El hígado graso aumenta el riesgo de muerte en personas con VIH y hepatitis C
Las personas con coinfección por VIH y hepatitis C que tenían enfermedad del hígado graso tenían el doble de probabilidades de morir durante un período de seguimiento de cinco años que sus contrapartes sin enfermedad del hígado graso, informan investigadores franceses en Hepatology.
Los investigadores dicen que el uso de medidas no invasivas de la enfermedad del hígado graso puede ayudar a los médicos a identificar a los pacientes con mayor riesgo de muerte e instan a la investigación de otras cohortes de personas con VIH y hepatitis C para validar el índice de hígado graso.
La acumulación de grasa en las células del hígado (esteatosis hepática) es causada por trastornos metabólicos, por resistencia a la insulina e inflamación sistémica. La hepatitis C causa resistencia a la insulina y tanto la hepatitis C como el VIH causan inflamación.
La esteatosis por hepatitis puede evolucionar a esteatohepatitis no alcohólica (NASH), inflamación del hígado como resultado de la acumulación de grasa. En algunas personas, NASH conducirá al desarrollo de daño hepático más grave: fibrosis, cirrosis o cáncer de hígado (carcinoma hepatocelular).
La gravedad de la acumulación de grasa se puede estimar utilizando mediciones de laboratorio y medidas de masa corporal en un algoritmo llamado ‘Índice de Hígado Graso’. El Índice de Hígado Graso se calcula utilizando el índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura, los triglicéridos y la gamma glutamil transferasa (GGT). Una puntuación inferior a 30 descarta la esteatosis hepática y una puntuación superior a 60 confirma la esteatosis hepática.
Se ha demostrado que el índice de hígado graso predice la mortalidad relacionada con el hígado y por todas las causas en la población general, pero no se ha evaluado en personas con coinfección por VIH y hepatitis C. Investigadores franceses investigaron la relación entre la esteatosis hepática y la mortalidad en la cohorte HEPAVIH, una cohorte nacional prospectiva de personas con VIH y hepatitis C.
El estudio examinó a 983 personas reclutadas en la cohorte entre 2005 y 2008 que habían proporcionado datos de comportamiento detallados sobre el consumo de alcohol y café, tabaquismo, salud mental, vivienda y estado laboral y que fueron seguidos durante al menos cinco años o hasta la muerte.
La población de estudio era 70% masculina y tenía una edad media de 49 años. El 88% tenían recuentos de CD4 superiores a 200 células/mm3 y el 89% estaban tomando terapia antirretroviral al comienzo del período de seguimiento. La fibrosis avanzada (puntuación FIB-4 >3,25) fue rara; sólo el 15% tenía fibrosis y sólo el 12% había recibido tratamiento para la hepatitis C y estaba curado al momento de unirse al estudio.
El 27% de la cohorte tenía esteatosis hepática al inicio del estudio, el 12% tenía una medición del índice de hígado graso por encima de 60 en todas las visitas de estudio y el 31% tenía una medición del índice de hígado graso por encima y por debajo de 60 durante el seguimiento.
Las personas con una puntuación de índice de hígado graso de 60 o más tenían un índice de masa corporal, triglicéridos y circunferencia de cintura significativamente más altos y también eran más propensos a ser hombres, tener más de 50 años, tener fibrosis avanzada (23%), tener antecedentes de carcinoma hepatocelular o trasplante de hígado o de tener signos clínicos de cirrosis, como ascitis o sangrado de varices esofágicas en el momento de la inscripción. Eran menos propensos a fumar, más propensos a abstenerse del alcohol y más propensos a tomar dos tazas de café o menos cada día.
No hubo diferencias entre las personas con una puntuación elevada de hígado graso y aquellas sin empleo, estado de vivienda, genotipo del virus de la hepatitis C (VHC), estado de tratamiento del VHC, categoría de transmisión del VIH, estadio de la enfermedad del VIH, tratamiento antirretroviral, recuento de células CD4, estado de salud mental o consumo excesivo de alcohol.
Sesenta y tres personas murieron durante el período de seguimiento, el 40% debido a hepatitis C, el 3% debido a cánceres no relacionados con el SIDA, el 11% de enfermedades relacionadas con el SIDA y el 5% debido a enfermedades cardiovasculares.
Las personas con un índice de hígado graso superior a 60 al inicio del estudio tenían el doble de probabilidades de morir durante el período de seguimiento (cociente de riesgos 1,91, IC 95% 1,17-3,32, p = 0,009) después de controlar otros factores de riesgo.
Las personas con antecedentes de carcinoma hepatocelular o trasplante de hígado al inicio del estudio tenían siete veces más probabilidades de morir durante el período de seguimiento, independientemente del estado del índice de hígado graso.
La fibrosis avanzada o los signos de cirrosis al inicio del estudio también aumentaron el riesgo de muerte, al igual que la enfermedad sintomática por VIH (CDC estadio C).
Los investigadores dicen que el suyo es el primer estudio que muestra que un índice elevado de hígado graso está asociado con un mayor riesgo de muerte, independientemente de otros factores de riesgo, en personas con coinfección por VIH y hepatitis C.
Un índice elevado de hígado graso puede ser un marcador de trastornos metabólicos y riesgo cardiovascular, según los investigadores. La investigación futura debería intentar recolectar más datos sobre la resistencia a la insulina para aclarar los mecanismos involucrados en la asociación entre un índice elevado de hígado graso y la mortalidad.
Fuente: infohep.org
Referencia: Barré T et al. Elevated fatty liver index as a risk factor for all-cause mortality in HIV-HCV co-infected patients (ANRS CO13 HEPAVIH cohort study). Hepatology, advance online publication, 29 August 2019, https://doi.org/10.1002/hep.30914
Noticia traducida por ASSCAT