En España se hizo el primer trasplante de hígado en 1984 y en poco menos de 20 años se hacían más de 1.000 trasplantes anuales. Desde entonces, la lista de espera se ha reducido a mínimos históricos.
A mediados de los años 60 tuvo lugar el primer trasplante hepático de la historia. En nuestro país, esta técnica empezó veinte años más tarde, en 1984 y tuvo una implantación “espectacular” porque en el año 2000 ya se hacían más de 1.000 trasplantes anuales. Desde entonces, en España, se ha ido aumentando de forma paulatina hasta realizar cada año aproximadamente 1.200 trasplantes de hígado.
Este aumento progresivo de trasplantes hepáticos es porque se ha ampliado el pool de donantes. Es por ello, que los avances en la ciencia y la medicina ha jugado un papel fundamental en este proceso. Tal y como explica Dra. Gloria Sánchez-Antolín, del Hospital Universitario Río Hortega, “uno de los avances más significativos ha sido la tasa de donación que se hacen con otro tipo de donantes. Es decir, ahora no sólo donamos hígado cuando hay muerte cefálica; también con corazón parado y hay más donantes vivos”.
En esto también influye que los pacientes vivan más porque en los últimos años se ha mejorado la técnica quirúrgica, anestésica, el tratamiento antibiótico y sobre todo, la inmunosupresión, pasando a ser una intervención cada vez “más personalizada”. “Intentamos adaptar a los pacientes para proteger otros órganos de daño a largo plazo. Por ejemplo, vamos a nombrar el daño cardiovascular, el daño renal y evitar los tumores. Esto junto a los inmunosupresores que permiten adaptar la inmunosupresión a las necesidades de cada paciente. Esto ha hecho que la tasa de rechazos sea baja y la supervivencia mejore, reduciendo las complicaciones a largo plazo”, sigue contando la experta.
Otro hito importante, al que no hay que quitarle protagonismo, es el tratamiento frente a la hepatitis C. En el año 2015 se dio un cambio de paradigma con los antivirales de acción directa. Según la Dra. Sánchez-Antolín, “esto hizo que muchos pacientes que estaban muy enfermos y en lista de espera consiguieran salir de ella porque el tratamiento les mejoró considerablemente. Otros sí tuvieron que ser trasplantados pero los tratamientos han hecho que mejorara la calidad de vida”.
Gracias a esto, “hemos conseguido disminuir la lista de espera de trasplante a mínimos históricos. En el momento actual, existe una lista de espera pero, es tan pequeña que nos ha permitido ampliar el trasplantes a otras personas que antes no indicaban porque no habían órganos para todos”.
El futuro del trasplante hepático
Recientemente tuvo lugar el 6º Curso sobre trasplante de órganos sólidos abdominales celebrada por la Sociedad Española de Trasplante Hepático (SETH). En ella, los expertos trataron los avances y retos a los que se tienen que enfrentar. Actualmente hay cuatro áreas de innovación que conviene destacar y para la Dra. Sánchez-Antolín, “las nuevas herramientas tecnológicas pueden mejorar aún más el resultado de los trasplantes”.
Por una parte, la necesidad de implementar Inteligencia Artificial y herramientas de Machine Learning para estudiar las complicaciones a largo plazo de los trasplantados y realizar un emparejamiento adecuado de donante-receptor, inmunosupresión de precisión, diagnóstico anatomopatológico de precisión y analítica inteligente.
En segundo lugar, los profesionales han incidido en la importancia de la introducción de máquinas de perfusión para preservación dinámica, que va a permitir recuperar injertos hasta ahora descartados, manipularlos farmacológica y genéticamente, así como, adaptarlos a los receptores concretos.
La tercera de las áreas de innovación es la extensión de las indicaciones de trasplante a otros tumores hepáticos y de la vía biliar diferentes del hepatocarcinoma. Por último, también hablaron de la bioingeniería, que permitirá la regeneración de órganos, así como la disponibilidad de una “fábrica de órganos” específicos para cada receptor.
Por parte de los retos, el más importante es “prevenir que los enfermos lleguen al trasplante. Tenemos que tratar la enfermedad hepática y diagnosticar casos desconocidos de hepatitis C, porque sabemos que todavía hay pacientes que la tienen, pero es una enfermedad sin síntomas y en las fases iniciales a veces es difícil buscarlo. Ahora mismo nuestra prioridad es eliminar la hepatitis C y encontrar a los enfermos sin diagnosticar, porque si les tratamos puede evitarse el trasplante”.
Asimismo, también recalca la importancia de prevenir la enfermedad en otros aspectos. La cirrosis asociada a otros virus, el alcohol o la esteatohepatitis no alcohólica (NASH, por sus siglas en inglés), la enfermedad hepática por depósito de grasa y la obesidad son las amenazas actuales. Para eso, “son necesarias las vacunas contra el virus de la hepatitis y las campañas para recordar que el alcohol también puede matar y la importancia del ejercicio físico para evitar el hígado graso”.
Fuente: consalud.es