Desatender enfermedades nos empobrece
El día 30 de enero se celebra por primera vez el Día Mundial de las Enfermedades Tropicales Desatendidas.
Llegará un día en que no se morirá ningún niño a causa de una enfermedad que se pueda prevenir, pero para poder verlo, como dice el director de la OMS, hemos de trabajar “por un derecho humano fundamental: el derecho a la salud para todos en todas partes”.
Por eso es tan importante el hito de hoy. El día 30 de enero se celebrará por primera vez el Día Mundial de las Enfermedades Tropicales Desatendidas. Se trata de un conjunto de enfermedades infecciosas causadas por bacterias, virus, protozoos y helmintos (gusanos) que se dan en zonas tropicales con rentas bajas y medias de África, Asia y América. Son enfermedades como la dracunculosis, la lepra, el dengue, la leishmaniosis, el pian o la enfermedad de Chagas. La OMS ha hecho una lista de veinte y, tristemente, lo que tienen en común es esto que ahora nos hace celebrar el día mundial: que no les hacemos caso, que son desatendidas. No les dedicamos recursos profesionales ni farmacéuticos. Hacemos muy poca investigación científica y no empleamos suficientes esfuerzos al que podría eliminarlas: la pobreza.
Probablemente es porque afectan a los más pobres del planeta, que no hacemos lo suficiente. Cuando, justamente, podría ser al revés. A veces, dedicando esfuerzos no demasiado grandes podríamos llegar a erradicar estas enfermedades. Nos puede servir de ejemplo la historia de Oriol Mitjà y el pian, una enfermedad parecida a la lepra que afecta a la población infantil.
El médico investigador Oriol Mitjà, al acabar la residencia, decidió ir a trabajar a Papúa Nueva Guinea. Allí puedo hacer un ensayo clínico que demostraba que la administración oral única de azitromicina (un antibiótico usado para la sífilis) es tan eficaz como el tratamiento que se administraba hasta entonces, la penicilina inyectada, cosa muy relevante teniendo presente que el pian afecta a los niños. El tratamiento sólo vale un euro por persona y es curativo con una sola dosis. Por tanto (defiende Mitjà) dándolo masivamente en las zonas endémicas se puede erradicar el pian. No es ninguna quimera.
En otros casos, como la dracunculosis, también llamada enfermedad del gusano de Guinea, que se contrae bebiendo agua contaminada por unos crustáceos microscópicos, se podría prevenir filtrando el agua y con educación para la salud. Este último aspecto es común en la mayoría de estas enfermedades, y todo el campo de la salud digital tiene mucho que aportar, por ejemplo mediante apps para móviles.
Las enfermedades tropicales desatendidas afectan a millones de persona, incluyendo también a personas con relevancia social, como el presidente de Paraguay, que esta semana ha contraído dengue. Y sí, también afecta a países de rentas altas, sobre todo a las personas que no la tienen alta, la renta.
Cabe decir que algunas de estas enfermedades tienen un tratamiento fácil y económico, y por eso no hay incentivos para las empresas. Ahora bien, la financiación pública de la investigación no tiene excusa para no emplear la atención que merecen. Hemos de conseguir revertir la situación y no tener que denominar “desatendidas” unas enfermedades que no deberían serlo. Nos empobrece no conseguirlo.
Fuente: ara.cat