La Conferencia empezó con la intervención del Dr. Moreso, jefe de la Unidad de Trasplantados Renales del Hospital Vall d’Hebron y presidente de la Sociedad Catalana de Trasplantes, explicando la terminología del SARS-CoV-2 (COVID-19) y cómo se transmite el virus en la comunidad en forma de gotas de agua tosiendo, respirando o estornudando. Por ello, indicó que es necesario protegerse manteniendo la distancia de seguridad de 2 metros, llevando mascarilla y lavándose frecuentemente las manos.

En los hospitales, muchos de los ingresados por diferentes enfermedades fueron contagiados por la COVID-19. En este punto, se tomó la decisión de parar los trasplantes para mantener la seguridad de los pacientes.

Todas las camas del Vall d’Hebron (700) fueron destinadas a la COVID-10 y los enfermos sin virus fueron reubicados en las unidades de Materno-Infantil y Traumatología.

El Dr. Moreso indicó el porcentaje de afectados por la COVID-19, así como hizo referencia al impacto que ha tenido a nivel profesional y humano. Destacó que en estas circunstancias las donaciones de órganos han caído en picado. Para ello, mostró un gráfico donde figuraban los datos del año pasado y los de este año indicando el buen ritmo en que se había empezado el año. Se han perdido tanto los donantes como los trasplantes.

Al pararse las donaciones, la realización de los trasplantes ha quedado suspendida, con el impacto correspondiente en la lista de espera de los pacientes. Para tener una idea de cómo podían ir las cosas: el año pasado, de 1.000 pacientes se trasplantaron 800.

El recuento de la afectación de la COVID-19 en los trasplantados se procura que se unifique en un solo estamento (ONT, OCATT, Nefrología) y el Ministerio de Sanidad. Por ejemplo, según datos de la tercera semana de mayo de la ONT (Organización Nacional de Trasplantes), tenían notificados 335 trasplantados de riñón susceptibles de tener la COVID-19.

En cuanto a la población general, se calcula que se han infectado unas 5 personas por cada 1.000 habitantes. En la población de trasplantados son unas 10, ya que la probabilidad de que los trasplantados se infecten es más alta que en la población general porque son enfermos inmunodeprimidos.

No se han comprobado otras variables como el lugar y el barrio donde viven y la incidencia que el coronavirus ha podido tener en ellos. Desafortunadamente, la mortalidad ha sido de 1 de cada 4 trasplantados por COVID-19.

Esta mortalidad debida a la infección en los diversos grupos de trasplantes ha sido:

  • Trasplantes pulmonares: La incidencia ha sido especialmente alta.
  • Trasplantes hepáticos: La incidencia ha sido baja.
  • Trasplantes coronarios: La incidencia ha sido alta.
  • Trasplantes renales: La incidencia ha sido alta.

El Hospital Clínic, junto con el de la Vall d’Hebron, la Clínica Puigvert y el Hospital de Bellvitge han recogido datos de unos 30 enfermos que han tenido el virus. En esta serie hay 103 infectados de más de 7.000 enfermos que tienen en la unidad de seguimiento. En definitiva, la prevalencia en los trasplantados con la COVID-19 es el doble que en la población general y tienen más riesgo de contagiarse por el virus que la población general.

 

Fuente: ASSCAT

Autora: Roser Guiñón, voluntaria y vocal de ASSCAT