En ASSCAT, como representantes de los pacientes hepáticos, hemos visto con gran preocupación los recientes episodios del “botellón” en Barcelona, por sus efectos en la salud de los jóvenes y no sólo en relación al hígado sino en particular sobre su cerebro.

Reconocemos que no es un tema fácil ni cómodo de tratar, pero necesitamos que hablen los expertos y los responsables de salud. No es suficiente lo que se está haciendo en relación a preservar el orden público y a las noticias que se publican sobre posibles causas, excusas para los jóvenes, etc. En estos momentos no podemos mirar a otro lado y se ha de actuar informando y concienciando sobre la salud de las personas.

Aunque los jóvenes necesitan divertirse y socializar y también han de conocer los límites y los riesgos asociados al consumo excesivo de alcohol en edades jóvenes.

Las consecuencias más relevantes a corto plazo son el coma etílico y los episodios de violencia y desinhibición. Conociendo los efectos a largo plazo y temiendo que ésta sea una conducta adictiva y que se está poniendo “de moda”, los responsables políticos y de salud han de informar a la ciudadanía.

Probablemente el joven sepa que beber alcohol puede hacer que se sienta mareado, desinhibido o con resaca y que el consumo de alcohol se asocia a estar de fiesta. Los jóvenes creen que no les va a pasar nada. Pero… ¿Ningún responsable de salud les va a advertir de los graves riesgos a los que se enfrentan? ¿Saben que beber alcohol sin medida durante la adolescencia también afectará a su futura salud?

Durante la adolescencia, tanto el cuerpo como el cerebro siguen creciendo y se desarrollan de una forma notable. Durante la adolescencia y hasta los 20-25 años, el cerebro continúa mejorando las sinapsis que conectan las células neuronales que se vuelven más complejas y eficientes.

Diversos estudios científicos han demostrado que la ingesta de alcohol mientras el cerebro sigue su evolución, actúa como un tóxico directo que podría detener o alterar el proceso de desarrollo y comportar un posible daño cerebral que va a durar el resto de su vida.

Las consecuencias más destacables son las dificultades que se evidencian en el aprendizaje, puesto que se ven afectadas las zonas cerebrales responsables del aprendizaje y la memoria.

El alcohol puede dañar o incluso destruir las células básicas que regulan la información. El deterioro puede ser particularmente peligroso y afectaría a su capacidad para aprender y almacenar recuerdos a corto plazo, podría influir en su rendimiento en la escuela, el trabajo, el ocio y el aprendizaje de nuevas habilidades, como, por ejemplo, conducir un automóvil.

Es posible que la persona y su entorno no se den cuenta de los efectos inmediatos, pero el daño causado por el alcohol durante la adolescencia puede afectar el potencial de su cerebro para aprender y recordar cosas nuevas el resto de su vida.

Podéis descargar un PDF con más información aquí.

 

Fuente: Grupo de Trabajo de ASSCAT