Luchando contra la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA)
El aumento de los niveles de obesidad está generando una epidemia de enfermedad del hígado graso no alcohólico. Comprender, diagnosticar y tratar esta condición progresiva son ahora las prioridades.
Calorías, no alcohol
En 1980 se describió por primera vez una etapa avanzada de la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA), que confirma que la enfermedad hepática caracterizada por acumulación de grasa puede desarrollarse en personas que no consumen alcohol en exceso. Asociado con la obesidad y la diabetes tipo 2, la enfermedad del hígado graso no alcohólico se convertirá en la causa más común de enfermedad hepática grave en muchos países.
Factores de riesgo
La edad, el sexo y la genética contribuyen al riesgo de una persona de desarrollar la enfermedad del hígado graso no alcohólico y esteatosis no alcohólica. Pero los principales factores de riesgo son la obesidad y la diabetes, así como otras características del síndrome metabólico, incluida la hipertensión y la resistencia a la insulina.
Obesidad
El vínculo entre la obesidad, sus complicaciones y la enfermedad del hígado graso no alcohólico es fuerte.
*En el gráfico marcado en lila, podemos ver que a medida que los niveles de obesidad se han incrementado, también lo ha hecho la prevalencia de enfermedad del hígado graso no alcohólico. En la columna de la izquierda aparece el porcentaje de población de EEUU con obesidad, y en la columna de la derecha el porcentaje de personas que viven con enfermedad crónica del hígado a causa de la enfermedad del hígado graso no alcohólico.
*En el gráfico marcado en rosa, podemos observar que la enfermedad por hígado graso no alcohólico aumenta en prevalencia en función del índice de masa corporal y es más común en hombres. En la columna de la izquierda, aparece el porcentaje de prevalencia en los hombres de EEUU y en la columna de la derecha, el porcentaje de prevalencia en las mujeres norteamericanas.
Diabetes y resistencia a la insulina
En personas sanas, la insulina inhibe la descomposición y la liberación de grasa por las células grasas (adipocitos). En personas con resistencia a la insulina, la grasa se secreta en el torrente sanguíneo, desde donde es absorbida por los hepatocitos.
*En la imagen de la izquierda, podemos ver los adipocitos y la reserva de grasa. En la imagen de la derecha, vemos la grasa liberada.
Diagnóstico
Para determinar el grado de enfermedad del hígado graso no alcohólico y la fibrosis asociada, y para controlar las respuestas de los pacientes al tratamiento, sin utilizar una biopsia hepática invasiva, se necesitan el descubrimiento de biomarcadores y los avances en la tecnología de imágenes.
En la sangre
Aunque los análisis de sangre actuales para la enfermedad hepática pueden ayudar a evaluar la gravedad de la enfermedad del hígado graso no alcohólico, los investigadores buscan nuevos biomarcadores con concentraciones que se correlacionen de manera confiable con la actividad de la enfermedad.
Ultrasonido
Las herramientas de diagnóstico que usan tecnología de ultrasonido pueden ayudar a evaluar la salud del hígado, pero la resolución y sensibilidad precisas de tales técnicas necesitan mejoras.
*El hígado de la izquierda (color amarillo) es un hígado graso que absorbe una gran proporción de ultrasonido. El hígado de la derecha (color marrón oscuro) es un hígado con cicatrices y endurecido en el que las ondas de corte viajan más rápidamente a través del tejido dañado.
Deteniendo la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA)
Las piedras angulares del tratamiento contra la enfermedad del hígado graso no alcohólico son la pérdida de peso y la mayor cantidad de ejercicio, pero mantener estos cambios en el estilo de vida puede ser difícil. La esteatosis no alcohólica ahora se considera una condición grave que requiere el desarrollo de medicamentos específicos. Como resultado, están en marcha cientos de ensayos de posibles estrategias de tratamiento.
*Descripción de las imágenes de izquierda a derecha:
1.- Imagen 1 (lipasa y gotas de grasa absorbibles): Grasa del intestino. Inhibir las enzimas en el intestino que descompone las grasas (lipasas) para limitar la absorción de la grasa por la sangre, así como la cirugía bariátrica, pueden ayudar a la pérdida de peso para resolver la enfermedad del hígado graso no alcohólico.
2.- Imagen 2 (productos bacterianos, luz del intestino y célula epitelial): Interacciones intestino-hígado. La modificación del microbioma intestinal con bacterias probióticas puede promover la integridad de la pared intestinal, evitando que los productos bacterianos causantes de inflamación lleguen al hígado.
3.- Imagen 3 (hepatocitos dañados y estresados): Estrés metabólico hepático. Muchos medicamentos tienen como objetivo revertir la acumulación de grasa o sus efectos dañinos. Algunos imitan a las hormonas; otros bloquean las vías de señalización patogénica o alteran el procesamiento de la grasa directamente.
4.- Imagen 4 (célula Kupffer y quimiocinas): Inflamación del hígado. Se están probando fármacos que bloquean los receptores de las quimiocinas liberadas por los glóbulos blancos en el hígado (células de Kupffer), inhiben las enzimas pro-inflamatorias o reducen el estrés oxidativo.
5.- Imagen 5 (célula estrellada hepática y matriz fibrótica). Las células estrelladas hepáticas en el hígado median en la fibrosis. Los medicamentos que bloquean los receptores en las superficies de estas células y los anticuerpos que inactivan las moléculas fibróticas clave están en desarrollo.