Hepatitis C

Diagnóstico de la hepatitis C: Cómo saber si se padece la enfermedad. Pruebas de hepatitis C. Cribado.

Si una persona tiene algún motivo para sospechar que podría tener hepatitis C, o que ha podido infectarse debería acudir a su médico para solicitar un análisis de sangre, ya que la forma más segura de saber si alguien ha sido infectado por el virus de la hepatitis C en algún momento, consiste en analizar la presencia en la sangre de anticuerpos frente al virus VHC.

El organismo tarda una media de 7-8 semanas en producir estos anticuerpos, aunque podría tardar más; por consiguiente, si el posible momento de infección es reciente y la determinación de anticuerpos es negativa, ha de repetirse la prueba en el plazo de 6 meses.

Los anticuerpos son proteínas del sistema inmunitario. El organismo los fabrica como parte de su defensa contra la infección, ya que ayudan a destruir moléculas ‘extrañas’, como las del virus de la hepatitis C (VHC). Los anticuerpos que son específicos contra el virus de la hepatitis C sólo se sintetizan cuando el virus está presente en la sangre. Por tanto, si estos anticuerpos se identifican en la sangre, implica que la persona ha estado en contacto con el virus de la hepatitis C en algún momento. Sin embargo, la presencia de estos anticuerpos no significa necesariamente que siga teniendo el virus en la sangre, pero sí que en un momento dado estuvo.

En la prueba definitiva se mide la cantidad de material genético, el ARN del virus de la hepatitis C, habitualmente mediante una técnica llamada reacción en cadena de la polimerasa (PCR) o sus variantes, de ahí que la prueba suela denominarse prueba de PCR.

Además de confirmar la presencia de anticuerpos y ARN, se puede también solicitar un análisis de transaminasas en sangre. Las transaminasas (ALT, AST) son enzimas que son liberadas por las células hepáticas cuando el hígado está inflamado y por tanto cuando las concentraciones de transaminasas son altas, indica que existe inflamación del hígado. Sin embargo, el aumento de la concentración de transaminasas no es directamente proporcional con el  grado de lesión hepática existente en ese momento.

Si cree que podría haberse infectado con el VHC , conviene que tome precauciones para proteger a los demás, como si ya se hubiera confirmado que está infectado por el virus de la hepatitis C, hasta que se haya sometido a las pruebas.

Las personas con determinados trastornos médicos tienen más probabilidades que otras de padecer hepatitis C. En los países desarrollados, aproximadamente una cuarta parte de las personas infectadas por el VIH también tiene hepatitis C. Tradicionalmente, las personas con enfermedades renales corren un mayor riesgo de contraer hepatitis C (a través de hemodiálisis, transfusiones de sangre, equipos contaminados o tras un trasplante de riñón); las personas que se han sometido a otros trasplantes de órganos sólidos también corren un mayor riesgo. En las personas que han tenido hepatitis C y que posteriormente reciben un trasplante hepático es frecuente que reaparezca el virus de la hepatitis C; cerca de la mitad de estas personas tiene una carga viral detectable en el año siguiente al transplante.

Las personas en las que se recomienda  realizar pruebas de hepatitis C comprenden:

  • Personas que se han inyectado drogas recientemente o en el pasado, incluidas las que se han inyectado sólo una vez y, por tanto, no se consideran drogadictos
  • Personas con trastornos que entrañan un riesgo elevado de hepatitis C, tales como:
    • Personas infectadas por el VIH
    • Personas con hemofilia que han recibido factores de coagulación a partir de concentrados antes de 1987
    • Pacientes que han estado en hemodiálisis alguna vez
    • Pacientes con elevaciones inexplicadas de transaminasas
  • Personas que han recibido transfusiones o trasplantes de órganos, tales como:
    • Las que han sido informadas de que han recibido sangre de un donante que posteriormente dio positivo en las pruebas de hepatitis C
    • Las que han recibido una transfusión de sangre o hemoderivados antes de 1992
    • Las que han recibido un trasplante de órganos antes de 1992
  • Niños nacidos de madres infectadas por el virus de la hepatitis C
  • Personal sanitario, médicos de urgencia y de seguridad pública después de un pinchazo o exposición de mucosas a sangre positiva para el virus de la hepatitis C
  • Parejas sexuales actuales de personas con hepatitis C (aunque el riesgo de infección es bajo, una prueba negativa en la pareja da tranquilidad, lo que hace que el análisis de las parejas sexuales de las personas que tienen hepatitis C resulte beneficioso en la práctica clínica).
  • Para más información leer (en inglés):Recommendations for the Identification of HCV

Si la determinación de anticuerpos es positiva, significa que la persona ha estado expuesta al virus de la hepatitis C y se necesita otra segunda comprobación  para saber si el virus sigue estando presente (dado que en el 10%-30% de las personas desaparece espontáneamente). Se emplea una prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para comprobar si hay virus presente; se basa en utilizar técnicas moleculares para aumentar la cantidad de material genético (ARN) del virus de la hepatitis C que existe en una muestra de sangre. Cuando la prueba de PCR es positiva, la persona está infectada por el virus de la hepatitis C. La prueba de PCR también puede emplearse para identificar el genotipo del virus (hay seis genotipos diferentes del virus de la hepatitis C) y la cantidad de virus presente (carga viral). En ciertos casos, cuando se sabe que una persona tiene una producción reducida de anticuerpos (por ejemplo, en caso de infección por el VIH), es necesario efectuar análisis de hepatitis C utilizando directamente el método de PCR.

El médico también puede recomendar otras pruebas para determinar en qué medida está dañado el hígado en ese momento.  Los resultados de estas pruebas ayudarán al médico a evaluar el grado de afectación hepática y a ofrecer al paciente recomendaciones respecto al tratamiento.

Se puede realizar análisis de transaminasas que miden las concentraciones de determinadas enzimas hepáticas en la sangre e indican inflamación del hígado, especialmente en caso de la enzima analizada con más frecuencia, la alanina aminotransferasa (ALT). Los resultados de estos análisis pueden variar con el tiempo, por lo que quizá haya que repetirlos en diferentes momentos. También otros marcadores de funcionamiento hepático son una referencia útil.

También puede practicarse una biopsia de hígado porque es una forma más exacta de evaluar el grado de lesión hepática. No siempre es necesario realizar una biopsia, pero la decisión del médico depende de muchos factores, como el genotipo del virus. Las biopsias hepáticas se llevan a cabo con un anestésico local y, en general, no es necesario pasar la noche en el hospital. Se extrae una pequeña muestra con una aguja y se envía para examinarla al microscopio. Los resultados se clasifican en función del grado existente de inflamación y cicatrización. La biopsia también es útil para controlar el grado de lesión hepática a lo largo del tiempo y en determinadas circunstancias pueden realizarse cada 3 o cada 5 años.

Hay otras pruebas no invasivas, de uso cada vez más frecuente, que pueden predecir el grado de lesión hepática, como marcadores de fibrosis o la elastografía transitoria FIBROSCAN®). Más información en este pdf: consens_fibroscan-societat-catalana-de-digestologia

17/03/2018

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