Carta al editor del Journal of Hepatology:

La 69a Asamblea de la Organización Mundial de la Salud aprobó en 2016 una estrategia global para eliminar la hepatitis viral (HV), como amenaza para la salud pública, para 2030. Desde entonces, se han logrado grandes avances en la reducción del impacto de la HV, en particular con el tratamiento curativo del virus de la hepatitis C (VHC).

Los efectos tras lograr la curación viral son innumerables, tanto a nivel individual como poblacional. En este sentido, J Crespo y colaboradores, comentan el trabajo publicado por Calvaruso & Craxi, publicado en el Journal of Hepatology. Exponen los beneficios a corto y a largo plazo esperados e inducidos por los antivirales de acción directa (AADs). Añaden que como consecuencia del tratamiento masivo con AADs, el grupo de Forns prevé un escenario muy optimista: la cirrosis relacionada con el VHC será en un futuro próximo, una causa marginal de ingresos hospitalarios. Desafortunadamente, la pandemia pone en peligro estos notables avances.

De hecho, la primera ola de la pandemia de COVID-19 produjo un inesperado desbordamiento de los sistemas de salud, cuyas consecuencias no fueron sólo las relacionadas con el virus, sino también la caída en el diagnóstico de otras enfermedades. En esta línea, Blach et al. publicó las graves consecuencias de retrasar los programas de eliminación del VHC. Este retraso se reflejará en un aumento de la mortalidad relacionada con el VHC, tanto como consecuencia de las complicaciones de la cirrosis como del desarrollo del carcinoma hepatocelular (HCC). Un retraso de un año puede resultar en un aumento de 70.000 muertes relacionadas con el hígado y más de 44.000 diagnósticos de HCC, no esperados.

Pero, la crisis de la COVID ha obligado a desviar recursos sanitarios hacia la atención de los pacientes infectados, impactando en el manejo de aquellos con otros diagnósticos. Un claro ejemplo son los pacientes infectados por el VHC. Desafortunadamente, el cierre de los centros de reducción de daños, la cancelación de los programas de eliminación y las consultas médicas, así como la lucha por acceder a los centros de salud en este momento de la pandemia, está disminuyendo la tasa de diagnósticos de VHC.

De hecho, una encuesta reciente que evaluó los daños colaterales de la COVID-19 en los servicios que atienden hepatitis virales mostró que hasta el 64% de los participantes comunicaron que no era posible acceder a las pruebas virales, siendo el cierre de las instalaciones de pruebas la causa principal en los Estados Unidos. En consecuencia, el aplazamiento del diagnóstico se traducirá en una demora en el inicio de los tratamientos AADs, cuyas consecuencias futuras acaban de predecir Blach et al., y que ya conocemos.

Hoy en día, somos testigos de que los portadores asintomáticos son los propagadores más probables de la COVID-19. Por tanto, ello debe traducirse en la necesidad de realizar pruebas poblacionales masivas, ya que el confinamiento domiciliario (y el reconfinamiento) no podrá ser una medida duradera por las consecuencias colaterales. Por lo tanto, la gran mayoría de las personas probablemente se someterán a la prueba de la COVID. En este sentido, y aprovechando las pruebas masivas, tenemos una oportunidad de oro para ponernos al día con el control del VHB y la eliminación del VHC. Dado que estas personas deben acudir a las instalaciones sanitarias, se les podría realizar un cribado de VHC y VHB utilizando sólo gotas de sangre seca o con una extracción de sangre, lo cual ofrece un cribado oportunista en una sola visita.

En tiempos de crisis, la integración de programas de detección del VHC en la COVID-19, puede tener un impacto económico mínimo, pero con la máxima rentabilidad, como se demostró anteriormente. Finalmente, dado que la enfermedad COVID-19 en sí misma puede inducir, aunque es poco común, daño hepático y el arsenal viral actual incluye múltiples fármacos potencialmente hepatotóxicos, se debería considerar el cribado del VHB y del VHC en pacientes con sospecha de infección por COVID-19. Además, las pruebas COVID-19 y las pruebas de hepatitis podrían realizarse fácilmente al mismo tiempo por medio de técnicas en el punto de atención, utilizando análisis de saliva o gotas de sangre seca, evitando más análisis redundantes. Por tanto, el establecimiento de circuitos de diagnóstico integrados puede evitar un muestreo repetido innecesario.

Somos conscientes de la enorme cantidad de recursos que requiere la pandemia, no sólo con fines terapéuticos, sino también para lograr el control de la transmisión. Sin embargo, es nuestro deber brindar una atención adecuada a los pacientes no COVID-19. De hecho, si sus dolencias permanecen sin diagnosticar como consecuencia de la reintroducción de políticas restrictivas, es posible que no las superen y tengan un mal pronóstico. Por ello, y de acuerdo con la adaptación de la cascada asistencial a la nueva situación del coronavirus recomendada por la EASL-ESCMID en su último documento de posición, creemos que la detección masiva y combinada de la COVID-19, el VHB y el VHC nos permitiría responder simultáneamente a varios problemas de salud pública con un coste mínimo. De hecho, esta política permitiría mantener el seguimiento de la eliminación viral para 2030.

En resumen y de acuerdo con Wingrove et al., consideramos que:

1) El estado serológico del VHC y del VHB debe evaluarse en todo paciente que se someta a la prueba de la COVID-19.

2) Los programas de eliminación del VHC deben reiniciarse lo antes posible, especialmente en poblaciones vulnerables, donde el impacto de la interrupción de los programas de eliminación del VHC tendrá un gran impacto. De esta manera evitaremos las consecuencias directas de la parada de los programas de eliminación del VHC y, simultáneamente, enviamos un mensaje optimista a las personas: los programas de salud pública se mantienen, incluso en estos tiempos inciertos.

Finalmente, queremos recordar que todavía nos enfrentamos a la ola relacionada con el virus COVID. Sin embargo, las próximas oleadas serán consecuencia del retraso en el diagnóstico de otras afecciones como consecuencia de la suspensión temporal de muchos programas de salud. En el contexto de las enfermedades hepáticas, podríamos prevenirlas mediante pruebas masivas de VHC y de VHB en cada paciente que se someta a la prueba de la COVID-19.

 

Fuente: Journal of Hepatology

Referencia: Crespo J, Díaz-González Á, Iruzubieta P, Llerena S, Cabezas J, SARS- CoV-2 massive testing: a window of opportunity to catch up with HCV elimination, Journal of Hepatology (2020), doi: https://doi.org/10.1016/j.jhep.2020.10.001

Artículo traducido y adaptado por ASSCAT

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