Si hablamos de hepatitis virales, podemos comenzar por una buena noticia: las hepatitis virales pueden prevenirse, diagnosticarse y tratarse. Las vacunas contra las hepatitis A y B están incorporadas en el calendario nacional de Argentina, y en el caso de la hepatitis C, las personas pueden curarse con un tratamiento sencillo de tres o seis meses.

De hecho, desde que se introdujo la vacuna contra la hepatitis A al calendario nacional en Argentina, se redujo drásticamente el número de casos y disminuyeron a cero los trasplantes pediátricos por falla hepática fulminante debido a esta enfermedad. El impacto también es notorio en el tratamiento y cura de la hepatitis C, ya que reduce en un 75% los cánceres de hígado y en un 80% toda la mortalidad derivada de este virus.

Sin embargo, si hablamos de hepatitis también podemos ver datos muy preocupantes: las hepatitis virales B y C se encuentran entre las enfermedades infecciosas que causan más muertes en el mundo, pero la mayor parte del público no lo sabe. Ocupan, tras la tuberculosis, la segunda posición entre las enfermedades infecciosas más letales, con 1,4 millones de muertes al año, ya sea por cirrosis e insuficiencia hepática o por predisponer para el cáncer de hígado. De hecho, muchas de las muertes atribuibles a la hepatitis C son por cáncer de hígado.

El número de fallecimientos por hepatitis se incrementó en los últimos 20 años, lo que representa un indicio de la falta de concienciación y acción a escala global. Y aún más: de los que tienen el virus, muy pocos lo saben. En 2016, sólo el 10% de las personas con hepatitis B (27 millones) conocían su estado con respecto a la infección. De las personas diagnosticadas, sólo el 17% (4,5 millones) recibía tratamiento. En el caso de la hepatitis C, en 2017 el 19% (13,1 millones) conocía su estado, de los cuales el 15% (2 millones) recibió tratamiento y se curó ese mismo año.

En Argentina, el número estimado de personas con infección por hepatitis C es de 332.000 personas, de las cuales sólo el 35% fue diagnosticada, de acuerdo con datos del informe “Las hepatitis B y C Bajo la Lupa”, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Tanto Argentina como el resto de los países comprometidos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), fijados para 2030, se proponen detener la transmisión de las hepatitis virales y acelerar la reducción de las infecciones crónicas y las muertes por esta enfermedad.

Para eso, es clave que los países incrementen su inversión en los servicios de prevención, prueba y tratamiento de la hepatitis. En un análisis de costes realizado recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se subraya que para lograr las metas de eliminación de la hepatitis se necesitará una inversión de 6.000 millones de dólares al año en los países de ingresos medios y bajos entre 2016 y 2030. En el 2016 sólo se invirtieron 500 millones de dólares.

Por eso, en este Día Mundial contra la Hepatitis, que tiene lugar cada 28 de julio, el lema es “Es hora de invertir en la eliminación de las hepatitis”. Invertir en torno a la hepatitis es una decisión inteligente por su gran impacto en salud y también por su coste-efectividad, dado que los costes que generan los casos de hepatitis en el sistema de salud (sin hacer nada más) son mayores a la inversión para la prevención, diagnóstico y tratamiento.

Evitemos que esta epidemia siga de manera silenciosa. Ya tenemos el conocimiento y las herramientas eficaces y coste-efectivas para eliminarla. En fin, es una decisión política. Pongámosle voz para promover esta decisión audaz e impulsar la acción.

 

Fuente: elliberal.com.ar

Autora: Dra. Maureen Birmingham, representante de la Organización Panamericana de la Salud / Organización Mundial de la Salud en Argentina.

29/08/2019

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