de estadio B o C con un tratamiento de inhibidor de la angiogénesis y un inmunomodulador progresa o no responde tenemos que plantearnos cuál es realmente la escalera terapéutica del hepatocarcinoma y asegurar el acceso a esos fármacos por parte de los hepatólogos y pacientes.

En el momento actual debemos dibujar mejor el escenario y la escalera terapéutica para el paciente con hepatocarcinoma porque es una neoplasia altamente agresiva que tenemos que intentar abordar de la mejor manera posible”

P. ¿Cuál es el problema de acceso a la segunda línea en España?

Actualmente los fármacos de segunda línea no están financiados en España. Durante muchos años nuestra primera línea era sorafenib, hasta que llegó también lenvatinib con resultados similares. A continuación llegó el estudio que demostró que la combinación de un fármaco antiangiogénico con un inmunomodulador mejoraba los resultados. Sin embargo, el problema empieza en la segunda línea; el cual lo arrastramos desde que utilizábamos sorafenib. No disponíamos de terapias aprobadas de segunda línea acorde con las necesidades de los pacientes. En el momento actual debemos dibujar mejor el escenario y la escalera terapéutica para el paciente con hepatocarcinoma porque es una neoplasia altamente agresiva que tenemos que intentar abordar de la mejor manera posible.

 

Fuente: gacetamedica.com

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