AASLD: Información clínica para miembros de equipos de salud que atienden pacientes con enfermedades del hígado y receptores de trasplante hepático durante la pandemia de COVID-19
Este documento representa la opinión colectiva de sus autores y ha sido aprobado por la Junta Directiva de la AASLD a partir de la fecha de publicación. Su uso es voluntario y su fin es proporcionar información a los proveedores de cuidados médicos de hepatología y trasplante hepático. Este documento no es una guía de práctica sujeta a rigor metódico según la definición de Health and Medicine Division of the National Academies of Sciences, Engineering, and Medicine (anteriormente Institute of Medicine), ni tampoco se ha utilizado el sistema de calificación GRADE (Grading of Recommendations, Assessment, Development, and Evaluation). El documento no define un estándar de práctica o un estándar de atención. No debe considerarse como incluyente de todos los tratamientos o métodos de atención médica adecuados, ni pretende sustituir el juicio profesional independiente del proveedor. Hospitales, clínicas y consultorios privados debe tener en cuenta las normas, prácticas y circunstancias locales.
Perspectiva general y razón fundamental
La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), causada por el virus SARS-CoV-2, se está extendiendo rápidamente en todo el mundo. Los hospitales y proveedores de atención médica en los Estados Unidos se están preparando para un previsible aumento de los pacientes críticos, pero pocos están totalmente equipados para manejar esta nueva enfermedad. Sin embargo, todos debemos hacer nuestra parte para instruir y aconsejar a nuestros pacientes así como preparar nuestras clínicas y hospitales para enfrentar los drásticos cambios necesarios para mitigar la propagación del SARS-CoV-2 o corremos el riesgo de ver superada la capacidad de nuestro sistema sanitario. Además, debemos seguir gestionando la atención de nuestros pacientes con enfermedad hepática y nuestros receptores de trasplante de hígado, donde surgirán problemas logísticos y farmacológicos únicos. De acuerdo con el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los siguientes grupos de pacientes tienen riesgo de una presentación de COVID-19 más grave: pacientes >65 años, pacientes con problemas cardiovasculares, diabetes mellitus, obesidad mórbida, con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), o con enfermedad crónica hepática. Sin embargo, si bien el CDC considera que las personas con enfermedad crónica del hígado tienen un mayor riesgo, no está claro si los pacientes con cirrosis, aquellos con hepatitis autoinmune en tratamiento con inmunosupresores, y pacientes pre y post trasplante en tratamiento con inmunosupresores un mayor riesgo de COVID-19 grave.
Debido a la cantidad extraordinaria de datos que emergen rápidamente sobre COVID-19, es difícil para cualquier clínico mantenerse al tanto de toda la información pertinente. La intención de este documento es informar sobre los datos disponibles respecto del COVID-19, y cómo esta enfermedad puede afectar a los hepatólogos y a otros miembros de equipos de salud responsables de pacientes con enfermedades del hígado y a sus pacientes. Nuestro objetivo es proporcionar una guía para el desarrollo de recomendaciones clínicas y políticas, para mitigar el impacto de la pandemia de COVID-19 en pacientes con enfermedades hepáticas y el equipo de salud a su cargo. Teniendo en cuenta que el SARS-CoV-2 puede transmitirse desde individuos asintomáticos, incluidos los niños, así como, puede detectarse en las heces después de la eliminación viral del tracto respiratorio, estas recomendaciones han sido generadas para proteger a nuestros pacientes, comunidades y trabajadores de la salud. Datos de China, Italia y España, con informes asombrosos de Italia, indican que hasta el 20% de los trabajadores de la salud que atienden a pacientes con COVID-19 pueden infectarse. Debemos trabajar rápidamente para contener la propagación del SARS-CoV-2 y para garantizar que se preservará la capacidad de nuestro sistema de atención médica, incluida la capacidad de detectar el virus y mantener la disponibilidad de camas de unidades de cuidados intensivos (UCI), ventiladores y trabajadores de la salud.
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Fuente: aasld.org