Comorbilidades no hepáticas que aumentan en pacientes con hepatitis B crónica

20/12/2017 | Noticias de prensa

En pacientes infectados con hepatitis B, los médicos generalmente se centran en la enfermedad hepática y otros trastornos hepáticos; sin embargo, las comorbilidades más allá del órgano también pueden afectar el manejo completo de la enfermedad.

Dos nuevos estudios han encontrado picos pronunciados en las tasas de una variedad de comorbilidades, desde problemas renales hasta osteoporosis, en personas con infección crónica por hepatitis B. Aunque las razones de estos aumentos no están claras, los investigadores afirmaron que los hallazgos respaldan estudios previos y señalan la necesidad de una mayor vigilancia de los médicos en esta población de pacientes. Los investigadores presentaron los resultados de ambos estudios en la “Semana de Enfermedades Digestivas 2017” celebrada en Japón.

El primer estudio (IP-68_H) evaluó la prevalencia e incidencia de la enfermedad renal crónica (ERC) en pacientes con infección crónica por hepatitis B. Entre 44.026 pacientes y 121.568 controles sin la infección, según bases de datos de seguros médicos de Estados Unidos, la prevalencia de enfermedad renal crónica aumentó de 44 a 114 por cada 1.000 pacientes entre 2006 y 2015, y la incidencia por cada 1.000 personas-año aumentó en un 56% durante ese período (P = 0,003).

Además, la proporción de pacientes con diabetes aumentó del 12% al 17,7%, y el porcentaje de pacientes con hipertensión del 22% al 37,3%, según los investigadores.

“Es de esperar que los pacientes de mayor edad encuentren más problemas con enfermedad renal crónica”, explicó Mindie Nguyen, directora del estudio y profesora asociada de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en California. “Sin embargo, no puedo explicar por qué los pacientes de hepatitis tienen una mayor incidencia de enfermedad renal crónica que los individuos no infectados. Pero hay enfermedades renales específicas muy conocidas que están asociadas con la hepatitis B, aunque generalmente son raras. Por lo tanto, no creo que estas enfermedades renales puedan explicar la observación actual”, añadió.

El Dr. Nguyen, que también es docente en el Centro Stanford para la Innovación en Salud Global, en California, dijo que los hallazgos son consistentes con los de un estudio poblacional previo realizado en Taiwán (Kidney Int 2015; 87: 1030-1038).

Los hallazgos de los estudios estadounidenses y taiwaneses pueden ser el resultado del sesgo de vigilancia. “Si un paciente tiene una enfermedad, especialmente una percibida como grave, como es el caso de la hepatitis B, entonces el paciente sería examinado con más frecuencia, lo que aumenta la probabilidad de ser diagnosticado con más enfermedades”, dijo el Dr. Nguyen.

El sesgo de vigilancia también puede jugar un papel en los resultados. “Los pacientes que se observan durante un período de tiempo más largo tienen más probabilidades de ser diagnosticados con más trastornos”, explicó el Dr. Nguyen. No obstante, controlar adecuadamente la diabetes y la hipertensión puede conducir a una disminución de la enfermedad renal crónica.

El segundo estudio (IP-74_H) evaluó la prevalencia de trastornos óseos en pacientes con hepatitis B crónica en el mismo conjunto de datos. Entre los 44.026 pacientes, la incidencia de fracturas y osteoporosis aumentó de 91 a 177 por cada 1.000 pacientes durante el período de estudio. La prevalencia de osteoporosis, osteoartritis o deficiencia de vitamina D aumentó del 7% al 20% en pacientes con hepatitis B crónica en ambos sexos. El uso concomitante de corticosteroides también aumentó del 17% al 24%, pero el uso de medicamentos para la osteoporosis disminuyó del 3% al 2% (P <0,001 para todos).

Según el Dr. Nguyen, estos hallazgos son comparables a otro estudio taiwanés anterior (Medicine 2015; 94: e2276).

“La hepatitis B crónica es una enfermedad inflamatoria crónica, que teóricamente puede causar una mayor absorción ósea que conduce a la osteoporosis”, afirmó el Dr. Nguyen, autor principal del nuevo estudio. “Sin embargo, a pesar de mostrar una asociación, nuestro estudio es observacional, por lo que no puede sugerir ninguna relación causal”, añadió.

Aún así, administrar suplementos de calcio y vitamina D a pacientes en riesgo de osteoporosis, si está indicado, puede disminuir la incidencia de la enfermedad.

Para ambos estudios, “los pacientes con hepatitis B deben ser diagnosticados y vinculados a la atención de forma más temprana, antes de que el envejecimiento y las comorbilidades compliquen aún más el tratamiento de la hepatitis B”, dijo el Dr. Nguyen. “Las comorbilidades no hepáticas también deben ser consideradas. Pero ninguno de los estudios sugiere ninguna relación causal entre la hepatitis C y estos problemas. Se necesitan más análisis para determinar si la hepatitis B crónica en sí misma juega un papel en el desarrollo de estas condiciones”.

Mayur Brahmania, profesor asistente de medicina en el London Health Sciences Center de la Universidad de Western Ontario (Canadá), dijo que no estaba sorprendido por los resultados de los dos estudios. “No obstante, los estudios vuelven a enfatizar que muchos de nuestros pacientes con hepatitis B crónica pueden tener vidas largas y satisfactorias, pero corren el riesgo de padecer condiciones médicas generales como diabetes e hipertensión y sus efectos asociados”, explicó.

Los datos obtenidos también “subrayan la necesidad de que los pacientes con hepatitis B crónica realicen el seguimiento con los médicos de atención primaria para los exámenes generales de mantenimiento de la salud y el tratamiento agresivo, si está indicado, a través de la dieta, el ejercicio y la terapia médica”, dijo el Dr. Brahmania.

 

Fuente: Gastroenterology & Endoscopy News
Noticia traducida por ASSCAT

20/12/2017

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